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Se cumple un año desde que irrumpió la pandemia y sacudió todos los ámbitos de nuestras vidas. Es un buen momento para parar y mirar hacia atrás, haciendo foco con especial énfasis en los recursos y las habilidades que desarrollamos, en las soluciones que nos resultaron útiles, de modo que podamos reconocer esos aprendizajes, apropiarnos de ellos y usarlos como experiencias de referencia para transitar los desafíos que nos esperan.
Fue un año de vaivenes, de marchas y contramarchas. Hubo momentos de actuar y otros de esperar, de sentirnos bien y sentirnos mal, de estar conectados o no, de esperar o salir a provocar, de creernos poderosos o impotentes. Quizás no seamos plenamente conscientes de aquellas decisiones y acciones que tomamos y que luego se volvieron puntos de inflexión, porque en ese momento no sabíamos que iban a funcionar tan bien o mejor que lo que ya conocíamos. Mirar el año que pasó con perspectiva y haciéndonos las preguntas adecuadas nos va a permitir agudizar la mirada y traer esos “tesoros de recursos” a la luz, evitando que se pierdan e incorporándolos a nuestro menú de opciones para elegir cómo actuar ahora y en el futuro. Además, haber/nos probado que “sabemos hacer” algunas cosas que antes nos parecían imposibles, y que lo hacemos bien, nos brinda certeza y poder, porque ahora sabemos que tenemos esos recursos, que son nuestros y que podemos contar con ellos para encarar el contexto con más inteligencia y libertad.
- Preguntas que consolidan lo aprendido
¿Qué hicimos durante este año? ¿Qué “recetas”, enfoques, estados emocionales, soluciones y recursos nos sirvieron? ¿Qué experiencias, hábitos y maneras de mirar y pensar vale la pena que tengamos presentes y a mano como recurso propio o colectivo? ¿Qué, de lo que aprendimos y funcionó, queremos conservar para resolver de ahora en más? ¿Qué queremos consolidar para nosotros mismos, nuestro entorno y la cultura de las organizaciones de las que formamos parte?
La vida en pandemia nos forzó a mirar, pensar y sentir de una manera diferente a la habitual. En primer lugar, tuvimos que cambiar muy rápidamente los anteojos del “no se puede”, que nos hubieran dejado en la parálisis, por lentes más perspicaces para detectar lo que sí es posible en este contexto tan volátil. A pesar de la incertidumbre y la incomodidad pudimos incorporar nuevos hábitos, resolver situaciones complejas de forma creativa y encontrar espacios de oportunidad. Nos animamos a improvisar y a ensayar, incluso a fracasar. Inventamos nuevos procesos y formas de organizarnos. Fuimos aprendiendo mientras hacíamos, al estilo McGyver, con lo que teníamos a mano. ¿Nos pueden servir estas experiencias para situaciones similares en el futuro?
- Caminar con un equipaje más liviano
Otro punto sobre el que nos podemos enfocar, no menos importante: ¿Qué dejamos de hacer? ¿Qué nos dimos cuenta de que ya no es tan importante y no vale la pena seguir haciendo? ¿Fuimos capaces de cambiar nuestras prioridades, de poner/nos límites y decir que no a algunas cosas? ¿Elegimos bien qué batallas librar y cuáles no? Es probable que en este año también hayamos dejado algunas cosas atrás, y que ahora podamos seguir caminando con un equipaje más liviano. En el trabajo, menos reuniones, por ejemplo, y más cortas. En lo social también hubo recortes, algunos dolorosos, otros bienvenidos. ¿Qué tuvimos en cuenta al decir que NO? ¿Nos puede servir para situaciones similares en el futuro?
- Liderar las emociones
En el plano emocional y de relación, ¿encontramos formas para no dejarnos “contagiar”, influenciar, por los estados negativos de nuestro entorno? ¿Pudimos rescatarnos y rescatar a otros, salir del bajón y volver a motivarnos, contagiar esperanza y estados de posibilidad? ¿Encontramos recursos para resolver los tironeos entre el trabajo y la familia, para regular nuestra energía física, mental y emocional? ¿Cuáles? ¿Nos pueden servir para situaciones similares en el futuro?
- Mantenernos conectados
En general, se puede apreciar que aprendimos a prestar más atención a cómo están las personas que trabajan con nosotros. Conocimos mejor sus contextos y eso nos permitió ser más empáticos. A pesar del aislamiento y la distancia, o quizás debido a ello, muchos contactos entre personas de distintas áreas, regiones y países, y también entre muchos amigos y familiares, que en tiempos presenciales solían ser puntuales y espaciados en el tiempo, se volvieron más frecuentes a través de las pantallas. ¿Lo vamos a dejar caer? ¿Qué medidas podemos tomar para que estos vínculos fortalecidos se sigan manteniendo?
En términos de comunicación, ¿qué aprendimos? ¿Nos puede servir para situaciones similares en el futuro?
- Consolidar hábitos y echar raíces
¿Cómo hacemos para acordarnos de sostener los recursos y las prácticas exitosas que adquirimos? ¿Qué barreras de protección necesitamos poner para que no se olviden, que no se queden en la anécdota y la excepción, y para evitar que la tradición y las costumbres anteriores se los lleven puestos? Para garantizarnos que perduren, no alcanza con las ganas, con decirlo o con decidirlo. Necesitamos tener en foco el propósito de sostener lo que funcionó bien, implementar refuerzos y tutores y convertirlo en acciones cotidianas que nos motiven y motiven a nuestro entorno a sostenerlo.
Daniel Kahneman, en su libro Pensar lento, Pensar despacio, dice que la inteligencia no es sólo la capacidad de razonar, sino también la capacidad de encontrar material relevante en la memoria para enfocar la atención cuando se necesita. Por eso esta invitación a mirar hacia atrás con perspectiva, haciendo foco en las experiencias que nos pueden servir como referencia para resolver de ahora en más, y en la sensación de logro, empoderamiento y confianza que nos dejaron las buenas decisiones y acciones que tomamos. Es el momento de dejar registrado cómo lo hicimos, cuáles fueron los criterios de pensamiento y acción que nos sirvieron. Tomemos nota de los recursos y habilidades que supimos construir en estos tiempos difíciles, para no olvidarlos, para reconocerlos como propios y saber que podemos contar con ellos cada vez que los necesitemos.
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