Cristina Peri Rossi: “Soy una francotiradora, demasiado independiente: la insumisa, así soy”
En una entrevista con LA NACION, la poeta uruguaya habla del Premio Cervantes, del exilio, la soledad, los derechos sexuales y dispara sobre la actualidad en la región: “Los políticos que tenemos son de cortas miras”
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MADRID.– Su expresión es breve, pero precisa. Son dardos, a veces látigos, los que lanza en cada respuesta. No hay grises ni tibieza en sus reflexiones. Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), flamante ganadora del Premio Cervantes, la máxima distinción de la letras en español, padece en estos días de broncoespasmos, una tensión que no ahuyenta su lucidez ni sus ganas de celebrar esta noticia en vísperas de su 80 cumpleaños, que cumple mañana. La autora uruguaya que reside en Barcelona dialogó con LA NACION tras recibir la noticia del galardón. Amable, se disculpa por la brevedad de la entrevista, pero no quiere exigir sus pulmones.
Autora de 45 libros, su obra aborda la narrativa, la poesía y también, en la reciente La insumisa (Editorial Cálamo), la autobiografía. El fallo del jurado del Premio Cervantes, un galardón dotado con 125 mil euros que recibirá el próximo 23 de abril en Alcalá de Henares, estaca que reconoce “la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros”. El exilio, que padeció en carne propia, el erotismo, el feminismo y la defensa de los derechos sexuales, han estado siempre presentes en su obra.
–En los últimos días su nombre había aparecido entre los favoritos para obtener el Cervantes. ¿Estaba al tanto de esta posibilidad?
-Para nada. Me enteré ayer. Estoy con un problema de broncoespasmos. Ayer salió el médico que vino a verme y entró el premio. Estaba afuera de toda información, pero, de todas maneras, sabía que era la fecha de concesión, aunque ni me imaginaba. Soy una francotiradora. No tengo “enchufes” [acomodos] ni nada. Soy demasiado independiente. Como dice el título de mi último libro, La insumisa, así soy. No me dejo someter fácilmente.
–Quizá esta rebeldía conduce a que tenga tantos lectores jóvenes.
-Sí... Toda mi vida he sido leída por los jóvenes. Cuando era joven, me leían mucho los jóvenes; cuando era una mujer madura, me leían mucho los jóvenes; y ahora, que soy una anciana, me leen mucho los jóvenes.
–Usted ha sido una pionera feminista en las letras hispanoamericanas. Hoy pareciera que hay bases más sólidas y una conciencia cada más nítida sobre la lucha y reivindicación de los derechos de las mujeres. Pero, ¿se sintió sola en aquella lucha cuando comenzó su carrera?
-Claro que sí. Me he sentido sola casi siempre, pero es una cosa buena. La soledad permite pensar sin tener presiones. Además yo tenía vocación de intelectual. Soy catedrática de Literatura Comparada. Leí a Simone de Beauvoir cuando mis profesores de la universidad no la conocían. En La insumisa cuento que desde muy chica tuve una percepción de las diferencias que había en el trato entre mujeres y hombres. Vengo de una familia pobre, y las diferencias se reproducen en todas las clases sociales, pero quizá en las familias pobres se perciben más porque los roles están más acentuados. Supe temprano que ser mujer no era ninguna lotería y que había problemas específicos.
–¿Por ejemplo?
-La idea de que el cuerpo femenino es diferente al del hombre, pero es tratado igual. Además está la falta de acceso a puestos importantes. Bueno, en la Argentina está Eva Perón, que eso hace un poco diferente a los argentinos.
–Debe haber leído muchas interpretaciones académicas sobre sus obras. ¿Cómo se lleva con aquel intento de lectores y profesores, respetuosos aunque no siempre acertados, que buscan teorizar sobre su creación?
-Respeto la opinión de todos. Y recibo todo lo que se escribe. He obtenido la beca Guggenheim, y la de DAAD (Servicio de Intercambio Académico Alemán) cuando Berlín todavía tenía el Muro; también la Universidad de Sevilla sacó un libro de 800 páginas con trabajos sobre mi obra. Pero siempre me mantengo alejada como creadora de lo académico, porque lo académico es castrador.
–¿Tiene alguna obra que considere que ha sido injustamente ignorada?
-Vamos a suponer qué es lo ignorado. A mí, cuando era joven, me gustaban escritores que no le gustaban a nadie. No sé qué tiraje tiene un libro de poemas en la Argentina. A Detente, instante, eres tan bello (Caballo Negro) le fue muy bien. Pero si en España, que tiene 45 millones de habitantes, se saca un libro de literatura y no un bestseller, digamos que se venden 1.500 ejemplares, cuando a un partido de fútbol asisten 100.000 personas. La literatura es como un vicio y como todos los vicios, tiene sus partes gratas y sus partes ingratas, no es algo que esté en lo popular.
"Falta lograr el sueño de San Martín, Bolívar y Artigas: una América Latina unida que se autoabasteciera. Se puede lograr, pero faltan políticos con visión"
–En su obra está siempre presente el exilio. Aún hay persecuciones políticas y exiliados en América Latina.
-¡Por supuesto!
–¿Cómo analiza el escenario de la región? ¿Por qué continúa en América Latina esta pesadilla?
-¡Porque somos muy jóvenes! También las hay en Europa, que teníamos siempre como el modelo a seguir, el modelo de civilización. Pero somos países, digo por América Latina, muy jóvenes. Tenemos 150, 200 años de independencia y además no tenemos este sistema europeo, por lo tanto, las luchas fraticidas que hay entre nosotros son porque falta lograr el sueño de San Martín, Bolívar y Artigas: una América Latina unida que se autoabasteciera. Se puede lograr, pero faltan políticos con visión, con ese proyecto. Los políticos que tenemos son de cortas miras. Es un proyecto que implica muchos años de trabajo.
–¿Cuál es el recuerdo más presente que tiene de Julio Cortázar, aquello que siempre regresa a usted?
-Tengo muchos recuerdos y están en Julio Cortázar y Cris. Él me dedicó unos poemas, con todo el amor, y durante muchos años no reconocí ser la Cris de sus poemas, hasta diez años después de su muerte. Tengo muchos recuerdos, los más bonitos y también los más duros, porque sufrió mucho. Cuando Cortázar, muy enfermo, fue a Buenos Aires, no fue recibido por Raúl Alfonsín. Espero que haya sido por esos secretarios, esos intermediarios que nunca faltan. Para él ha sido muy duro, como para mí ha sido muy doloroso que el gobierno uruguayo –ningún gobierno uruguayo una vez caída la dictadura– haya querido reconocer mis años de exilio y devolverme la cátedra.
–¿Ni siquiera de Pepe Mujica?
-¿El Frente Amplio? Tampoco.
–¿Por qué piensa que no se ha llevado a cabo este reconocimiento en su país?
-Los gobiernos no quieren ideas, quieren seguir una rutina de hace siglos, de reparto de patrimonio, y de acceso por amistades. Si tú te fijas, Dante estuvo exiliado, Kundera está exiliado, Nabokov se tuvo que ir. Soy insumisa. Defiendo el feminismo y la lucha por la igualdad de las lesbianas y de los transexuales. Y además hablo y escribo. Eso es un peligro para cualquier partido.