Cómo es la novela que escribió Paul Auster durante su temporada en “Cancerland”
Protagonizada por un profesor de filosofía a punto de jubilarse, la historia de “Baumgartner” mantiene afinidades con el presente del escritor estadounidense
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Llegó este mes a las librerías locales Baumgartner (Seix Barral), la nueva novela de uno de los autores favoritos de los lectores en la Argentina: el estadounidense Paul Auster (Nueva Jersey, 1947). Terminó de escribirla durante su tratamiento oncológico, sobre el que suele informar su pareja, Siri Hustvedt, en su cuenta de Instagram. Fue ella la que, en marzo de 2023, bautizó el territorio que habita Auster como “Cancerland”. En febrero pasado, el día que Hustvedt cumplió 69 años, actualizó en su posteo de Instagram información sobre el curso de la enfermedad de su marido, que “sin abandonar Cancerlandia, se encuentra estable”. En Baumgartner, el deterioro del cuerpo según pasan los años, la conciencia de la mortalidad y el duelo por la muerte de la mujer amada afloran en la conciencia del protagonista: el profesor de filosofía, a punto de jubilarse, S. T. Baumgartner (al comienzo de la novela, mientras se recupera de una lesión en la rodilla, relee su monografía sobre los “seudónimos de Kierkegaard”). Un aire de familia allega la nueva novela de Auster a Ravelstein, la última novela de Saul Bellow.
Después de la monumental 4 3 2 1, de 2017, seguida de una biografía de Stephen Crane y un alegato en contra del uso de las armas de fuego, Auster lanzó una novela íntima y reflexiva. Si bien el autor no es un personaje (como en la autobiográfica La invención de la soledad), la madre de Baumgartner se llama Ruth Auster. “De niño, Baumgartner se había enterado de muchas menos cosas de la familia de su madre que de la de su padre, la desconocida rama Auster sin tíos ni primos, ningún pariente vivo a la vista en ninguna parte y nadie que le contara nada sobre la historia de la familia: solo su madre, que apenas sabía algo de sí misma”, se lee. Páginas después, esta laguna genealógica se completa. La madre del protagonista ha muerto de cáncer.
Su esposa, Anna Blume, ha muerto hace diez años (la acción transcurre entre 2018 y 2020) y su marido se siente “un muñón humano”. Compara su estado con aquellos padecen el “síndrome del miembro fantasma”. “Es el tropo que Baumgartner viene buscando desde la muerte súbita e inesperada de Anna hace diez años, la analogía más convincente y decisiva para describir lo que le ha pasado desde aquella tarde de calor y viento de agosto de 2008, cuando a los dioses se les antojó robarle a su mujer en pleno vigor de su aún joven naturaleza, y así, de paso, arrancar las extremidades a Baumgartner, las cuatro, brazos y piernas, juntas y al mismo tiempo, y si la cabeza y el corazón escaparon a la arremetida solo fue porque los dioses, perversos y burlones, le concedieron el dudoso derecho de seguir viviendo sin ella”.
Baumgartner gira en torno a una ausencia y, mientras relata el modo de supervivencia del protagonista (confuso, tierno, melancólico, dispuesto incluso a casarse por segunda vez con una profesora universitaria), le da voz y cuerpo a Anna. “Las personas mueren -le dice el viudo a la psicoterapeuta-. Mueren jóvenes, mueren viejas y mueren a los cincuenta y ocho. La echo de menos, eso es todo. Era la única persona a la que he querido, y ahora tengo que encontrar el modo de seguir viviendo sin ella”.
Traductora y escritora, provista de “la fuerza de una personalidad luminosa, de una viveza humana en todo su vibrante esplendor, el que emana de dentro afuera en una compleja danza cruzada de sentimiento y razón”, Anna ha dejado cuadernos con escritos autobiográficos, relatos y poemas, que el profesor relee, y con él los lectores (en uno de ellos, “Combustión espontánea”, narra el romance con Baumgartner). Otro personaje, la estudiante de literatura Beatrix Coen, mostrará interés por los archivos de Anna. El tutor de la tesis de Beatrix le dice a su amigo que la joven le recuerda a Anna.
“De absoluta desconocida que era solo hace dos meses, se ha convertido ahora en la persona más importante de su vida. Aún no se han encontrado y solo se han visto en fotografía y en pantalla digital, pero el caso es que Baumgartner ya quiere a Beatrix Coen tanto como a la hija que Anna y él podrían haber tenido si tal cosa hubiera sido posible”, apunta el narrador. Beatrix lo llama “Sy”, y él a ella, “Bebe”.
Hay alusiones literario-político-filosóficas a la vida en Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump (al que el profesor llama el “enloquecido Ubú de la Casa Blanca”). Baumgartner -antitrumpista como Auster- concibe la escritura de un libro, “un proyecto estrafalario, descabellado, nada parecido a lo que ha intentado anteriormente, un discurso entre serio y cómico, casi imaginario, sobre el yo en relación con otros yoes titulado Misterios de la rueda”, al quiere dedicarle el mayor tiempo posible. “¿Cinco? ¿Diez? ¿Quince años? Ahora los días y los meses pasan con mayor rapidez, y sea cual sea el tiempo que le quede, desaparecerá en un abrir y cerrar de ojos”, reflexiona.
Su libro, inspirado en una idea de Aristóteles, se divide en varias partes. Una de ellas se titula “Carreras de destrucción”: “Describe lo que ocurre en una sociedad cuando los conductores dejan de cumplir las normas de la carretera y ejercen su derecho constitucional a la libertad personal, otorgado por Dios, saltándose señales de tráfico y semáforos en rojo y atropellando a todo peatón que se ponga de por medio. Ni una palabra sobre los millones del Devolvamos a América su Grandeza ni de la amenaza que acecha en la Casa Blanca, pero las intenciones de Baumgartner son bastante claras y no le hacen falta más comentarios”.
A la manera de un memento mori, en Baumgartner los remolinos de la memoria, el sentido del humor y un entusiasmo no desprovisto de erotismo confluyen en un espacio indeterminado y cambiante: el aquí y ahora.
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