De “banana de la discordia” a pieza de museo: la obra de Cattelan irá al Guggenheim
“¡La banana de Cattelan se va al Guggenheim!”, celebró la galería Perrotin en su cuenta de Instagram. El anuncio realimentó el debate global desatado en diciembre pasado, cuando el artista italiano Maurizio Cattelan sorprendió al vender dos de esas frutas pegadas a la pared de un stand de Art Basel Miami por 120.000 dólares cada una, y el mundo entero se preguntó si eso era arte. Una vez pasado el impacto, el público se “apropió” de la obra de múltiples formas: desde un visitante de la feria que literalmente tomó la banana y se la comió, hasta con intervenciones de street art.
"Comediante ha entrado en la colección permanente del museo Solomon R. Guggenheim", agregó la galería, antes de citar una nota publicada en el New York Times: "El mérito estético ha sido reforzado por el museo Guggenheim de Manhattan, que la acepta en su colección como una donación anónima -escribió Graham Bowley-. El director del Guggenheim, Richard Armstrong, dice: ‘Somos agradecidos receptores del regalo de Comediante, otra demostración de la hábil conexión del artista con la historia del arte moderno".
La misma nota del New York Times -titulada "Es una banana. Es arte. Y ahora es problema del Guggenheim"- explica que, como suele suceder con muchas obras de arte conceptual, la donación no incluye la banana ni la cinta sino un certificado de autenticidad de 14 páginas con instrucciones para montarla. Por ejemplo, cuándo cambiar la banana (cada siete o diez días) y a qué altura del piso ubicarla (175 centímetros sobre el piso). "De todas las obras que tuve que confrontar, esta es probablemente una de las más simples", dijo al periódico Lena Stringari, responsable de la conservación de la colección del Guggenheim.
Se trata del mismo museo neoyorquino que le dedicó a Cattelan una gran retrospectiva en 2011, en la cual decenas de obras fueron colgadas del techo. El artista anunció entonces su "retiro" del arte, y unas 4000 personas por día asistieron a la despedida que no fue: cinco años más tarde, volvía a sorprender con un inodoro de oro instalado en el baño del Guggneheim. Valuada en más de 5 millones de dólares, esa pieza titulada América desapareció al ser exhibida en 2019 en el Palacio de Blenheim, donde nació Winston Churchill.
La inclusión de Comediante en la colección de un museo tan prestigioso como el Guggenheim reavivó los comentarios escépticos sobre las intervenciones de Cattelan, que también fue criticado cuando presentó en la Argentina su idea de un cementerio ficticio. Consistía en lápidas dedicadas a personas vivas, creadas por quienes respondieron a una convocatoria del programa Art Basel Cities: Buenos Aires. "Yo solo tuve la idea", aclaró entonces.
Provocar el debate es parte del ejercicio creativo de este artista autodidacta, cuya primera muestra en 1989 consistió en un cartel colgado en la puerta de una galería de Italia que decía: "Torno subito" (Regreso pronto). "Probablemente fue donada por el artista", dice ahora el comentario @felipearizacastro en la cuenta de Instagram @galerieperrotin, uno de más de doscientos referidos a la "banana de la discordia". "¡Están bromeando! Esto NO es arte", comentó por su parte @roberto_di.martino. "El mundo del arte es complejo. No se trata de lo que ves, es lo que sentís. Incluso si es enojo", le respondió @peresuana. "Es arte te guste o no -agregó @terrysilvester. Pero si es buen arte, ésa es la cuestión".
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