Con buenas ventas y celebración por el reencuentro, arteba termina hoy una edición memorable
La feria celebra tres décadas de la mejor manera: al éxito comercial se sumó el entusiasmo de volver a lo presencial tras la pausa impuesta por la pandemia; ya se agotaron las entradas para ingresar en Arenas Studios, en La Boca
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Con pies y manos sobre el piso, Elena Dahn avanza lentamente sobre el pavimento en La Boca. Cinco tiras de látex la unen a una de las sólidas columnas que sostienen la autopista Buenos Aires-La Plata. Primero se rompe una, luego otra, hasta quedar totalmente liberada de la estructura.
La performance que forma parte del programa artístico de arteba parece todo un símbolo de lo que debió atravesar para llegar hasta acá la fundación que organiza una de las ferias de arte más importantes de América latina. Las tres décadas que celebra con la edición que termina hoy, con un gran éxito de ventas, largas filas que esperan para entrar en Arenas Studios y entradas ya agotadas por el aforo, son el resultado de la persistencia y el esfuerzo en un país habituado a las crisis.
Después de un año especialmente difícil, con un doble recambio de autoridades tras la cancelación de la edición 2020 por la pandemia, no faltó la polémica en este encuentro que busca incluir a un público cada vez más diverso. Una performance de Eduardo Hoco Huoc titulada Buscando a Crista, que involucró contorsiones eróticas junto a la recreación de un rosario, provocó un reclamo de Cynthia Hotton, del partido Valores para mi país, días antes de las elecciones legislativas. Las redes sociales aportaron el resto.
El debate, sin embargo, no empañó el festejo colectivo. “Confío en la libertad de expresión del arte”, dijo a LA NACION Diego Bianchi, curador del programa de performance de arteba, quien destacó la voluntad de la feria de expandirse hacia el espacio público con actividades gratuitas que incluyen charlas, presentaciones de libros, música en vivo y ciclos audiovisuales y de DJs. “Va a quedar en la historia como la feria del reencuentro y el fortalecimiento de la escena del arte argentino contemporáneo de la que todos y todas formamos parte -declaró por su parte Larisa Andreani, presidenta de arteba-. Fue muy emotiva y nos permitió acercarnos, dialogar, disfrutar”.
“El amor no te obliga a hacer cosas que no querés”, dice la frase impresa en una de las remeras realizadas por la comunidad de Belleza y Felicidad Fiorito, proyecto inclusivo impulsado por Fernanda Laguna. Están en venta en el Paseo de las Artes Pedro de Mendoza, frente a la Usina del Arte, donde también se exhiben fotografías de sus integrantes. En el mismo espacio es posible ver cómo se tatúan obras de Marcelo Pombo o comprar objetos de diseño a precio accesible y obras a beneficio de proyectos solidarios.
El circuito barrial se completa con muestras como las de Mondongo en Barro, Ignacio de Lucca en la Usina del Arte –donde también se exhibe una escultura de Luis Terán que participa de la Semana del Arte-, colectivas en Munar y Fundación Proa, y un Open Studio de Lobo Velar en Beta Sur.
Puertas adentro de Arenas Studios, no hay más que caras sonrientes. Por primera vez en muchos años, probablemente como nunca antes, todos los galeristas están contentos. En parte a que el costo del stand implicó este año un costo menor, pero sobre todo porque las ventas no paran de multiplicarse. Ayudó una actitud flexible a la hora de negociar con los compradores, que abarca descuentos, cuotas y pagos en pesos, dólares o criptomonedas.
Solo por mencionar un par de casos, la joven galería PM ya había vendido el viernes cuarenta obras, y ayer otras cinco, de artistas consagrados como Miguel Harte y Gustavo Marrone. Y la galería Grasa, también del sector emergente Factor Studio, cerca de una veintena.
Museos y fundaciones compraron desde el primer día, muchos de ellos gracias a un programa de Matching Funds impulsado por la feria, y hubo interés tanto de coleccionistas expertos como de gente que compró de forma más espontánea. Tras el reencuentro presencial después de casi dos años de incertidumbre y encierro, se confirmó una vez más el dicho conocido en el ambiente de que “comprar es un estado de ánimo”.
Ese fenómeno ya había sido anticipado por Facundo Gómez Minujín, presidente de arteba durante seis años, en la inauguración de la feria: “Las ventas van a ser muy buenas, como lo fueron en 2002 y 2009 –pronosticó el CEO del JP Morgan para la Argentina y el Cono Sur-, porque el arte siempre fue un refugio de valor en tiempos de crisis”.
“El negocio del arte es saber comprar, no vender”, observó por su parte Diego Costa Peuser, director de Arte al Día y de las ferias BAphoto, Pinta y PArC, que ya lleva realizadas más de setenta ediciones en distintos países. Esa experiencia le permitió adquirir por ejemplo hace catorce años una obra de Manuel Espinosa, que se valorizó mucho con los años. “Esta es una cita obligada para el mundo del arte; yo vivo en Miami y me tomo un avión para venir a arteba”, agregó mientras recorría la feria por unas horas, antes de tomarse otro vuelo.
Mientras Costa Peuser destaca “la continuidad” como una fortaleza de arteba, el director de la galería uruguaya Sur -que participa desde su primera edición- coincide en que “la feria ha ido formando el gusto, con perseverancia”. “Primero ofrecía arte moderno y de a poco fue sumando contemporáneo, y ahora hay un equilibrio –dice Martín Castillo-. Instagram acerca nuevos públicos y los jóvenes están entrando en el mundo del arte. Eso genera tendencias”.
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