Con ADN obtenido de mechones de cabello revelan ahora las posibles causas de la muerte de Beethoven
En un estudio publicado hoy en la revista científica “Current Biology” determinan que el compositor fallecido en 1827 tenía una insuficiencia hepática que se cree lo mató; no pudieron determinar las razones de su sordera
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NUEVA YORK.-Corría el mes de marzo del año 1827 y Ludwig van Beethoven yacía moribundo a los 56 años. Postrado en cama con ictericia y terribles dolores abdominales, los dolidos amigos y conocidos pasaban a visitarlo. Y algunos le pedía un favor: ¿podían cortarle un mechón de pelo como recuerdo?
El desfile de deudos siguió tras su muerte, incluso después de que los médicos le realizaran una cruenta craneotomía para estudiar los pliegues de su cerebro y le extirparan los huesos del oído en un vano intento por entender por qué el venerado compositor había perdido la audición.
Tres días después de su muerte, en la cabeza no quedaba un solo pelo. Desde entonces, hubo todo tipo de intentos para entender la enfermedad de Beethoven y las causas de su muerte.
Ahora el análisis de un mechón de sus cabellos ha dado por tierra con ideas muy arraigadas sobre su salud. El informe científico ofrece una explicación de las dolencias que fueron minando la salud del compositor hasta causarle tal vez la muerte, y al mismo tiempo plantea nuevos interrogantes sobre sus orígenes genealógicos y hasta da indicios de un oscuro secreto familiar.
El estudio fue realizado por un grupo internacional de investigadores y fue publicado hoy en la revista científica Current Biology. El informe contiene otras sorpresas: un famoso mechón de pelo —que fue tema de un libro y de un documental—, no perteneció a Beethoven: proviene de una mujer judía asquenazi. También descubrió que el compositor no sufría de envenenamiento por plomo, la creencia más extendida. Ni tampoco era de raza negra, como algunos sugerían. Además, la familia flamenca de Bélgica que comparte el apellido “van Beethoven” y se jactó durante mucho tiempo de esa filiación, no está relacionada genéticamente con el artista.
Investigadores que no participaron del trabajo le atribuyen gran credibilidad. “Es un estudio muy serio y muy bien ejecutado”, dice Andaine Seguin-Orlando, experta en ADN antiguo de la Universidad Paul Sabatier, en Toulouse, Francia.
El trabajo detectivesco para resolver el misterio de la enfermedad de Beethoven arrancó el 1° de diciembre de 1994, cuando un mechón de pelo atribuido a Beethoven fue subastado por la casa Sotheby’s. Fue adquirido por 7300 dólares por cuatro miembros de la Sociedad Beethoven de Estados Unidos, un grupo local de coleccionistas y conservadores de material relacionado con el compositor que exhibió orgullosamente el cabello en el Centro de Estudios de Beethoven de la Universidad Estatal de San José, California.
¿Pero ese pelo era realmente de Beethoven?
Según cuenta la leyenda, ese mechón había sido cortado por Ferdinand Hiller, un compositor de 15 años y fervoroso acólito de Beethoven que lo visitó cuatro veces en su lecho de muerte. Hiller cortó el mechón el día que Beethoven murió, y décadas más tarde se lo entregó a su hijo como regalo de cumpleaños. Lo conservaba en un relicario que fue tema del best-seller Beethoven’s Hair, de Russell Martin, publicado en 2000 y transformado en documental en 2005.
Un análisis que se le realizó a ese cabello en el Laboratorio Nacional de Argonne, Illinois, encontró niveles de plomo 100 veces por encima de lo normal.
En 2007, los autores de un informe publicado en The Beethoven Journal, revista académica publicada por la Universidad de San José, especularon que el compositor podría haber sido envenenado sin que lo notara, a través de algún remedio, con el vino, la comida o la vajilla.
Así estaban las cosas en 2014, cuando Tristan Begg, por entonces estudiante de posgrado de arqueología en la Universidad de Tübingen, Alemania, se dio cuenta de que los análisis genéticos habían avanzado lo suficiente para aplicarlos al cabello de Beethoven. “Me pareció que valía la pena intentarlo”, dice Begg, hoy estudiante de doctorado en la Universidad de Cambridge.
William Meredith, experto en el músico, empezó a buscar otros mechones del cabello del compositor, que iba comprando en ventas privadas y subastas con fondos de la Sociedad Beethoven de Estados Unidos. Pidió prestados otros dos mechones a una universidad y un museo. Logró juntar ocho muestras, incluido el mechón de Ferdinand Hiller.
Primero, analizaron el mechón de Hiller, que enseguida resultó ser de una mujer con genes presentes en las poblaciones judías askenazis. Al respecto, Meredith especula que el cabello auténtico que extrajo Hiller en algún momento se destruyó y fue reemplazado por otro de Sophie Lion, esposa del hijo de Hiller, que era judía.
