De colgar cuadros a producir teoría: la hora de los curadores
Ocupan una posición cada vez más dominante en el mundo del arte, imponen tendencias y causan polémicas con sus muestras
Detrás de una gran muestra suele haber un gran curador. Para comprobar la frase sirven de ejemplo las exhibiciones recientes más interesantes y, al mismo tiempo, más convocantes de los museos porteños: Juanito y Ramona, en Malba; Lo Clásico en el Arte, en Proa, y La Seducción Fatal, en el Museo Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.
La primera exposición de las célebres series de Juanito Laguna y Ramona Montiel, creadas por Antonio Berni, contó con la curaduría de Mari Carmen Ramírez y Marcelo Pacheco, ex curador en jefe del Malba. Inaugurada en octubre pasado, fue visitada por 60.000 personas en las primeras seis semanas. En Lo Clásico en el Arte, el curador italiano Giacinto Di Pietrantonio se propuso analizar la supervivencia de las imágenes en el tiempo y poner en valor el concepto de copia en la pintura y la escultura. Por su parte, Laura Malosetti Costa, responsable de La Seducción Fatal, reunió obras de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes con una premisa: cómo se representa el deseo, el cuerpo femenino y el erotismo en cuadros de artistas del siglo XIX.
Pero, más allá de récords de público, estos ejemplos revelan la importancia que ha adquirido el rol del curador en los últimos años. Ya no sólo es quien piensa y diseña una muestra y decide cómo se exhibirán las obras expuestas; en la actualidad, la práctica curatorial se acerca a la producción teórica de un ensayista: crea un mundo, plantea una hipótesis, propone una forma de narrar.
También genera polémica, como sucedió con el equipo que montó la última edición de la Bienal de San Pablo. Este grupo interdisciplinario, integrado por Pablo Lafuente, Charles Esche, Galit Eilat, Nuria Enguita y Oren Sagiv, propuso un proceso de trabajo colectivo que fue, al mismo tiempo, una manera de cuestionar el rol de un único curador como responsable de una megaferia. "Pensamos que el trabajo conjunto era importante como cuestión práctica y también como postura política. Planteamos nuestra tarea curatorial como una intervención en el mundo del arte para demostrar que una sola persona no puede ocuparse de todo. Quisimos cuestionar esa idea desde la teoría y también desde la práctica", dijo Lafuente a LA NACION en una visita reciente a Buenos Aires.
Español radicado transitoriamente en Brasil, Lafuente lleva quince años como curador y es, también, docente de una escuela de arte, editor de una revista artística sin fines de lucro, autor de publicaciones académicas y crítico. Su trabajo se nutre de todas esas fuentes y, además, de la investigación: "Es necesario definir un parámetro de ideas y pensar un foco específico para curar una muestra".
Justo cuando el grupo comenzó a trabajar en Brasil, sucedieron las protestas sociales de julio de 2013. "La gente salió a la calle a cuestionar la política y nosotros decidimos vincular la protesta con el arte", explica. Es por eso que el título elegido para la edición 2014 no fue casual: "Cómo hablar (vivir, usar, luchar, aprender) de cosas que no existen" aludió a la capacidad del arte para reflexionar y actuar sobre la sociedad. El lema elegido expresó la posición ideológica de los curadores: "Es una visión del mundo. No quisimos definir e imponer un tema desde el comienzo y que todos (artistas, obra, público, institución) se adaptaran a él. Esa hubiera sido una postura bastante arrogante. En cambio, pensamos cómo desarrollar un proyecto sobre la base de una metodología de diálogo. Organizamos encuentros abiertos en todo el país con artistas, curadores, críticos, activistas culturales. Les preguntamos sobre sus necesidades artísticas y políticas: qué está pasando aquí, qué es importante". El resultado fue una selección de artistas cuya obra está más relacionada con cuestiones sociales que con las tendencias actuales del mercado.
Más allá de la experiencia de la bienal, para Lafuente, el curador es quien valida un proyecto artístico. "Antes se lo consideraba la persona que facilitaba una muestra. Ese concepto empezó a cambiar con gente como el alemán Kasper Köning y se pasó a reconocer un trabajo de autor. En los años 90 surgieron en Europa y Estados Unidos escuelas de curaduría, que hacen foco en esa figura: alguien que da marco y autoridad a una exhibición. Hoy, los curadores articulan teoría en relación con obras y crean visibilidad para los artistas."
Para Marcelo Pacheco, uno de los especialistas en curaduría más prestigiosos del país, que trabajó casi una década en el Bellas Artes, otro tanto en la Fundación Espigas y doce años en el Malba, "el curador no es un artista ni un académico". Pacheco considera que "la práctica curatorial consiste en pensar estrategias narrativas para exponer al público una hipótesis propia, una postura sobre el arte. El rol del curador no es hacer una lista de artistas, sino pensar de qué manera, con qué recursos técnicos, narrativos y artísticos es posible mostrar las obras. Aunque no es el artista, el curador es también el autor de la muestra. Yo creo en la curaduría de autor".
Durante su gestión, el Malba consolidó su lugar en el mapa de los museos porteños y se posicionó como el preferido del público local y extranjero. "Cuando acepté el cargo, me propuse construir un programa curatorial, darle al museo una variedad de propuestas que a su vez creara un público, lo fidelizara y lo pusiera en el mapa. Y todo eso sucedió."
Cuando se le pregunta por los hitos de su gestión al frente del departamento de curaduría del Malba, Pacheco no duda: "No he vuelto a hacer otra exposición como Amigos del Arte. Me siento muy orgulloso de ese proyecto. Fue una forma de exhibición que, por entonces, Buenos Aires no había visto: con múltiples tecnologías, soportes y actividades. Pude demostrar que, además de pintores, movimientos y estilos, se podía contar la historia de una institución que marcó una época: los primeros cuarenta años del siglo XX para la Argentina. Fue una muestra muy convocante y, al mismo tiempo, un muy buen espectáculo".
Montada en el Malba, entre noviembre de 2008 y febrero de 2009, en Amigos del Arte se exhibieron cien obras de artistas como Fernando Fader, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Ernesto de la Cárcova, Benito Quinquela Martín, Emilio Pettoruti, Raúl Soldi, Antonio Berni y Xul Solar, además de fotografías, publicaciones, filmaciones, afiches, películas, diarios y revistas de la época.
El trabajo preferido de Pacheco resume la postura que sostiene como curador: aunque le interesa que una muestra no pase inadvertida para el público y la crítica, su premisa al pensar un proyecto es exponer una idea propia sobre el devenir del arte.
En ese punto coincide con Lafuente, para quien la creación artística "es un instrumento que puede hacer que el mundo sea más amplio". El curador, en definitiva, sería quien puede lograr un cambio de perspectiva con el arte como instrumento.
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