Convertido en una fábrica, el Malba invita a soñar con los mundos producidos por Cao Fei
La muestra una de las artistas chinas más reconocidas a nivel global ofrecerá desde el jueves distintas perspectivas sobre el vínculo entre la humanidad y la tecnología
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El piso está cubierto de “goma moneda”, con relieves circulares que impiden resbalarse. Algunos sectores están delimitados con cintas que sugieren zonas de peligro, una pared de la sala en penumbras está semicubierta con azulejos viejos y en un rincón se apilan cajas con la frase “Utopia Factory”. Una cucheta evoca las pequeñas habitaciones en las que viven muchos empleados chinos en grandes ciudades como Pekín, en general emigrados desde otras más pequeñas, donde trabajan entre 16 y 18 horas por día para aportar dinero a sus familias.
El montacargas que se eleva bien podría ser parte del montaje que convirtió en una fábrica parte del segundo piso del Malba. Pero está ocupándose de acomodar las últimas piezas de la primera exposición individual en América Latina de Cao Fei, nacida en China en 1978 y una de las artistas más importantes de la escena global contemporánea. Producida por la Pinacoteca de San Pablo, El futuro no es un sueño se alojó allí desde septiembre de 2023 hasta abril último, y coincidió con la última edición de la bienal que impulsa Brasil, titulada Coreografías de lo imposible.
Hay mucho de ese espíritu de ensayo utópico sobre diversas versiones del futuro en esta treintena de obras, en su mayoría videoinstalaciones de estética Retro Sci-Fi, que vinculan pasado y futuro al enfocarse en el vínculo entre la humanidad y la tecnología. Podrán verse desde el jueves en la misma sala donde se exhibió hasta hace pocas semanas la Ciudad Hidroespacial de Gyula Kosice, como parte de una muestra que convocó a más de 150.000 personas y que también invitó a imaginar otras formas de vida posibles.
“En San Pablo le fue muy bien, vino mucha gente joven –dijo a LA NACION su curadora, la brasileña Pollyana Quintella, de 32 años-. Creo que es una estética que atrae al público y como no es una exposición muy tradicional, hay otro tipo de relación corporal con las obras. Las personas se sienten cómodas porque se pueden sentar. Hoy estamos acostumbrados a este tipo de experiencia, a la imagen más líquida del video”.
La opción de sentarse no es un tema menor, ya que se incluyen documentales que duran más de una hora. Entre ellos 11.11 (2018), encargado por el Museo Guggenheim de Nueva York, que registra la sobrecarga de trabajo de los sectores logísticos de JD.com antes y después del “Double Eleven Shopping Day”, el equivalente chino al Black Friday estadounidense. “¡Más rápido! ¿Más rápido! ¡Sean más eficientes!”, grita un coordinador a través de un megáfono al comenzar el día, mientras miles de cajas son escaneadas y cargadas en camionetas para su distribución. Minutos más tarde se podrá ver cómo ocupan las veredas hasta llegar hasta su destino al final de la jornada. La película incluye testimonios de los trabajadores, que almuerzan en cuclillas entre las máquinas, y un impactante final que muestra un supermercado atendido por máquinas y paquetes entregados por drones.
“Ya tenemos mucha experiencia en el uso de robots –decía con orgullo un disertante en una conferencia de logística en 2017, registrada en el film-. Podemos reducir el número de empleados de depósito en un 70 por ciento. Los depósitos totalmente automatizados de JD.com son diez veces más eficientes que los normales, por lo que estamos seguros de que esta es la dirección que debemos tomar.”
Otra de las películas de larga duración, Asia One (2018), crea una ficción en ese escenario que ya no es tan lejano: en el primer centro de clasificación totalmente automatizado del mundo, ubicado en Kunshan, los dos únicos empleados humanos desarrollan un vínculo y se rebelan contra las demandas de eficiencia. Mientras se buscan entre paquetes que se mueven en cintas transportadoras son observados en forma continua por un robot, cuyos restos analizan con curiosidad otros personajes años más tarde. Esa desolada convivencia se intercala con escenas musicales protagonizadas por bailarines que danzan al ritmo de música disco junto a una pancarta que dice: “El hombre y la máquina van de la mano, ¡y hacen milagros!”. En una de ellas se mueven entre los tentáculos de un gigantesco pulpo inflable, el mismo que dará la bienvenida a los visitantes desde lo alto de las escaleras mecánicas del Malba.
“Algunos trabajos son más melancólicos, pero otros son un poco más ambiguos, como esta nueva ciudad. Hay humor y una negociación entre hombres y máquinas, ya no hay una idea de la realidad apartada de la tecnología. No hay una mirada moralizante. Muestra las contradicciones y cómo la tecnología permite también ampliar los mundos posibles, soñar de otros modos”, apunta Quinella, parada frente a uno de los trabajos más recientes de Cao Fei: el registro de Duotopia, la urbe flotante –sostenida también por un pulpo- que está construyendo en el Metaverso.
“¿Por qué deberíamos mirar atrás si queremos derribar las misteriosas puertas de lo imposible? El Tiempo y el Espacio murieron ayer. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente”, dice el Manifiesto futurista de Filippo Tommaso Marinetti, publicado en 1909 y citado en este último video. Una suerte de continuación de RMB, la ciudad que la artista creó en Second Life y que exhibió en 2007 en la Bienal de Venecia. En i.Mirror (2007), video sobre esta última incluido en la muestra, el avatar de Cao Fei establece un vínculo con otro masculino y opina que “volverse virtual es la única forma de olvidar la verdadera oscuridad”.
Para agendar:
Cao Fei. El futuro no es un sueño en Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), desde el jueves 28 a las 19 (con entrada gratis) hasta el 17 de febrero. Conferencia inaugural en el auditorio el jueves a las 18 con la participación de María Amalia García, Nancy Rojas y Pollyana Quintella. Se transmitirá en vivo por el canal de YouTube del museo.
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