Cómo hablar con los chicos de la dictadura y la democracia en casa y en la escuela
Proyectos de literatura infantil y juvenil cuentan historias para todas las edades y traen actividades reflexivas para celebrar los 40 años de vida democrática
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Los alumnos de séptimo grado de la escuela porteña Nueva Esperanza presentaron en el acto en conmemoración por el 24 de marzo un trabajo sobre la democracia que prepararon en las primeras semanas de clases impulsado por la maestra de Ciencias Sociales y Literatura. Divididos en grupos, los chicos investigaron en casa (con la ayuda de las familias) sobre temas como el golpe de Estado, las crisis económicas, el Mundial 78, las violaciones a los derechos humanos, la censura, la guerra de Malvinas, el llamado a elecciones en 1983, los gobiernos democráticos hasta la actualidad y los problemas sociales. La presentación conmovió a los adultos (padres, madres, abuelos y docentes), que aplaudieron a rabiar después de cada intervención.
Una escena similar narran los autores Federico Lorenz y Mario Méndez en Todas las voces, uno de los seis títulos que integran el proyecto Democracia de editorial Norma. Es el único libro de no ficción de esta colección especial que aborda los valores democráticos desde distintos ángulos. Una maestra de primaria que enseña Lengua y Sociales en quinto y sexto grado les propone a los alumnos preparar un trabajo grupal para presentar en el acto del 24 de marzo, a 47 años del golpe de Estado. Y decide invitar a las familias para que aporten recuerdos y testimonios “para reflexionar sobre qué significó perder la democracia, cuán valioso fue recuperarla y por qué es tan importante defenderla”, como explica el proyecto, que se puede descargar gratis en el sitio web de Norma y trae información histórica y actual, actividades y comentarios de los autores que participan.
“Lo que más recuerdo es la efervescencia de esos días previos al 30 de octubre, la militancia, la elección de los estudiantes de quinto año, que aunque aún no votábamos, igual nos inclinábamos por unos u otros candidatos. Y una vez que asumió Alfonsín, esos dos primeros años que llamamos la primavera democrática, los recuerdo con enorme alegría: tenían gusto a fiesta”, dice Mario Méndez sobre las elecciones de 1983.
Por su parte, Federico Lorenz aporta: “La posibilidad de exigir, participar y actuar en libertad es algo que hay que cuidar y expandir porque es una conquista social. Por eso, la democracia y el ejercicio activo de la memoria van de la mano, porque el pasado enseña, tanto que los derechos se ganan, como que hay quienes buscan limitarlos. Estudiar lo que fueron los sueños del pasado nos permite saber que tenemos que soñar los propios”.
De la serie Torre Amarilla, pensada para lectores a partir de los 11 años, Todas las voces incluye al final frases pensadas por los chicos como “Democracia es soberanía”, “La memoria sostiene la democracia”, “Democracia es libertad” y “Democracia es pensar diferente y poder expresarlo”.
“El proyecto -que es eminentemente literario- surgió de una idea del equipo editorial: queríamos darle relevancia a esta fecha tan significativa haciendo un aporte a la reflexión compartida y al trabajo con la memoria colectiva. Primero definimos qué temas no podían faltar y buscamos a los autores que nos parecieron más adecuados para abordarlos, y que además saben pensar en nuestros destinatarios. Por supuesto, cada autor sumó su mirada y, obviamente, su propuesta literaria. Así se fueron construyendo los libros, desde varias voces porque ¿qué otra cosa es la democracia que poder escuchar, conversar, disentir, acordar?”, contó a LA NACION la directora editorial Laura Leibiker.
Para los más chicos (inicial y primer ciclo) Norma publicó El país de Malku, de Margarita Mainé (que recorre las regiones del país, de la mano del protagonista); Una luna junto a la laguna, de Adela Basch (un cuento poético ilustrado por Alberto Pez sobre las diversas miradas sobre una misma cuestión y el respeto); y República de Kiara, de Laura Ávila, sobre la convivencia democrática y el autoritarismo.
De la serie Torre Azul, sugerida a partir de los 9 años, la editorial rescató 3155 o el número de la tristeza, un relato de Liliana Bodoc sobre los libros infantiles prohibidos por la dictadura. Son tres cuentos breves con un eje común: los protagonistas leen Un elefante ocupa mucho espacio, el libro de Elsa Bornemann, uno de los que figuraban en el decreto 3155.
“Liliana escribió ese texto para un libro que se llamó La historia se hace ficción, que lanzamos para el Bicentenario. Le pedimos un cuento para hablar de la efeméride del 24 de marzo y ella eligió recordar los libros infantiles prohibidos durante la dictadura. Para este nuevo proyecto retomamos ese texto y le agregamos las hermosas ilustraciones de Vitu Caruso. Así, el diálogo entre el texto y las imágenes ayuda al lector a imaginar eso que ocurrió durante la dictadura”, agregó Leibiker.
Para los adolescentes, Paula Bombara escribió una suerte de continuación de la novela El mar y la serpiente, que también figura entre los sugeridos porque trata sobre la memoria. En La sombra del jacarandá, Bombara reúne dos historias actuales sobre búsquedas de identidad y de justicia para unirlas en una misma trama.
“En las historias que componen la novela, lo silenciado en mi generación y en las anteriores recobra la voz, aflora, se vuelve parte del presente gracias a la mirada, el gesto, la pregunta directa de la generación de nuestras hijas e hijos. Inventé dos historias familiares donde el amor de ese padre, de esa madre, por esa hija, por esos hijos, logra ‘cosas’ que parecían imposibles”, dijo a LA NACION. “Quería que mis personajes permitieran alguna reflexión sobre diferentes modos de vivir los duelos, de abrirlos, transitarlos y acomodarlos. Quería seguir reflexionando literariamente acerca de cómo evocamos a esas personas amadas que, sin estar físicamente, siempre van a acompañarnos. También pensé en la cantidad de veces que me preguntaron en las escuelas si iba a escribir la continuación de El mar y la serpiente y en que mi respuesta siempre fue la misma: ‘Es una historia que continúa en cada uno de ustedes’. Esta novela es fiel a lo que siento y pienso: la dictadura nos sucedió a todas las personas que habitamos la Argentina. Afectó a cada familia de diferente manera, pero le sucedió a toda la población sin excepción”.
Bombara también participó de la antología de cuentos Historias de Abuelas (Amauta), que reúne relatos de Ávila, Méndez, Sandra Comino, Andrea Ferrari y Jorge Grubissich. De la colección Memoria, son doce historias acompañadas de imágenes de Andy Riva, que rinden tributo a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo por preservar la memoria. En esa línea, este año, el sello Iamiqué reeditó Abuelas con identidad, de Carla Baredes e Ileana Lotersztain, con ilustraciones de Eleonora Arroyo, que recorre la historia desde 1976 hasta la actualidad.
Entre los libros propuestos por Loqueleo, que también ofrece un recorrido lector para trabajar en casa y en las aulas centrado en la democracia, figuran clásicos como La planta de Bartolo y La torre de cubos, de Laura Devetach; Irulana y el ogronte, de Graciela Montes; y Un elefante ocupa mucho espacio, de Bornemann, el cuento sobre una huelga de animales en un circo prohibido por el decreto 3155, que Bodoc llamó “el número de la tristeza”.
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