Con Bienalsur, el Hotel de Inmigrantes vuelve a poblarse de refugiados
"Dame a tus hambrientos, tus cansados, tus pobres, mearé sobre ellos. Eso es lo que dice la Estatua de la Intolerancia. Tus pobres masas, apiñadas a muerte. Y terminar de una vez, y simplemente tirarlas en el boulevard."
La voz grave de Lou Reed cantando Dirty Boulevard bien podría servir de banda sonora para recorrer en estos días el Hotel de Inmigrantes, sede desde ayer del "kilómetro cero" de Bienalsur , donde se alojaron en el siglo pasado millones de personas que huyeron de la guerra en busca de una vida mejor.
Como Roman Danon, un sobreviviente del Holocausto nacido en Yugoslavia, que llegó a la Argentina a los veinte años, después de haber recorrido varios países de Europa. "Creía que a su madre la habían matado. Pero acá se encontró con que ella se había casado con el jerarca nazi al que se supone que estaba persiguiendo. Su madre le pidió que la llamara tía y nunca más quiso hablar del tema", contó a LA NACION Gabriela Golder, autora de la videoistalación Del otro lado, dedicada a testimonios de refugiados y migrantes de distintos países.
La obra integra la muestra dedicada a celebrar el 25º aniversario de la Alianza entre Berlín y Buenos Aires, dos ciudades tristemente célebres por sus trágicas historias. Madre del río se titula el imponente muro de papel negro creado por Eduardo Basualdo, instalado en la sala cercana al río que los militares usaron para matar a miles de personas. La obra contrasta con la cortina de terciopelo blanco colgada justo enfrente, una pieza sutil que Edith Dekyndt transformó en una "cortina de hierro" con clavos que sólo se perciben al acercarse.
Esta muestra, que se completa con un conmovedor video de Marcel Odenbach sobre el campo de concentración de Buchenwald, "habla sobre las políticas del presente que repiten el pasado porque la civilización no aprende", dijo a LA NACION Cristina Sommer, a cargo de la coordinación general.
"Todos tenemos antepasados de distintas nacionalidades. En esta muestra unimos dos ciudades y dos generaciones de artistas, en un contexto de desafíos políticos y sociales relacionados con la memoria selectiva", señaló por su parte la curadora alemana Heike van den Valentyn, en referencia a una época en que los nacionalismos vuelven a crecer y las crisis de refugiados alimentan una deuda humanitaria a nivel global.
"Los artistas ayudan a recordar la historia de un mundo que ya no existe, porque muchos jóvenes no la conocen y hay muchos viejos que ya la olvidaron. La historia del odio, de la barbarie que en muchos países está retornando", opinó en tanto Marin Karmitz, destacado productor cinematográfico francés y fundador de MK2, la cadena de cines que promovió el cine de autor en su país.
Con esa misión de preservar la memoria trajo hasta la Argentina un centenar de obras de su colección personal, integrada por más de 1500 piezas. Entre ellas una videoinstalación de Abbas Kiarostami, el célebre director de cine iraní que contó con el apoyo clave de Karmitz para producir y distribuir sus películas.
Nacido en Rumania en 1938, el propio Karmitz es un inmigrante que sirve como ejemplo de supervivencia, tenacidad y superación. "Su familia era burguesa, y perdió todo. Tuvieron que emigrar por la guerra y por un gobierno fascista. Marin no pudo ir a la escuela por ser judío y aprendió a leer y escribir tarde, cuando llegó a Francia", contó a LA NACION Paula Aisenberg, curadora de la muestra titulada Extranjero residente.
"Una colección es como un autorretrato. A Marín le interesa mostrar a los que están al margen. Sacar de las sombras a esa gente que el totalitarismo quiso aplastar", agrega Aisenberg en referencia a los trabajos de autores de distintos países, entre los cuales ocupa un lugar destacado el francés Christian Boltanski.
De este último se incluye entre otras Resistors (1994), obra compuesta por retratos de más de cincuenta alemanes que lucharon contra el régimen nazi y fueron fotografiados antes de ser fusilados.
"Un coleccionista es alguien que descubre, que propone obras como una resistencia personal al pensamiento único" completa Karmitz segundos antes de coincidir en el ascensor con Michelangelo Pistoletto, artista italiano cuya obra ocupa otra de las salas del segundo piso.
En el primero se exhibe un archivo de fotografías de monumentos de Lenin, dedicadas a "construir y destruir el mito", tomadas de Internet por la artista brasileña Rosângela Rennó. Y en la planta baja, la estadounidense Martha Rosler propone crear una biblioteca sobre arte y feminismo en castellano.
De esa manera se completa el llamado "kilómetro cero" de la segunda edición de Bienalsur, una red de colaboraciones institucionales impulsada desde la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), que se extiende hasta noviembre en un centenar de sedes en 43 ciudades de veinte países con propuestas de más de 400 artistas.
Para agendar:
- Inmediatamente después y poco antes de, muestra organizada para celebrar el 25° aniversario de la alianza entre Berlín y Buenos Aires, hasta el 27 de octubre.
- Extranjero residente, selección de obras de la colección Marin Karmitz, hasta el 30 de noviembre.
Ambas integran, junto con otras muestras, la propuesta del KM 0 de Bienalsur en el Centro de Arte Contemporáneo Hotel de Inmigrantes (Avenida Antártida Argentina 1355).
Fotos: Hernán Zenteno
Edición fotográfica: Fernanda Corbani
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