Con un desfile de obras y “pinturas para ser oídas”, Alec Oxenford cierra un ciclo en Brasil
El empresario argentino, que acaba de ser designado embajador en Estados Unidos, presentó en Porto Alegre la última de tres muestras de su colección de arte en el país vecino
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PORTO ALEGRE.- Podría ser un desfile de modelos. Hombres y mujeres bien vestidos descienden a paso sincronizado al ritmo de la música electrónica por los pasillos curvos de la sede de la Fundación Iberé Camargo, que evoca desde Porto Alegre el Guggenheim de Nueva York. Solo que cuando llegan a enfrentar al nutrido grupo de personas los espera en la planta baja, les muestran lo que llevan bajo el brazo: fotografías de la artista argentina Cecilia Szalkowicz. Luego, dan media vuelta y llegan otros que hacen lo mismo.
Así quedó inaugurado hoy el tercer y último capítulo del ciclo de muestras Un lento venir viniendo, iniciado en 2022, que presentó por primera vez en Brasil una selección de obras de arte contemporáneo argentino pertenecientes a la Colección Oxenford. Con curaduría de Mariano Mayer, más de 150 obras de más de un centenar de artistas argentinos se presentaron en tres espacios culturales de enorme relevancia, que incluyeron también el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, en Río de Janeiro, y el Instituto Tomie Ohtake, en San Pablo.
Las cincuenta obras exhibidas hasta el 23 de febrero en este edificio diseñado por Álvaro Siza, que alojó en 2010 una memorable muestra dedicada a León Ferrari y Mira Schendel, proponen según Mayer “ver las cosas que nos rodean de un modo diferente”. Están vinculadas con la poética del escritor João Gilberto Noll, nacido en esta ciudad. Sobre todo con su novela A cielo abierto, donde “la realidad se descompone para construir otra en la cual todo se transforma y se vuelve poroso; uno va atravesando espacios y cuerpos, y no entiende cómo”. “Todo está unido por el afecto –explicó a LA NACION- y lo precario se convierte casi en un don, en la posibilidad de existir”.
Esa forma de concebir el mundo está muy bien expresada en las piezas reunidas, de autores como Jorge Macchi, Diego Bianchi y Oscar Bony. Por ejemplo en una de Luciana Lamothe, artista que representó a la Argentina en la última edición de la Bienal de Venecia: una serie de fotos que muestran el exterior a través de un resquicio dejado por sus dedos. O en la manta usada y bordada con libélulas por Feliciano Centurión, en la Tranquera abierta de Sol Pipkin; en la escultura textil de Alejandra Mizrahi; en el collar de botones creado por Sergio De Loof o en las obras realizadas especialmente para esta muestra por Valentina Liernur, Sofía Bohtlingk y Julieta García Vázquez. Estas dos últimas artistas presentaron una instalación conjunta: Amor mía (2024), compuesta por dos ramas que son “pinturas para ser oídas”. Al acercarse, se oye una voz que describe imágenes en portugués.
No estuvo aquí para escucharla en la inauguración el hombre que reunió desde 2008 más de 600 obras de más de 150 artistas nacidos o residentes en nuestro país: Alec Oxenford, empresario tecnológico y expresidente de arteba, designado semanas atrás como embajador en Estados Unidos. Decidido a enfocarse en su futuro rol, que aún debe ser aprobado por el Senado, optó por el perfil bajo y por no dar entrevistas para centrar su exposición pública en las tareas que la próxima función demande.
“Este año, tanto en lo profesional como en lo personal, como es de público conocimiento, me encuentra en una etapa distinta, enfocado cien por ciento en nuevas responsabilidades que asumo con absoluto compromiso por mi país –explicó en un comunicado-. Con lo cual, la gestión cotidiana de la colección quedará en manos de un equipo de profesionales cuya dedicación y excelencia han sido y seguirán siendo fundamentales para cumplir con nuestra misión”.
Dicha misión, ideada en 2008 junto a Inés Katzenstein –actual curadora de arte latinoamericano del MoMA, donde dirige además el Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros-, está enfocada en apoyar la escena del arte contemporáneo argentino y abarca programas de adquisiciones, exposiciones, becas de viaje e investigación. “Ver cómo este proyecto ha crecido y el impacto positivo que tiene en la trayectoria de los artistas me apasiona profundamente”, agregó Oxenford, que encara todos sus proyectos con el mismo entusiasmo.
Creador de dos unicornios –OLX y LetGo- este empresario tecnológico que comenzó en los 90 con DeRemate.com maneja a la perfección el idioma que habla Elon Musk, figura central en el gobierno de Donald Trump y su principal donante. Días atrás, una de las pantallas de Times Square se iluminó con la bandera argentina y su nombre, en un reconocimiento de Nasdaq a su designación. En una de sus publicaciones recientes en la red social X –que pertenece al dueño de SpaceX y Tesla- aseguró que “la inteligencia artificial será clave” en su plan de trabajo. Prometió además que impulsará más oportunidades para que los emprendedores argentinos “aprovechen al máximo el potencial del mercado estadounidense”.
Qué orgullo ver la bandera argentina en Times Square ayer. Como dijo el presidente @JMilei: “Los emprendedores son benefactores sociales que ofrecen productos y servicios de mayor calidad o menor precio”. Agradezco a @Nasdaq por este reconocimiento a los emprendedores argentinos.… pic.twitter.com/FiWWpnisAl
— Alec Oxenford (@alejandrito) November 19, 2024
Sin embargo, Oxenford no se limita al lenguaje de la tecnología, el comercio y las inversiones. Comprende comprende también formas más sensibles de vincularse, como quedó demostrado hoy. El coleccionista aseguró en otra de sus publicaciones desde la cuenta @alejandrito que la Argentina “puede ser una potencia cultural global. Tiene una oportunidad extraordinaria de posicionarse como faro cultural y usar este ‘poder blando’, en términos de Joseph Nye, para influir positivamente en el mundo”.
En una entrevista concedida a LA NACION en 2018, cuando aún era presidente de arteba, Oxenford recordó que los artistas “son las personas más sensibles de la sociedad, quienes reúnen la esencia de la vanguardia, lo que está en la punta de nuestro tiempo”. “François Pinault es un ejemplo espectacular –agregó-. Él va al extremo al decir que no se puede ser un empresario exitoso en una industria competitiva sin tener conexión con el arte, por esta necesidad de entender hacia dónde van las cosas”.
Como Szalkowicz con su desfile de obras, Soy un disfraz de tigre, presentado por primera vez en 2019 en el hall del teatro San Martín: una muestra móvil que invierte la relación con el público, para proponerle una nueva manera de mirar.
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