¿Cómo viviremos juntos?, la pregunta que desafía a los arquitectos
Este interrogante interpela a más de un centenar de profesionales de todo el mundo, reunidos en la Bienal de Venecia
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“Que vivas en tiempos interesantes”, fue la cita elegida para titular la Bienal de Arte de Venecia de 2019. El curador Ralph Rugoff explicó entonces que se trataba de un “falso proverbio chino”, creado en Occidente y repetido por varios políticos ingleses, asociado con la supuesta maldición de condenar a alguien a vivir en crisis permanente. Todos sabemos ahora qué tipo de crisis enfrentaría el mundo un año después.
La pandemia obligó a posponer hasta este mes la inauguración de la Bienal de Arquitectura 2020, que también demostró tener un título profético: “¿Cómo viviremos juntos?” La pregunta propuesta por el arquitecto libanés Hashim Sarkis se volvió aún más relevante cuando el coronavirus desafió como nunca la forma en que convivimos.
Mientras su colega holandés Rem Koolhaas inauguraba en febrero del año pasado una gran muestra en el Guggenheim de Nueva York que proponía un regreso al campo, las aglomeraciones comenzaban a asociarse con una amenaza de muerte. Los microcentros urbanos no tardaron en convertirse en un desolador páramo de persianas bajas y pronto se fortaleció la tendencia de “la ciudad de los quince minutos”, nuevo paradigma que procura evitar los desplazamientos masivos. Es decir, que podamos resolver las necesidades cotidianas cerca de casa, moviéndonos a pie o en bicicleta.
Se fortaleció la tendencia de “la ciudad de los quince minutos”, nuevo paradigma que procura evitar los desplazamientos masivos. Es decir, que podamos resolver las necesidades cotidianas cerca de casa, moviéndonos a pie o en bicicleta.
“Si pensamos en las dimensiones de la razón por la que hicimos la pregunta, son las razones subyacentes que nos llevaron a la pandemia”, dice Sarkis en una entrevista publicada en el sitio labiennale.org, junto con un adelanto de lo que se podrá ver en vivo en Venecia desde el sábado próximo. “Estamos enfrentando el cambio climático, lo que requeriría que repensáramos completamente en cómo vivimos juntos… si es que vivimos –opina el curador-. Que repensemos nuestras relaciones a través de las fronteras, la cuestión de los refugiados. La polarización política que está aumentando, dividiéndonos cada vez más. Y nuestra relación con nosotros mismos, pero también con los demás seres”.
“Viviremos juntos, con todas las especies no humanas en un mundo ecológicamente consciente”, proponen por ejemplo desde San Pablo Marko Brajovic y Bruno Bezerra. Apenas una de las respuestas al desafío de Sarkis, entre más de cien provenientes de 46 países que reunirá hasta noviembre la 17ª edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia.
“Nuestro proyecto se llama Anfibio –explica Brajovic, nacido en Montenegro y radicado en San Pablo-. Se relaciona con las formas de vida entre la tierra y el agua. Hemos investigado durante 15 años en la selva amazónica cómo las culturas indígenas ancestrales y las comunidades ribereñas se relacionan con esas aguas crecientes. ¿Cómo construyen? ¿Cómo se adaptan a las condiciones cambiantes?” Tras analizar las tácticas de humanos y no humanos ante las mareas, descubrieron que en ambos casos “la estrategia de supervivencia es la misma: cooperación e interdependencia”.
“Todas las guerras en la vida comienzan atacando el sistema respiratorio –señala una voz en off, mientras se suceden imágenes apocalípticas en blanco y negro-. El terror de la geoingeniería es verse obligada a vivir íntimamente con la muerte de la atmósfera, contemplando la asfixia como una posibilidad real”.
“La Tierra merece cuidados paliativos. Bienvenidos a la emergencia climática”, advierte en tanto la animación creada por Design Earth, estudio a cargo de Rania Ghosn y El Hadi Jazairy. “Todas las guerras en la vida comienzan atacando el sistema respiratorio –señala una voz en off, mientras se suceden imágenes apocalípticas en blanco y negro-. El terror de la geoingeniería es verse obligada a vivir íntimamente con la muerte de la atmósfera, contemplando la asfixia como una posibilidad real”.
Esa posibilidad real que amenaza a todas las especies obsesiona desde hace décadas al artista y arquitecto tucumano Tomás Saraceno, radicado en Berlín y convocado también por Rugoff para la Bienal de Arte de 2019. Así nacieron el proyecto Aeroceno, una comunidad global que impulsa vuelos sin combustibles fósiles, y sus trabajos interdisciplinarios con arañas, como las que trajo desde el norte argentino en 2017 al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Las Cloud Cities, exhibidas en la terraza del Museo Metropolitano de Nueva York en 2012, se inspiraron a su vez en La ciudad hidroespacial (1946-1972) de Gyula Kosice, que desde el año pasado tiene sala propia en el Museo de Bellas Artes de Houston.
Imaginar, diseñar y proyectar ciudades alternativas o utópicas desde cualquier lenguaje artístico es también el eje de la convocatoria gratuita que acaban de lanzar en la Argentina los museos Kosice y Xul Solar. Titulada “Ciudades para el futuro: crear utopías” (kosice.com.ar/ciudades-para-el-futuro), apunta a fomentar, registrar y difundir proyectos educativos, actividades didácticas y experiencias presenciales o remotas, de todos los niveles y de todo el país, que busquen mejorar “las ciudades y poblados en los que vivimos hoy en día”. ¿Cómo? La pregunta está abierta.
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