Crónica sin concesiones
En su último libro, Alicia Dujovne Ortiz reconstruye el caso de Diego Duarte, un adolescente que en 2004 desapareció para siempre bajo toneladas de basura
¿QUIÉN MATÓ A DIEGO DUARTE?
Ciruja y linyera no son sinónimos; es decir, no son la misma cosa. El linyera está vinculado a lo romántico, es una criatura que elige deambular a la buena de Dios. "No tengo Norte/ no tengo guía/ para mí todo es igual/ lo que gano lo gasto, o lo doy", postulaba Antonio Tormo en una canción muy popular de los años 50. El ciruja, por el contrario, no está en condiciones de elegir, no tiene nada para dar: la extrema pobreza elige por él.
El corredor sanitario del Ceamse, situado en José León Suárez, es uno de los basurales más grandes del Conurbano. En ese predio dantesco numerosos camiones diariamente depositan productos que han sido descartados por fábricas y supermercados. Es posible encontrar desde aparatos eléctricos hasta víveres aún aptos para el consumo. A ese predio, al que está prohibido ingresar, acuden los cirujas con el propósito de encontrar en la basura algo que les permita mal alimentarse y, con un poco de suerte, reunir algunos pesos.
"Desaparecido -leemos en el diccionario- es aquella persona que se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive". Como consecuencia de la última dictadura, la palabra tuvo una connotación y una cifra atrozmente trágica. Diego Duarte, en la época de aquella dictadura, ni siquiera había nacido. En el 2004 vivía con sus hermanos en una villa de José León Suárez, cercana al sumidero del Ceamse. Tenía 15 años y junto a su hermano Federico solía revolver los despojos que a diario arrojaban en ese sitio. En la madrugada del 15 de marzo de 2004, se escondió con el fin de no ser descubierto por la policía y, según se sabe, fue sepultado por toneladas de basura. Su cadáver jamás apareció.
¿Quién mató a Diego Duarte? Esta pregunta, que le da título al libro, es la que Alicia Dujovne Ortiz se propuso responder página a página. Con la paciencia y el tesón de un detective privado, fue desbrozando y a la vez rearmando los hilos secretos del enigma. Visitó la villa y se contactó con las cooperativas que reciclan la basura para venderla al mejor precio. Muy pronto comprendió que con eso no bastaba. Supo que había una única manera de conocer la verdadera historia: se hacía preciso convivir con los vecinos, vestir sus ropas y repetir sus acciones.
Así conoció a Alicia, la hermana mayor de Diego, y a Lalo, un líder natural que durante meses la condujo por ese territorio de deshechos: "Estaba como en otra dimensión, legendaria, antigua. Cuando aparecían lugares así, una costra pelada, la descarga clandestina, todo me traía reminiscencias. Virgilio, porque él fue mi guía en el infierno. Y Antígona, porque Alicia se planta en defensa de su hermano como una heroína antigua". Así lo evoca Dujovne Ortiz y de ese modo articula una crónica sin concesiones y un relato densamente trágico, que se desarrolla muy cerca de aquí, en el cinturón ecológico, en ese sitio al que no arbitrariamente llaman "la quema".
"Más allá del Camino del Buen Ayre, los derechos humanos quedan en suspenso", leemos en las páginas de ¿Quién mató a Diego Duarte? El libro ofrece posibles respuestas, tiene un subtítulo definitivo, Crónicas de la basura , y está fechado el 25 de mayo de 2010, justo el mismo día en que jubilosamente se celebraba el bicentenario de la Patria. Un símbolo o una metáfora: eso queda a criterio de cada lector.
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