En cuanto a los otros siete mechones, dos no eran auténticos, cuatro contenían idéntico ADN, y uno no pudo ser analizado. Los cuatro mechones con ADN idéntico tenían diferente procedencia, y la cadena de custodia de dos de ellos era irreprochable: los investigadores podían confiar que se trataba de cabellos de Beethoven. Así también lo cree Ed Green, experto en ADN antiguo de la Universidad de California en Santa Cruz, que no participó en el estudio. “El hecho de que puedan analizar tantos mechones de cabello independientes, con diferentes historias detrás, y que coincidan entre sí, es una evidencia convincente de que se trata de ADN genuino de Beethoven”, confirma Green.
Una vez que obtuvieron la secuencia de ADN del cabello de Beethoven, los investigadores se abocaron a responder las históricas preguntas sobre su salud. ¿Podría haber muerto, por ejemplo, de cirrosis hepática?
El genio bebía, pero no en exceso, apunta Theodore Albrecht, profesor emérito de musicología de la Universidad Estatal de Kent en Ohio. En base a su estudio de los textos dejados por el compositor, Albrecht explica lo que se sabe de los hábitos de Beethoven con la bebida. “En ninguna ocasión superó la línea de consumo que lo convertiría en un ‘alcohólico’, como comúnmente lo definiríamos hoy”, señala Albrecht.
Pero el cabello reveló una pista válida: contiene variantes de ADN que predisponen genéticamente a la enfermedad hepática. Además, el cabello contenía rastros genéticos de hepatitis B, lo que indica que Beethoven se infectó con ese virus que afecta básicamente al hígado.
Pero, ¿cómo se enfermó? La hepatitis B es de transmisión sexual, por compartir agujas, o durante al parto. Beethoven no usó drogas intravenosas, dice Meredith. Y nunca se casó, aunque tuvo interés romántico por varias mujeres. También le escribió una carta, jamás enviada, a su “amada inmortal”, cuya identidad ha sido objeto de bizantinas discusiones académicas. Los detalles de su vida sexual siguen siendo una incógnita.
Arthur Kocher, genetista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, y uno de los coautores del nuevo estudio, plantea otra posible explicación para la hepatitis de Beethoven: el compositor podría haberse contagiado durante el parto. Kocher recuerda que el virus de la hepatitis B suele transmitirse de esta manera, y agrega que los bebés contagiados pueden desarrollar una infección crónica de por vida. En alrededor de una cuarta parte de las personas, esa infección crónica termina provocando cirrosis hepática o cáncer de hígado. “En última instancia, puede causar la muerte de alguien por insuficiencia hepática”, concluye Kocher.
Más revelaciones
El estudio también reveló que Beethoven no estaba relacionado genéticamente con otros de su línea familiar. Su cromosoma Y difiere del de un grupo de cinco personas con el mismo apellido, van Beethoven, que viven en Bélgica hoy y que, según los registros de archivo, comparten un antepasado del siglo XVI con el compositor. Eso implica que la línea paterna directa de Beethoven hubo una aventura extramatrimonial. ¿Pero en qué momento?
Maarten Larmuseau, coautor del nuevo estudio y profesor de genealogía genética de la Universidad de Lovaina, Bélgica, sospecha que el padre de Ludwig nació de la la relación de la abuela del compositor con un hombre que no era su abuelo. No hay registros de bautismo del padre de Beethoven, y se sabe que su abuela era alcohólica. Además, también se sabe que el padre y el abuelo de Beethoven tenía una relación difícil. Estos indicios, dice Lamarseau, hacen pensar que el padre del compositor era hijo extramatrimonial.
Beethoven y su padre tenían su propia relación conflictiva, apunta Meredith. Y aunque su abuelo, un destacado músico de la corte, murió cuando Beethoven era niño, su nieto lo honró y conservó su retrato hasta el día de su muerte.
Por otra parte, agrega Meredith, Beethoven nunca refutó los rumores de que en realidad era hijo ilegítimo del rey Federico Guillermo II de Prusia, o hasta del propio Federico el Grande.
Los investigadores esperaban que su estudio ayudara a explicar algunos de los lacerantes problemas de salud que sufría el compositor. Pero el análisis no arrojó respuestas concluyentes. Por ejemplo, el compositor padecía terribles problemas digestivos, dolores abdominales y largos episodios de diarrea. El análisis de su ADN no apuntó a una sola causa, aunque sirvió para dar prácticamente por descartadas otras dos posibilidades que habían sido propuestas: la enfermedad celíaca y la colitis ulcerosa. El estudio también cree poco probable una tercera hipótesis, la de síndrome de colon irritable. Kocher sostiene la hipótesis de la hepatitis B, aunque es imposible tener certeza.
El análisis de ADN tampoco ofrece explicación alguna para la pérdida de audición del compositor, que comenzó cuando tenía unos 25 años y terminó en sordera en la última década de su vida.
Antes de publicar su informe, los investigadores se esforzaron por adelantarles los resultados a las personas directamente afectadas por su investigación. El 15 de marzo, Larmuseau se reunió con los cinco belgas de apellido van Beethoven que habían aportado su ADN para el estudio. Fue directo a las malas noticias: no estaban genéticamente relacionados con Ludwig van Beethoven. A parecer, se sorprendieron mucho. “No sabían cómo reaccionar”, comenta Larmuseau. “A esta altura era parte de si identidad.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
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