Congelar lo efímero
En torno de la acción, del lenguaje, del poder y del dinero giran las obras incluidas por Margarita Paksa en sus últimas exposiciones.
LA década de los noventa ha aportado, entre otros elementos para el campo de las artes plásticas, una serie de exposiciones y también de investigaciones académicas sobre los años sesenta, que han destacado la importancia para la historia del arte argentino de sucesos efímeros que en el momento los protagonistas no se detenían para registrarlos. Esa necesidad histórica ha puesto de relieve a figuras como Margarita Paksa, que a la vez se han sentido urgidas por la actualidad para dar continuidad a sus obras a partir de líneas de trabajo comenzadas en aquel período. Ejemplos de este tipo de muestras, donde además esta artista estuvo incluida, son Experiencias 68, en Fundación Proa (1998), En torno a la acción en el Museo de Arte Moderno en mayo último, o En medio de los medios , simultánea a la suya individual que nos ocupa. Paksa, formada en escultura, enseguida se volcó hacia las nuevas tecnologías en el arte. Siempre se consideró a sí misma como una investigadora visual y su desarrollo así lo demuestra. Se encuentra, por otra parte, entre los artistas que dieron comienzo en Buenos Aires al arte conceptual también en los años sesenta.
En su actual exposición en la galería Ruth Benzacar, Paksa presenta una larga serie de obras individuales cuyo eje temático lo dicta su título El lenguaje, el poder y el dinero . En su mayoría se trata de imágenes digitales con un corto texto superpuesto impresas en papel fotográfico. Algunas están enmarcadas de manera simple, otras de mayor tamaño están adheridas sobre foam-boards y otras están montadas sobre back-lights , sistema de los carteles callejeros. La muestra se completa con algunos signos pegados en lo alto o bajo de las paredes y con un texto que funciona como marco teórico y poético en torno de la temática planteada. Para la lectura, la artista invita al espectador a sentarse en un pequeño banquito, pues se encuentra intencionalmente a la baja altura del zócalo, para no interferir con lo arriba mostrado.
Hay una imagen que se repite: la artista fotografiada de espaldas con un código de barras o con un texto en la nuca, y que funciona como nexo de unión con una obra suya anterior, presentada por primera vez en 1997, en el Museo de Arte Moderno: El partido de tenis . Paksa realizaba, por medio de aquella instalación acompañada de un video, una traslación de los conceptos de ´ganador´ y ´perdedor´ en el deporte hacia el panorama político, social y cultural. Las obras que presenta actualmente incluyen métodos de reflexión similares sobre lo que para ella serían las piedras fundamentales en las cuales se apoya la cultura occidental y algunos aspectos de nuestra propia cultura local en este fin de milenio.
Paksa establece un juego, según el cual transita por una delgada frontera para enunciar su discurso artístico. Utiliza como método de trabajo el instrumento más actualizado de comunicación, la computadora, emergente tecnológico más característico de nuestro tiempo, para asestar un fuerte golpe crítico sobre la cultura. Del mismo modo hace uso del lenguaje para revelar cómo en su misma construcción se plasman de manera tácita los signos estructurantes del poder, especialmente el político. "En unión y libertad", con un fondo de moneda argentina; "Estamos viviendo fuera de nuestros recursos", el fondo es el plano de ciudad de Buenos Aires; "No a la lucha de todos contra todos"; "Amo a los que sueñan imposibles", son algunas de las frases elegidas.
Con esta estrategia de trabajo, Paksa deja al descubierto algo que comenzó a suceder aquí desde los años sesenta: ella como artista y la elección de sus medios de expresión forman parte de la significación de la obra. Su persona se encuentra ´atrapada´ por un método artístico que siente como propio, pero que a la vez fue gestado por la cultura a la cual pone en cuestión.
Cada obra se erige como testimonio desencantado de un sistema de vida. En este planteo, El lenguaje, el poder y el dinero parecen tender una emboscada a los seres humanos y alejarlos de toda posibilidad vital y natural. Sin embargo, la artista parece dar crédito a la capacidad potencial de las personas a la rebelión, a la creación poética, al pensamiento autónomo. Se deja entrever de manera silenciosa, la alternativa de eludir "la visión oficial del mundo" mediante propuestas en clave estética. Salvar la vida y el arte de manera simultánea por medio de los intersticios que sólo la imaginación y la intuición conocen.
( Hasta el 25 de septiembre, en Ruth Benzacar, Florida 1000 )