Confirman que Miguel Ángel pintó otro “Juicio Final”, que se guarda celosamente en una bóveda con custodia de Ginebra
Después de ocho años, un estudio presentado hoy en Roma asegura que es del gran genio del Renacimiento la pequeña pintura al óleo sobre tela inspirada en el célebre fresco de la Capilla Sixtina que está en Suiza
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ROMA.- Miguel Ángel no sólo hizo el célebre fresco del Juicio Final de la Capilla Sixtina. Pocos lo saben, pero también hizo otro, mucho más pequeño y en otra técnica, en óleo sobre tela, según confirmó una investigación que duró ocho años y se dio a conocer esta mañana en Roma. Llamado el Juicio Final de Ginebra, el otro capolavoro del genio del Renacimiento es muy poco conocido y tiene ese nombre porque, a diferencia del Vaticano, que es admirado a diario por hordas de turistas, se encuentra celosamente guardado en un “caveau”, es decir, una caja fuerte de esa localidad suiza, blindado junto a otras obras de arte. Su propietario es un grupo empresario estadounidense que prefiere el anonimato.
De 96,52 x 81,28 centímetros y pintado sobre una muy delgada tela de lino, el pequeño Juicio Final de Ginebra fue un regalo que le hizo Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) al pintor florentino Alessandro Allori (1535-1607) para que lo usara como boceto para decorar un retablo del altar de la Basílica de Santissima Annunziata de Firenze, subrayó la experta en arte renacentista, Amel Olivares, en una conferencia de prensa en Palazzo Grazioli, nueva sede de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia.
Especialista en historia del arte y conservación del Vaticano, Olivares lideró la investigación junto al monseñor español José Manuel del Río Carrasco. Esta mañana, tras agradecer a todos los que colaboraron con este estudio interdisciplinario que involucró a académicos y profesionales de diversas partes del mundo, destacó que el Juicio Universal de Ginebra, compuesto de 33 figuras, sin lugar a duda tuvo su inspiración en el famoso fresco de la Capilla Sixtina.
Allori, en efecto, que era hijo putativo de otro importante artista florentino, Agnolo Bronzino (1503-1572), había estado muy cerca de Miguel Ángel y había estudiado sus obras durante su estadía romana, entre 1554 y 1560. En ese período, Miguel Ángel tenía muchos contactos con algunas de las influyentes y aristocráticas familias florentinas, como los Bardi, los Capranica y los Montauto, que, con su banco, que le financiaron también la realización de la tumba de Papa Julio II. Fue la familia Montauto la que le encargó a Allori que embelleciera su capilla privada en la Basílica de Santissima Annunziata de Florencia. Y fue entonces que Allori, justamente basándose en ese boceto de Miguel Ángel, creó con maestría un retablo del altar con el tema del Juicio Final. Para dejar en claro de dónde provenía el boceto, en su parte inferior, Allori escribió en latín: “El ciudadano florentino, discípulo del Bronzino, Alessandro Allori, pintó fielmente esta invención del excelentísimo pintor Buonarroti”.
La paternidad de Michelangelo
Al analizar durante ocho años el Juicio Universal de Ginebra, una pintura de la que se había perdido el rastro hasta hace cien años, los expertos pudieron confirmar la paternidad de Miguel Ángel al redescubrir diversos detalles peculiares. Entre ellos, por ejemplo, que en la pintura la figura del Cristo Juez aparece sin barba, como sucede exactamente en el fresco original de la Capilla Sixtina.
“Durante la investigación nos sorprendió, como en el caso de la capilla Sixtina y al ser un rasgo característico de Miguel Ángel, que no aparecía la barba en la figura del Cristo: solo se veían sombras y algunos trazos rectos”, comentó monseñor del Río Carrasco. En el retablo pintado por Allori, en cambio, el Cristo Juez fue pintado con una densa barba oscura.
Otro detalle importante es que en el Juicio Final de Ginebra aparece, como si se tratara de una firma, un autorretrato de Miguel Ángel, en el que aparece con un rostro más joven respecto. “La comparación forense del rostro del hombre con barba del Juicio Universal de Ginebra, desde el punto de vista anatómico, mostró muchos puntos en común con el rostro del autorretrato de Miguel Ángel de los Uffizi”, aseguró Chantal Milani, antropóloga forense experta en rostros.
Más allá de los parecidos, la investigación sobre la pintura volvió a resaltar el gran genio artístico de Miguel Ángel. “Hasta hace diez años era impensable hablar de pintura al óleo sobre tela en el Renacimiento, porque se creía que las pinturas se realizaban solamente sobre tablas”, subrayó Olivares. “El Juicio Final de Ginebra demuestra que Miguel Ángel conocía la técnica del óleo sobre tela, que probablemente aprendió de Sebastiano dal Piombo (1485-1547), que llegó a Roma alrededor del 1512 y que estuvo en contacto con los grandes maestros y que, es sabido, era amigo del gran artista”, agregó.
Tras servir de boceto de la obra de Allori en el retablo del altar de la Basílica de Santissima Annunziata de Florencia, el Juicio Universal de Ginebra con el correr de los siglos pasó a estar en diversas manos. Una descripción detallada de la obra fue hallada en el Archivo de Estado de Florencia de 1792, en el marco de documentos relativos al inventario de muebles y obras de arte de propiedad del marqués florentino Donato Guadagni, considerado el “Rockfeller” de la época.
Restaurada en 2015 por el profesor Antonio Casciani, esta pintura bastante desconocida de Miguel Ángel cinco siglos después se encuentra actualmente en óptimas condiciones, guardada en una caja fuerte en Ginebra. Al momento, no están previstas exhibiciones y nadie sabe si ese seguirá siendo su destino. Ante la pregunta del millón, es decir, si es posible verla, visitarla, ahí, en el “caveau” de Ginebra, la contestación fue que puede hacerse un pedido.
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