Con careta, Borges celebró Halloween en el año del retorno a la democracia
Así lo recordó hoy la cuenta Historias de la Literatura, que muestra al autor de “El Aleph”, en una fiesta de disfraces como “el lobo”, durante una temporada en Wisconsin en 1983
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Las redes sociales también proveen una felicidad discreta. Hoy, cuando se festeja Noche de Brujas o Halloween, en la cuenta de X “Historias de la Literatura” (@HistoriasLitera), creada en 2019 por el médico Gonzalo Méndez y la bióloga Carolina Toranza, ambos de Uruguay, se publicaron fotos de Jorge Luis Borges con una máscara de hombre lobo en una fiesta de Halloween, en octubre de 1983, en la ciudad estadounidense de Madison. Ya en su departamento porteño, el autor de Historia de la eternidad volvió a posar con la máscara.
“El día de Halloween de 1983, Borges se encontraba en Wisconsin, donde estaba para dar unas conferencias -se lee en la publicación-. Tras algunas insistencias y por no ser descortés, aceptó la invitación a una fiesta de disfraces. Cuenta Borges: ‘Todo el mundo se había disfrazado: profesores, estudiantes… Aunque le tengo mucho miedo a las máscaras, acepté, porque si no hubiera sido un aguafiestas. Entonces invertí dos dólares en una gran cabeza de lobo. Entré en una sala llena de esqueletos, de fantasmas, de vampiros y grité (en latín): ‘El hombre es un lobo para el hombre’”.
La anécdota surge de una nota que le realizó a Borges el periodista Jorge Montenegro para la revista Gente, el 15 de diciembre de 1983, y se completa así: “En ese momento me tiraron de la manga y me dijeron al oído que había ganado el doctor Alfonsín. Entonces se me ocurrió, ya que tenía la cara de lobo… entré en la sala aullando y les grité a los esqueletos, a los fantasmas, a los osos y a los tigres. Estaba en un ambiente fantástico; pero había sucedido algo mucho más fantástico en la patria, un milagro mayor. Mucho más importante que este pequeño milagro, que yo apareciera en la reunión con una gran cabeza de lobo”.
Días después de esa foto, ya en el living de su casa, Borges volvió a colocarse la máscara y posar para una foto.
— Historias de la Literatura (@HistoriasLitera) October 31, 2023
En esa oportunidad, sus palabras no fueron tan profundas, sino que comentó:
"Qué olor tan tremendo a goma" pic.twitter.com/BHNcQDJx4w
En la misma entrevista, que se puede leer en este enlace, el escritor se refiere al retorno (y el significado) de la democracia. “Ahora es una esperanza, no un imposible. Ha ocurrido algo asombroso. Cuando hablé con el presidente electo, quien recibió a un grupo de escritores, le pude manifestar mi gratitud personal porque había ocurrido algo inesperado. Yo estaba en Madison, capital de Wisconsin, dando una serie de conferencias cuando llegó la noticia, el lunes por la mañana…”.
“Somos una pareja de Uruguay -dice Méndez, de @HistoriasLitera, a este diario-. Nos apasiona la literatura y como no encontrábamos historias que no sean la típica biografía o análisis de libros, decidimos hacer una cuenta y contar historias más descontracturadas y poco conocidas. Hasta ahora, publicamos más de doscientas”. Para seguir en X.
Borges aterrador
La relación de Borges con la literatura de terror no ha sido tan estudiada como su pasión por la literatura fantástica o el relato policial. Sin embargo, cuentos como “El evangelio según Marcos”, “La casa de Asterión” o “There are more things” (que rinde tributo a H. P. Lovecraft) se pueden leer como estilizadas historias de terror.
“El terror es uno de los pocos géneros que se define por la emoción que causa: el miedo -dice el escritor Pablo Martínez Burkett a LA NACION-. Y con el solapamiento de realidades y aun, un claudicante solipsismo, Borges se vale de la fantasía para provocar ese extrañamiento de lo cotidiano que celebraba Freud. Y cuando lo familiar deja de serlo, ese vértigo se transforma en la emoción más antigua: el miedo a lo desconocido del que hablaba Lovecraft. La tabulación de Borges como autor de terror podría sonar a herejía. Sin embargo, los interrogantes que plantean sus textos provocan un terror metafísico y epistemológico. Para reducirlo a dos ejemplos: no somos más que el sueño de una divinidad dormida, como en ’Las ruinas circulares’, y todo conocimiento resulta un mero engaño de los sentidos, como en ‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’. Borges se entretiene en dinamitar cualquier categoría al presentar universos antagónicos que, sin embargo, aunque se excluyen entre sí, resultan igualmente admisibles. Todas formas que al final derivan en una espiral de horror y vértigo”. Recientemente, Martínez Burkett publicó La ciudad que no duerme (Omashu), novela de terror en la que vampiros chinos atacan un pueblo del interior profundo.
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