Como refugio de valor y emocional, arteba volvió a sorprender
Se vendieron obras que superaron los US$300.000, en plena crisis económica y en un tenso clima preelectoral; un fenómeno similar se produjo en otras ediciones de años inciertos
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“Como el pote de helado cuando estás deprimido”. Así definió con humor una galerista el efecto que tiene arteba en tiempos de crisis. Sí, se compran obras buenas como “resguardo de valor”, reconoció al igual que el resto de sus colegas consultados. Pero también muchos opinaron que la feria, que este año recibió hasta hoy a más de 40.000 visitantes en el Centro Costa Salguero, funciona como un “refugio emocional” ante los problemas cotidianos.
“Hay que derribar el mito de que venimos acá a desconectarnos de la realidad. Venimos a nutrir otra parte, a conectarnos con otros estímulos como la poesía y la creatividad, que también forman parte de la realidad humana y son inspiradores”, señaló la galerista Nora Fisch, que terminó la feria con un buen balance de ventas.
Varias galerías tuvieron que recambiar las obras de sus stands el primer día y otras como Daniel Maman se demoraron más, pero valió la pena esperar. Este último confirmó ayer que vendió valiosas piezas de Luis Wells, Guillermo Kuitca, Fernando Botero, Antonio Berni, Luis Benedit y Alberto Heredia, por cifras que en varios casos superaron los 200.000 dólares -e incluso los 300.000- cada una. También Cosmocosa y Palatina vendieron trabajos de Berni, uno de los artistas argentinos más cotizados. Su legado también estuvo muy bien representado una vez más en la uruguaya Sur. Su director, Martín Castillo, se limitó a decir que fue “una buena feria”.
En un año incierto que evoca las crisis de 2001 y 2008, los anuncios de las primeras transacciones comenzaron durante el montaje, cuando todavía ni siquiera habían ingresado los invitados especiales. Eso ocurrió porque cada vez más galerías envían dossiers a sus clientes en forma anticipada, y mejoró el panorama respecto de años anteriores. “Cuando alguien que está empezando a comprar ve que otro que sabe más ya compró, se anima”, opinó Nahuel Ortiz Vidal, director de Barro, que celebró su mejor edición de la feria desde la apertura de la galería hace nueve años. En el caso de Roldan Moderno, según Sebastián Bocazzi, fue “la mejor en 14 años”; en este caso incluyó la venta de dos piezas de Gyula Kosice a Eduardo Costantini, que obtuvo el Premio arteba al Coleccionismo.
Claro no fue parejo para todos. “Nos fue muy bien pero no noté la euforia que describieron otros colegas. Nuestro balance es parecido al del año pasado”, aclaró Marina Pellegrini, directora de Vasari. Según ella, “la gente compra aún en momentos de crisis porque las buenas obras de arte son un resguardo de valor y de paso tal vez te levantan el ánimo, cosa que nos hace mucha falta a todos hoy”.
“La experiencia que se vive en arteba es enriquecedora, sanadora, nos pone en contacto con nuestros sentidos. Se confirma algo que sucede en momentos de mucha complejidad: el arte es un refugio emocional”, coincidió Larisa Andreani, presidenta de la Fundación arteba. Y agregó que “ahorrar en pesos no es una opción para quienes tiene excedente de ingresos”.
Eso se reflejó en nuevos compradores, como el que se llevó de la galería Cott todas las obras de Lucila Gradin y le encargó para replicar en su casa una intervención como la que hizo en la pared del stand. Muchos de ellos, según Maman, son “empresarios de unos 40 años que tomaron la posta en la empresa de sus padres y que tienen mucho criterio para comprar”.
En este sentido, dos expresidentes de arteba recordaron que el arte argentino es una muy buena inversión. “Hay obras de calidad excepcional a un precio en dólares bastante irrisorio. Tenemos un país desvalorizado, y la gente que tiene recursos aprovecha la oportunidad”, observó Jacobo Fiterman. Mientras que Facundo Gómez Minujín, experto en finanzas, agregó que “el arte es un refugio de valor y es muy económico en la Argentina. Las obras de los artistas más reconocidos aún siguen estando baratísimas respecto de cualquier otro mercado de América Latina”.
“La gente quiere un poco de sofisticación, un poco de alegría, un poco de calidad, y se encierra en ese mundo de pocos días a puertas cerradas, para olvidarse de todo lo que está pasando afuera”, agregó este último. También Joaquín Rodríguez, coleccionista y uno de los impulsores del Premio En Obra, opinó que “la feria es sobre todo un refugio emocional, donde uno se conecta con lo humano para volver recargado a los problemas cotidianos”.
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