De la ficción a la vida real: la historia del quidditch, el deporte con escobas que juega Harry Potter
Mientras se espera la publicación de la nueva novela infantil de JK Rowling, salió en español la edición de un álbum de colección: “Quidditch a través de los tiempos”
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La publicación en español de la edición ilustrada de Quidditch a través de los tiempos (Salamandra), uno de los libros creados por JK Rowling a partir del éxito de Harry Potter, coincide con el anuncio que hizo la autora británica por estos días en su sitio oficial: dentro de seis meses (más exactamente el martes 12 de octubre) saldrá su nuevo título infantil, The Christmas Pig, una historia independiente de la saga del niño mago, para lectores de ocho años en adelante.
The Christmas Pig tendrá un lanzamiento global: será publicado simultáneamente en el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Irlanda y la India. Para deleite de los fanáticos de todo el mundo tendrá ediciones en más de veinte idiomas y estará disponible también en audiolibro en inglés, español, alemán, francés, japonés e italiano. Por el momento, Rowling solo adelantó que se trata de “una aventura conmovedora sobre el amor de un niño por su juguete más preciado y lo lejos que llegará para encontrarlo”. El relato transcurre durante la época de Navidad cuando Jack, el protagonista, advierte que le falta su juguete favorito, un cerdo llamado DurPig. Al estilo de Toy Story, un juguete nuevo ayuda a Jack a buscar al cerdito.
Salvo por The Ickabog, un cuento de hadas que la autora publicó gratis en su sitio en 2020 para que lo puedan leer los chicos de todo el mundo durante el confinamiento por la pandemia y que luego se editó en formato impreso con ilustraciones de los ganadores de un concurso global, la salida de The Christmas Pig llena de expectativas a sus fanáticos, ya que es la primera novela infantil de Rowling después de los siete tomos de Harry Potter. Y estos anuncios llegan después de un año complicado para la escritora: en 2020 tuvo coronavirus y fue centro de una polémica mediática por un comentario en Twitter que fue considerado “transfóbico”. A su favor: en abril pasado empezó a subir contenidos gratis a su página oficial como respuesta a la crisis sanitaria causada por el coronavirus.
Un deporte con escobas
Para calmar la ansiedad de los lectores de habla hispana mientras esperan que lleguen a estas tierras los miles de ejemplares del nuevo libro, Salamandra editó Quidditch a través de los tiempos, veinte años después de su primera edición en inglés. Firmado por Kennilworthy Whisp, autor inventado por Rowling, un “reconocido experto en quidditch”, el volumen de tapa dura, formato grande y más de 140 páginas ilustradas por Emily Gravett es de colección. Se suma a la biblioteca Potter junto con Animales fantásticos y dónde encontrarlos y Los cuentos de Beedle el bardo.
En la Argentina, la edición ilustrada cuesta 4499 pesos. Hay una más económica, también de tapa dura, a 1099 pesos, que se presenta como “una copia del ejemplar que está en la biblioteca del colegio Hogwarts”. La autora donó los derechos de autor a Comic Relief y Lumos.
Suplico “a los muggles que no intenten jugar al quidditch en sus casas, ya que, por supuesto, es un deporte ficticio y nadie lo juega realmente”, dice el profesor Albus Dumbledore en el prólogo del libro, pero eso ya no es cierto: el deporte favorito de los alumnos del colegio de magia Hogwarts traspasó las páginas de la saga de Harry Potter y llegó a las canchas de la vida real. Con escobas y todo.
Como explica el autor en el capítulo “La expansión del quidditch por el mundo”, hay equipos en muchos países que juegan torneos y hasta mundiales. De Europa voló rápido a Australia y Nueva Zelanda, luego al continente africano y a América del Norte, América del Sur y Asia, aunque “nunca ha alcanzado una gran relevancia en Oriente, ya que la escoba es una rareza en territorios donde se continúa prefiriendo la alfombra como medio de transporte”, aclara el libro.
“Gentes de bien de esta aldea: se han visto BRUJAS sobrevolando nuestros campos, golpeando con saña unas bolas de hierro con sus varas mágicas. Sus crueles corazones no nos harán ningún bien. Amigos, debemos expulsarlas de nuestro puro Nuevo Mundo”, dice un panfleto fechado “hacia 1680” que acompaña la historia del deporte más peculiar. “Tanto Argentina como Brasil han llegado a los cuartos de final de la Copa del Mundo en el último siglo”, asegura.
De la historia de ficción creada por Rowling surgen datos reales: en el país hay una entidad que nuclea a los jugadores. La Asociación de Quidditch Argentina se encarga de organizar torneos, jornadas de capacitación y de entrenamiento. Antes había una federación que tenía como lema “Haciendo realidad la magia”. En su página de Facebook, que tiene más de 5.500 seguidores, se presenta como “una asociación sin fines de lucro creada originalmente en 2010 como un espacio de ocio para fans, para luego volverse en 2018 una entidad exclusiva para la difusión del Quidditch como deporte alternativo en el territorio argentino”. En el muro y en la cuenta de Instagram hay cientos de fotos de partidos locales donde se ven los palos de escoba (se juega solo con la parte del bastón), los arcos redondos y las pelotas.
Aclaración para los no entendidos: “el quidditch muggle (o sea, de humanos sin poderes mágicos) es un deporte mixto, con siete jugadores por equipo que juegan en cuatro posiciones distintas: guardián, cazador, golpeador y buscador. Se usan tres pelotas diferentes llamadas quaffle, bludger y snitch dorada”. El juego tiene, por supuesto, entrada propia en Wikipedia, donde se explica: “Tiene sus raíces en el deporte ficticio de Harry Potter del mismo nombre y fue creado en 1994 en la Universidad de Middlebury en Middlebury, Vermont, Estados Unidos”.
El autor de ficción de Quidditch a través de los tiempos sitúa el nacimiento del deporte en el Siglo XVI. “Si conocemos los rudimentarios comienzos del quidditch es gracias a los textos de la bruja Gertie Keddle, que vivió a orillas del pantano Queerditch. Afortunadamente para nosotros, escribía un diario que ahora está en el Museo del Quidditch de Londres”. El libro reproduce fragmentos de ese diario, de manuscritos posteriores que reflejan el desarrollo del deporte y hasta escobas célebres de la Edad Media.
Como las reglas originales creadas por Rowling, que se detallan en las páginas 68 y 69 del libro, son imposibles de aplicar en la vida real, los practicantes de quidditch muggle hicieron ciertas modificaciones. La más importante es el reemplazo de la pelota voladora por un jugador vestido de amarillo que corre por la cancha con una media atada en la cintura donde hay una pelota como de tenis. El juego termina cuando alguien logra atraparlo.
Eso sí, tanto en la ficción como en la realidad está permitido llevar la varita mágica al campo de juego. Lo que está prohibido es hacer un conjuro “contra los miembros del equipo contrario o sus escobas”. “Tampoco contra el árbitro, las pelotas o cualquier persona del público” sea o no un muggle.
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