Con una megamuestra, el Moderno inaugura su esperada ampliación
Un desnudo pintado en 1960 por Francis Bacon cuelga junto a La imagen agónica de Dorrego, pintura realizada al año siguiente por Luis Felipe Noé, en el renovado Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En otras salas del edificio de San Telmo que reabrirá el jueves de la semana próxima, tras su esperada ampliación, comienzan a montarse diálogos similares entre la producción de artistas de distintos continentes como Gerhard Richter y Kenneth Kemble, Joseph Beuys y Nicolás García Uriburu, Edgardo Antonio Vigo y On Kawara.
La megamuestra de 500 obras creadas por un centenar de artistas y colectivos incluye varias de Lucio Fontana, símbolo del creador migrante que ejerció de puente entre Europa y América Latina.
Historia de dos mundos se titula la ambiciosa exposición, que relaciona las colecciones del Moderno y del Museo de Arte Moderno de Frankfurt (MMK) y suma otros trescientos trabajos provenientes de colecciones privadas y públicas de América Latina, Estados Unidos y Europa. El foco está puesto en el periodo comprendido entre 1944 y 1989, y propone abordar desde una nueva perspectiva la relación entre lo que hasta hace poco se consideraba "centro" y "periferia".
"En esta muestra uno encuentra artistas latinoamericanos y europeos que son pares en jerarquía y calidad artística", dice a LA NACION Victoria Noorthoorn, que además de dirigir el Moderno curó la muestra junto a Javier Villa, del mismo museo, y a Klaus Görner, del MMK. "Es la primera vez –agrega– que una colección europea con obras paradigmáticas de los discursos canónicos de la historia del arte occidental se abre a la posibilidad de ser revisitada desde el punto de vista del historiador de arte latinoamericano."
Esa oportunidad se abrió cuando la Fundación Federal de Cultura Alemana convocó a los principales museos alemanes a dar una perspectiva más global a sus colecciones. Así viajó miles de kilómetros la oferta del MMK hasta su par porteño, y comenzó a gestarse hace más de dos años esta muestra que se expuso primero en Frankfurt, desde noviembre de 2017 hasta abril último. Hábil negociadora, Noorthoorn los convenció de que semejante esfuerzo de producción merecía ser apreciado también en la Argentina, desde donde fue gestado. Logró sumar fondos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que la exposición cruzara el Atlántico.
Aunque algunas obras del montaje original quedaron en Europa, por ser muy frágiles para su traslado, se sumaron otras locales que tenían sintonía con el guión curatorial. La propuesta, que no tiene la ambición de ser enciclopédica, comienza su recorrido de cinco décadas en 1944, con el diálogo entre los artistas concretos y Fontana.
Este último representa un caso paradigmático: sus obras son cotizadas en millones de dólares en las principales ferias y subastas del mundo –algo que no logró ningún artista latinoamericano– y se lo considera europeo pese a que nació en 1899 en Rosario, de padre italiano y madre argentina. Entre 1940 y 1947 desarrolló en nuestro país una parte importante de su carrera, que suele pasar desapercibida en los textos dedicados a su legado.
Sin embargo, recuerda Villa, "acá hizo el Manifiesto blanco, una respuesta directa al Manifiesto invencionista de la Asociación Arte Concreto-Invención, y realizó dibujos titulados Concepto espacial. Al mes de volver a Europa, en 1947, publicó el Primer Manifiesto del Espacialismo, movimiento que influyó sobre artistas europeos como Yves Klein y Piero Manzoni."
El sueño del fantasma
Un puente intercontinental similar se propuso construir hace más de seis décadas Rafael Squirru, fundador del Moderno, cuando embarcó la producción de más de cincuenta artistas argentinos a bordo del buque Yapeyú y zarpó a exhibirlas en veinte ciudades.
"El museo soy yo", solía responder con humor el crítico, dispuesto a trascender fronteras mientras esperaba que se construyera la sede que alojaría al museo desde 1960 en el Teatro Municipal General San Martín. Mientras tanto, el llamado "museo fantasma" impulsaba muestras en otros museos, galerías y hasta en el Jardín Botánico.
Más de 5000 personas asistieron en septiembre de 1989 a la inauguración de la sede actual, en la Avenida San Juan 350, donde funcionaba antiguamente la Tabacalera Nobleza Piccardo. Una primera ampliación a cargo de Emilio Ambasz durante la gestión de Laura Buccellato, que demandó una nueva mudanza provisoria del museo al edificio del Correo Central, conservó los restos de una construcción del siglo XVIII conocida como "la casa del naranjo", visible desde el auditorio.
Para esta segunda etapa de ampliación, que integró el edificio de la esquina de San Juan y Defensa que antes alojaba al Museo del Cine, Ambasz le pasó la posta a su colega Carlos Sallaberry. Una inversión de 64 millones de pesos y el importante financiamiento del Gobierno de la Ciudad hicieron posible que la superficie total se extendiera a 11.000 m2.
Eso incluye la duplicación del espacio de exposición hasta alcanzar los 4000 m2 y la incorporación de un café/tienda y de un nuevo espacio para actividades educativas, además de nuevos ascensores y una imponente escalera que conectará la planta baja con los dos niveles superiores. También se integrará en marzo la biblioteca, que actualmente funciona en la calle Alsina.
Desde noviembre el Moderno exhibirá parte de su patrimonio, que supera las 7000 obras. Fueron reunidas durante más de seis décadas gracias a adquisiciones y donaciones como las de Ignacio Pirovano, Alberto Heredia y la familia de León Ferrari. El museo, al fin, somos todos.
Para agendar
Historia de dos mundos se inaugura en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Avenida San Juan 350) el jueves 12, a las 19, con entrada gratis. Continúa hasta el 14 de octubre, con entrada a $30 y los martes gratis. Lunes, cerrado.
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