¿Cómo es la obra de la artista que representará a la Argentina en Venecia y dónde se puede ver?
Desde que se supo que Mónica Heller viajará a la gran bienal, la galería Piedras despertó un inusual interés; fantástica, apocalíptica y surrealista, la obra reciente de la artista se exhibe en “Un paisaje que no es un paisaje”
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Apenas se anunció que Mónica Heller representará al país en la 59ª edición de la Bienal de Venecia, la joven galería Piedras, donde se puede ver Un paisaje que no es un paisaje —tercera exhibición de la artista en este espacio fuera del circuito tradicional de galerías—, tuvo que abrir sus puertas en días no previstos y cerrar fuera de horario por la cantidad de personas que querían conocer la obra de la argentina elegida para exponer en la mayor bienal de mundo. En su mayoría son pinturas sobre papel, realizadas entre 2019 y 2021, que se exhiben junto con videos de animación 3D y 2D, las que integran esta muestra, mientras que en la madre de todas las bienales Heller presentará una videoinstalación.
En los últimos días visitó Piedras el doble de personas que antes del anuncio. Luis Felipe “Yuyo” Noé pisó ayer por primera vez la sala de la avenida Rivadavia, que tuvo que abrir sus puertas especialmente por la cantidad de personas que pidieron cita. Con ocho años de historia y situada en el barrio de Balvanera –antes funcionaba en Piedras y Alsina, de allí tomó su nombre–, la galería ocupa un cuarto piso de unos 300 metros cuadrados en un edificio de época construido por el arquitecto italiano Mario Palanti, el mismo que hizo el Palacio Barolo.
En el universo fantástico, apocalíptico, surrealista -y, en algunos casos, críptico- de Heller conviven perros que son como lobos voraces y que firman contratos, y hombres y mujeres encadenados por el cuello y sometidos a condiciones animales. Hay también un zorro voyeur que observa a hombres y mujeres que se duchan, y una extraña niña –con el torso descubierto, por momentos parece no tener nariz– en silla de ruedas, que indaga acerca de qué es un paisaje y el alcance de ese vocablo en el lenguaje. La naturaleza resulta amenazante: los árboles traspasan muros o adquieren formas monstruosas. Vinculados a un imaginario de los dibujos animados, los personajes son osos, gatos y perros. Además, integran la serie pinturas surrealistas y metafísicas.
Muchas de las imágenes que conforman esta especie de cómic surgen, cuenta la artista, a partir de escenas que ve y de sueños. Los perros humanoides protagonistas de la serie “Los contratos del futuro serán firmados por perros” —un políptico compuesto por nueve pinturas que se vende como una pieza única y que no se puede desglosar— están inspirados en los que ve cuando va a pintar en carpa a Ramallo, cerca del río. Cada pintura es como una viñeta de un mundo distópico con imágenes de animales humanizados sujetos a abusos de poder.
En el video Un paisaje subterráneo, una serie de personajes mantiene una conversación con tinte surrealista en un subte. Heller señala que con este trabajo se propuso “un juego formal y casi filosófico acerca de qué son las cosas: el lenguaje siempre está representado en otra cosa para otro, que tiene que ver con la metáfora. Está presente esa relación con el significado flotante todo el tiempo: cómo uno percibe el mundo y luego traslada esa percepción al lenguaje, a lo que expresa”.
Heller hizo sus primeras animaciones en 2004. No tuvo computadora de chica ni de adolescente, la primera recién llegó cuando tenía 27 años. “Fue en 2002, estaba estudiando en Bellas Artes y empecé a interesarme. Era excitante ver cuáles eran las posibilidades. Soy autodidacta: me guio el entusiasmo”, cuenta la artista, quien experimentó para el video que presenta en Piedras con un nuevo programa gratuito y de código abierto.
En El gato sangrante y el corazón barbudo (2020), una animación por la que la artista acaba de ganar el tercer premio (350 mil pesos) otorgado por la Fundación Fortabat para mayores de 35 años, pertenece a la saga de un personaje que la artista incluyó en otras obras. Entristecido por haber perdido su trabajo debido a su propia naturaleza felina (trabaja en una peluquería y mientras seca el pelo de una mujer lo lame), debe buscar un nueva ocupación. Con atisbos escatológicos, el video alude, como en el caso de Un paisaje subterráneo, a las relaciones de poder asimétricas, a la alienación y a la vulnerabilidad social de los sujetos. Tras lamer el cabello de la clienta, el gato es arrojado como un despojo a la calle. Sangrando aún por el golpe recibido (en una escena las gotas de sangre manchan un currículum que acaba de imprimir), busca trabajo haciendo frente a las adversidades. En apenas poco más de seis minutos, el video condensa una historia fantástica imperdible que conjuga sensibilidad, acidez y dibujo avezado.
Para agendar
Un paisaje no es un paisaje. La exhibición de Mónica Heller se puede visitar en Galería Piedras (Avenida Rivadavia 2625, piso 4) de jueves a sábados, de 16 a 19, hasta el 18 de diciembre. Luego reabrirá nuevamente el 20 de enero.