Conciencias sutiles
Siete cuentos a cargo de siete narradores diferenciados, más por las pasiones que encarnan que por la singularidad de la voz, dan cuerpo a Mi yo multiplicado. Esa multiplicidad es una propuesta y un enigma: ¿de qué modo la unidad de un punto de vista clausura las fronteras impuestas por el género? Con ese gesto, "por efectos y mecanismos que no lograba entender", como el hijo que fotografía a los padres mientras duermen, se sustrae una mirada profesional del relato y, a cambio, pese a sí mismos, los narradores –engolados, distraídos, paranoicos– proponen tentativas camufladas de una atracción fatal ("Lorena"), una despedida de este mundo ("El llamado de Theda"), un duelo ("Como animalitos dormidos"), un amor loco o una sospecha siniestra ("Estigma").
Ya sea una boa transformada en mascota, una novia con revólver o un guionista amante de las sensaciones fuertes, los personajes de Di Pace se mueven despacio, conscientes de las articulaciones del relato (menos la boa), "respondiendo a una sutil coherencia de la situación".
Al alternar circunstancias cotidianas, grotescas o melodramáticas, con interioridades dignas de criaturas románticas, los relatos, tallas de experimentación verbal, liman el verosímil realista. En su segundo libro de cuentos, Gustavo Di Pace (Buenos Aires, 1969) avanza a ritmo exponencial en la dislocación de la lengua literaria, ese territorio extranjero.
Mi yo multiplicado
Gustavo Di Pace
Alción
100 páginas
$ 63