“Con mis ojos”: el pabellón del Vaticano en la Bienal de Venecia será en una cárcel de mujeres
Ocho artistas internacionales interactuarán con presas de la Casa de Detención de la isla de la Giudecca; en una experiencia inmersiva inédita y original, los visitantes antes de ingresar deberán dejar documento y celular, como en un instituto penitenciario
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ROMA.- El 28 de abril el papa Francisco se convertirá en el primer pontífice de la historia que visita la Bienal de Arte de Venecia. Y se entiende por qué: en lo que se vislumbra como una propuesta artística de lo más novedosa e inédita, para la 60° edición de la “madre de las bienales” la Santa Sede tendrá su pabellón en una cárcel: la Casa de Detención femenina de la isla de la Giudecca. Allí, acompañado por detenidas que participaron de un proceso creativo sin precedente junto a artistas contemporáneos de la talla de Maurizio Cattelan, entre otros, el visitante podrá tener una experiencia inmersiva seguramente única, que fundirá el arte -pinturas, esculturas, instalaciones, workshops, cine, danza-, con una realidad dura, difícil, que pocos quieren ver, de nuestro tiempo, como la del mundo carcelario.
Tal como destacó hoy el cardenal portugués José Tolentino da Mendonca, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación de la Santa Sede, en una conferencia de prensa en la que se presentó el pabellón, no es casual que se hubiera elegido “un lugar tan inesperado” como una cárcel. Y tampoco es casual que el título elegido para la muestra -que, como la Bienal, tendrá lugar del 20 de abril al 24 de noviembre-, haya sido Con mis ojos.
“El título contiene, en sí mismo, algo de disruptivo y profético, propone un paso y una dirección cultural distinta. Vivimos en una época marcada por el predominio de lo digital y por el triunfo de las tecnologías a distancia, que proponen una mirada humana cada vez más diferida e indirecta, corriendo el riesgo de quedar alejados de la realidad misma”, dijo. “La contemporaneidad prefiere metaforizar la mirada, pero ver con los propios ojos confiere a la visión un estatus único, porque involucra directamente en la realidad y nos hace no espectadores, sino testigos”, agregó.
Es en este marco de una realidad fuerte, la de las cárceles, que los curadores Bruno Racine y Chiara Parisi -dos nombres más que importantes del panorama internacional-, convocaron a ocho artistas de renombre -el ya mencionado Cattelan, Bintou Dembélé; Simone Fattal, Claire Fontaine, Sonia Gomes, Corita Kent, Marco Perego & Zoe Saldana y Claire Tabouret-, para interactuar, cada uno a su manera, con las detenidas.
“No es sólo una propuesta artística, sino también relacional. Había que evitar transformar la cárcel en un espacio expositivo banal, sino que queríamos involucrar a los artistas en un trabajo con las mujeres de la cárcel. Y justamente por eso no podíamos encomendar el trabajo a un sólo artista, sino que pensamos en una constelación de artistas diversos, unidos por la voluntad de participar de una experiencia única”, contó Racine, que precisó que todos, tanto artistas como detenidas, reaccionaron a la convocatoria con enorme entusiasmo. Lo mismo ocurrió con el departamento de Administración Penitenciaria del Ministerio de Justicia italiano, que colaboró con el proyecto, que contó, además, con un sponsor importante.
Para visitar Con mis ojos, impactante apuesta del Vaticano para la Bienal, no sólo habrá que hacer antes una reserva online. Tal como ocurre cuando una entra a una prisión, el visitante deberá dejar en la entrada su documento de identidad y su celular “para abrir sus ojos y ver la realidad en forma directa, sin el telefonino en mano”.
“Va a ser una experiencia distinta, única, inmersiva para el visitante, que al entrar atravesará una frontera, entrará a otro mundo, que es justamente el tema de la Bienal de este año, titulada Extranjeros en todas partes”, puntualizó el curador. Entonces, el público tendrá acceso a los puntos claves de la prisión: el jardín, el patio, la sala donde las detenidas suelen reunirse con sus familiares y la capilla. “No vamos a las celdas, no es necesario, aunque allí es donde uno de los artistas, Marco Perego, junto a su mujer, Zoe Saldana, hizo una película en la que también participaron unas 20 detenidas”, contó Parisi, que subrayó que fue “increíble” lo que fue dándose en los últimos meses en la cárcel femenina de la Giudecca gracias a este proyecto.
“Se están creando prodigios porque los artistas multiplicaron su creatividad gracias a la energía de las detenidas”, aseguró. Contó, por ejemplo, que la artista francesa Claire Taburet, recibió de las detenidas, como “don efímero”, fotos de muchas de ellas de pequeñas, sobre las que está creando una pintura en su atelier de Los Ángeles. La artista sirio-libanesa Simone Fattal, en tanto, pasó a crear esculturas en base a las poesías escritas por las presas, que, “más que sufrir por la falta de libertad, sienten el peso de lo que padecen sus familias por su culpa”.
La Casa de Detención femenina de la Giudecca, que seguramente se convertirá en una de las grandes atracciones de la Bienal, “es un lugar muy lindo, de mediados del siglo XIX, con mucha historia ya que allí antes funcionó un convento de “convertite”, mujeres perdidas”, precisó Racine.
¿Cómo surgió la idea de que pasara a convertirse en el pabellón de la Santa Sede para la 60 edición de la Bienal de Arte más importante del mundo? El cardenal Tolentino, que recordó que la Santa Sede no tiene un pabellón fijo en Venecia, por lo que suele ir “de peregrinaje por el archipiélago” para buscar un lugar significativo, explicó que se optó por esta cárcel femenina no sólo porque es una tradición que los católicos visiten estos lugares como voluntarios, sino también por “coherencia” con el pontificado del papa Francisco, que siempre le dedicó una atención especial. El papa argentino siempre se distinguió por querer visitar cárceles en sus viajes apostólicos y por ir los jueves santos a cárceles para lavarle los pies a presos, cosa que incluso hacía en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires.
Tolentino recordó, además, que cuando en junio del año pasado el papa Francisco recibió a 200 artistas en la Capilla Sixtina, les recordó su responsabilidad social. Y les pidió que no se olvidaran de los pobres, que son los preferidos de Cristo. “Por eso dijimos ¿por qué no instalar nuestro pabellón en una cárcel?”, comentó. Y contó, finalmente, que cuando le presentó el inédito proyecto para la Bienal al Papa, este, con su habitual sentido del humor, lo sorprendió al anunciarle: “iré yo también para verlo ‘con mis ojos’”.