Cumple 35 años el Rojas, un centro cultural donde experimentar siempre fue la clave
Numerosas historias se escriben entre las paredes de los espacios culturales que siembran el mapa porteño. Un enclave particular, que vivió su época dorada a finales del siglo pasado y todavía sigue abierto a nuevas búsquedas intelectuales y estéticas, está hoy de gran aniversario: el Centro Cultural Ricardo Rojas celebra sus 35 años de actividad.
El semillero donde desfilaron nombres como Batato Barea, Las Gambas al Ajillo, Los Macocos, Alfredo Londaibere, Liliana Maresca, Elba Bairon, César Aira, nació en el 1984 como extensión de la Universidad de Buenos Aires y se perfiló como un catalizador de las inquietudes culturales emergentes en tiempos de la posdictadura.
Foco de vanguardias y experimentación y nodo de referencia para la escena under, el Rojas fue centro consagrado para la crítica y punto de despegue para varias generaciones de artistas. En su cumpleaños, luego de atravesar períodos de diversos perfiles, algunos de los protagonistas recorren su historia.
A mediados de la década del 80 y en los años sucesivos, varias formaciones escénicas encontraron en el Centro Cultural de la avenida Corrientes al 2000 un escenario idóneo para la crítica social con humor y sarcasmo. Entre ellas, Las Gambas al Ajillo, integrada por Verónica Llinás, Laura Market, María José Gabín y Alejandra Flechner. "Hacia el 1987/88 empezamos a hacer funciones gratis en el Rojas y el teatro se llenaba. Nos ganábamos nuestros pesos y de ahí nos íbamos al Parakultural, a la trasnoche", recuerda Flechner. La actriz recuerda como un fuerte la relación entre distintas disciplinas. "Nosotras estábamos vinculadas a artistas plásticas increíbles como [Liliana] Maresca, Ana López, Alicia Herrero o Alejandra Fenocchio. Había una potencia de mujeres muy grande. Siempre me pregunto si fue porque éramos menos o porque este mundo de sótano de los 80 era así. También estaba el trío de Batato [Barea], Urda [Alejandro Urdapilleta] y Humberto [Tortonese]. Para los que veníamos de los suburbios, el Rojas era un lugar que alojaba al ‘plebeyismo’ que estaba haciendo cosas. Creo que hay algo que sigue pasando allí: busca dónde se están cocinando las cosas que se van a hacer después, da lugar a los jóvenes y abre las puertas a las nuevas tendencias, a lo que se palpita, a lo diferente", valora la actriz.
Al principio, el centro cultural funcionó con dirección de Lucio Schwarzberg y, luego, de Leopoldo Sosa Pujato. Un momento de gran ebullición fueron los 90, cuando tomó el timón un joven Darío Lopérfido , que se desempeñó hasta el 96. "Fueron años de mucha vanguardia y a la vez de mucha calidad. El Rojas produjo en ese momento a artistas que luego descollaron. Fue un experimento curioso porque era un espacio que pertenecía a la Universidad (que pagaba los sueldos y ponía el edificio), pero en el que autogenerábamos los fondos a partir de espectáculos, fiestas y cursos. Lo más importante era lo que pasaba en las salas, los personajes que pasaban por ahí y los debates que se armaban. Era un ámbito de creatividad y discusión política impensable hoy", cuenta quien gracias a la visibilidad que le otorgó la gestión se convertiría más tarde en secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Lopérfido recuerda "larguísimos" ciclos de Los Macacos, a Alejandro Urdapilleta, Humberto Tortonese y Batato Barea, "máquinas creativas que vinculaban la actuación con un humor duro y en conexión con el trabajo de poetas que a ellos les gustaban mucho y que hacían conocidas para mucha gente joven. Mezclaban lo más corrosivo de la sociedad de ese momento con Alejandra Pizarnik y Alfonsina Storni". También destaca la impronta que tuvo el grupo de Danza de Adriana Barenstein, que "producía espectáculos de grandísimo nivel con muy pocos recursos y una repercusión de público enorme". A esto suma la galería del Rojas, curada por Jorge Gumier Maier, "con obras que no se veían en otros lugares", como la mítica exposición de Alejandro Kuropatwa organizada en colaboración con la galería de Ruth Benzacar o puestas teatrales como Para montar La tempestad de Claudio Nadie o las de Rubén Szuchmacher. Además, evoca a Tamara Kamenszain, Daniel Molina y César Aira y los filósofos Tomás Abraham y Gregorio Klimovsky , "con unas cosas muy interesantes contra las pseudociencias", recuerda el exministro de Cultura y exdirector del Teatro Colón sobre aquellos años de experiencia "formativa" al frente del Rojas. Fue durante su gestión que se sustituyó la fachada de cemento por la de cristal.
Años más tarde, el centro se amplió con la compra de la propiedad anexa, del cine Cosmos. La distribución del edificio, con doble entrada por la Avenida Corrientes 2038 y 2040, incluye aulas y varias salas de artes escénicas: la Batato Barea (con capacidad para 160 localidades), el Auditorio (80), la Sala Biblioteca (30) y la Sala Cancha (30). Para exposiciones, utiliza la fotogalería, la galería y un área en el entrepiso. Además, tiene una sede en la calle Tucumán, con 25 aulas para cursos. A través de los espacios EscenaLab, potencia el trabajo de creadores a nivel local e internacional, y con el Rojitas, dirigido a los niños, conecta con las inquietudes de millenials y centennials.
