Con apoyo de la industria editorial, se presenta un proyecto de ley del libro
El lunes próximo, a las 17, en la Sala 2 del segundo piso del Anexo de la Cámara de Diputados del Congreso Nacional, se presentará un proyecto de ley que establece la creación de un Instituto Nacional del Libro Argentino (INLA). Si bien fue presentado por el diputado nacional Daniel Filmus (FPV), presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, el proyecto cuenta con el apoyo de todos los bloques. Para su funcionamiento, el proyecto propone destinar no menos del 2% del presupuesto nacional de Cultura.
En el proyecto de ley, que consta de veintidós artículos, sobrevuela un espíritu federal. "Se lo propone para la protección, difusión, defensa y distribución del libro argentino, y está vinculado con el papel importante que jugaron históricamente el Instituto Nacional del Teatro, el del Cine y el de la Música –compara el diputado Filmus a LA NACION–. Más allá del momento crítico que atraviesa la industria del libro en el país, tiene varios objetivos". Entre otros, se destacan el impulso a la capacidad de producción y distribución de libros en las provincias, y la protección de los canales de circulación, en especial de las librerías.
Representantes del sector, como libreros, escritores, investigadores y editores, contribuyeron a la elaboración del proyecto. Entre ellos, el coeditor de Godot, Víctor Malumián. "Para mí, lo más importante de la ley es que se logre una mirada federal sobre el tema de la logística -dice-. Existe la ley de precio único del libro, que establece que los libros tengan el mismo precio en todo el país. El problema es que, cuando se envían a las librerías de las provincias, el costo de la logística resta rentabilidad a los libreros". A diferencia de otros mercados, en la Argentina (por suerte) hay librerías en todas las regiones del país. "Es central crear un tipo de red de envíos. Se podría empezar con tres grandes ciudades de provincias, a modo de prueba piloto. Si el traslado de libros tiene un precio especial, podría ayudar", dice Malumián. Daniel Divinsky, Carlos Díaz, Juan Pampín, Raquel Franco y Francisco Lohigorry, entre otros editores, estarán presentes en el Congreso Nacional para impulsar el proyecto de ley.
Junto con Luisa Valenzuela, Julián López, Alejandra Zina, Alejandro Dolina y muchos otros autores, la escritora Claudia Piñeiro asistirá el lunes a la cita en el Anexo de la Cámara de Diputados. "Es muy importante tener un Instituto Nacional del Libro Argentino. Hoy, al libro nadie lo protege. Es fundamental en épocas de crisis como esta. Hay algunos compañeros que opinan que a la ley le faltan cosas y también creo que faltan cosas en general, pero la política es el arte de lo posible. Ahora no tenemos nada y podemos tener esto que está muy bien. Con el tiempo seguiremos luchando para que nos den otras leyes que protejan nuestro trabajo y que pueden ir por separado", dice a este diario la autora de Las maldiciones.
Como se sabe, el grado de concentración de la industria editorial nacional es elevado. Según El libro blanco de la industria editorial argentina, que en 2018 dio a conocer la Cámara Argentina de Publicaciones, 750 de las casi 1200 librerías del país están en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires. La Cámara Argentina del Libro, por su parte, informó que el 55% del sector editorial comercial "atiende" en la ciudad de Buenos Aires y el 20%, en territorio bonaerense. En el proyecto de ley, el país se divide en seis regiones culturales: NOA, NEA, Centro, Nuevo Cuyo, Patagónica y Metropolitana.
"Queremos darles la posibilidad a todos los editores y escritores de llegar a nuevos públicos y creemos que es necesario que esa responsabilidad sea asumida por el Estado. No puede quedar librada al mercado", considera Filmus. Décadas atrás, la Argentina encabezaba la lista de países productores y exportadores de libros de habla hispana. Hoy, ocupa el sexto lugar. Algunos de los postulados del proyecto se asemejan a los de la olvidada ley del fomento del libro y la lectura (ley 25.446), aunque la diferencia más importante es la creación de un Instituto Nacional.
Objeciones
Antes de que el proyecto se debata, la Unión de Escritoras y Escritores hizo llegar sus objeciones, referidas a cuestiones como la forma de elección de los representantes que integrarán el INLA y las "condiciones de precariedad laboral" que viven muchos escritores en su proceso creativo (que trabajadores de otros sectores también padecen). Esta agrupación también exige la creación de impuestos para asegurar la plena autarquía del INLA. Esos pedidos no fueron incorporados al proyecto. Si se aprueba la ley, el INLA estará conducido y administrado por un director ejecutivo (designado por el Poder Ejecutivo Nacional), un directorio y una asamblea federal. El cargo de director ejecutivo será incompatible con el ejercicio de otra función pública y de actividades privadas relacionadas con la producción y comercio del libro.
"La novedad del INLA es que crea una instancia en el marco del Estado para el diseño e implementación de políticas públicas en favor del libro –sintetiza Alejandro Dujovne, investigador del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín–. Se piensa el libro no solo en su faz material y de promoción de la industria, sino que también apunta a fortalecer al conjunto de los actores que contribuyen en la producción y formación de valor de los libros, empezando por los escritores, pasando por los editores y llegando a los libreros".
Según consta en el proyecto, representantes de esas diferentes instancias del proceso de producción de libros tendrán participación en la dirección del INLA. "Este ámbito va a permitir encarar coyunturas críticas del mercado con más y mejores herramientas y permitirá que el sector se fortalezca en el largo plazo, contribuyendo a que la literatura y la edición argentina mejoren su posición en el espacio de lengua española y en otras lenguas", argumenta Dujovne, que elaboró sus aportes junto con el docente e investigador Heber Ostroviesky. Según dicen ambos, el INLA facilitará la promoción de la industria del libro, y por lo tanto de la literatura, la educación y la ciencia, en vastas zonas del país donde las editoriales y librerías son escasas.
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