Tras Lopérfido, la gestión del Rojas continuó en manos de Pablo Alessandrini y Fabián Lebenglik, hasta que en 2007 desembarcó en la dirección José Miguel Onaindia, que renunció al año siguiente luego de un gran desafío para el Centro: resignificarse en un panorama cultural totalmente distinto al que le diera origen. Al respecto, Onaindia cuenta hoy: "En 2007, la cultura de vanguardia o under contaba con múltiples espacios y había que hacer un esfuerzo para que el Rojas tuviera un lugar que fuera eficaz en ese nuevo ecosistema cultural. Desde este diagnóstico, diseñamos un plan para proponer a la comunidad artística y al público opciones que los otros circuitos no ofrecían. Trabajamos en red con otros centros culturales, incorporamos nuevos géneros –como la ópera– e intentamos ampliar el número y la procedencia de las personas que realizaban actividades o que concurrían como espectadores". Así, se convocó a street artists a intervenir la sala de exposiciones, se presentó un libro de Edgardo Cozarinsky con una milonga y se convocó un ciclo de "óperas primas" para directores escénicos y dramaturgos debutantes, como Daniel Link o Daniel Guebel. "La apuesta fue a la diversidad de géneros, estéticas y espectadores. Creo que fue un año en el que se realizó una gestión de alta visibilidad y que atrajo a nuevas franjas de público", evalúa el gestor cultural, actual director del Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE) de Uruguay.
Cecilia Vázquez es la actual directora del centro cultural. El rector de la UBA, Alberto Barbieri, da su opinión respecto al cambio de perfil del centro en el nuevo milenio. "El Rojas continuó en la senda de la búsqueda y la experimentación, y la creación de un área que incorpora el trabajo con nuevas tecnologías en relación con el arte ha posibilitado sumar un público diferente", señala. Por otro lado, "acentuó el compromiso con la diversidad y las reivindicaciones de género". El Teje, la primera revista trans del país, y el ciclo Maestras, un homenaje a las artistas del país, se transformaron en ejes de una serie de propuestas de inclusión y diálogo sin etiquetas que incluyen actividades de formación y programación artística.
¿Cuáles son hoy los fuertes del Rojas? "El centro se respalda en la calidad artística de sus espectáculos y en las exigencias de los más de 900 cursos que ofrece anualmente y es parte de una escena local en permanente ebullición. Hoy apoya, acompaña y produce proyectos artísticos y de formación, posibilitando la emergencia de nuevas propuestas y dándole espacio a las más tradicionales. En el Rojas coexisten, por ejemplo, el arte y la tecnología en propuestas musicales que reúnen instrumentos tradicionales, tablets, experimentación visual y espacial. La libertad, lo interdisciplinario y los desafíos son parte de su universo cotidiano. También inició un diálogo con distintos actores culturales que se interrogan sobre 'El centro cultural del siglo XXI'", señala el rector. "Durante los ochenta, la literatura, las artes escénicas, el juego artístico y la enseñanza libre fueron la marca. En los noventa, y buena parte de los dos mil, las artes visuales tomaron la iniciativa y generaron una línea que se ha llamado ‘los artistas del Rojas’, una generación brillante que aún inspira una mirada del arte más allá de los mercados y las instituciones. También fueron años en los que los cursos tuvieron resonancia como un "modelo" de educación no formal, una experiencia integradora y accesible que se ha replicado exitosamente en otros espacios de la ciudad y del país". De la segunda década del milenio el rector señala también los ciclos Óperas Primas, Danza Sub30 y Familia.
¿Quién define si algo trasciende o no? Esta pregunta se hace la directora, dramaturga y actriz Maruja Bustamante, asesora de Artes Escénicas del Rojas desde 2014, cuyos comienzos en la actuación estuvieron vinculados al centro desde 2006. "No es cierto cuando se dice que en el Rojas ahora no pasa nada. Matías Umpierrez, por ejemplo, comenzó con el ciclo de Óperas primas en 2008 y ya lleva once ediciones, además de las treinta obras de directoras y directores que hoy están consagrados en el off. El Rojas es el lugar de arranque, que estimula a la prueba y abre las puertas de forma más diversa que otras instituciones".
FIESTA DE CUMPLEAÑOS
El Rojas organizó un amplio programa de actividades para festejar su cumpleaños: talleres musicales con tablets, laboratorio de tecnología para las artes escénicas, juegos en la galería de arte y performances. También se puede visitar la muestra de Walter Barrios y el 1° de octubre se estrenará un cortometraje en homenaje a Alfredo Londaibere, artista que formó parte del Rojas durante 30 años.
En teatro, se presentarán las obras La débil mental, de Ariana Harwicz (mañana, 21.30); El mártir (el 27, a las 20) y Los pájaros con Marcelo Subiotto (el 30, a las 20.30).
Este viernes se reestrenará el espectáculo de danza Rastros, de Ana Armas, y se presentará La pieza más pequeña, de Mercedes Ferrari. El sábado, llegan las óperas primas Las cuerdas de Ana Schimelman e Imprenteros.
Hasta el mes siguiente se desarrollará un ciclo dedicado a maestras visuales y habrá actuaciones musicales de Animal Cracker + King Shinobi y de la Orquesta de la UBA. Espacios y actividades dedicados a las murgas, conferencias, cursos, ferias y una oferta para mayores completan los actos de celebración del centro, que se puede consultar en la web.
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