Cómo comprar obras de arte y no ser estafado en el intento
Tras el caso de Jorge Lanata, galeristas y curadores explican qué hacer para no ser engañado ni perder miles de dólares
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Como si hubiera brotado de la imaginación de María Gainza, un nuevo episodio de falsificación de obras de arte repercutió ayer en la escena pública, al trascender que el periodista y escritor Jorge Lanata había comprado tres obras falsas de arte abstracto por consejo de la galerista Diana García Calvo. Seguramente, la autora de La luz negra, nouvelle protagonizada por una falsificadora, le hubiera dado pinceladas tragicómicas (y por supuesto irónicas) a esta estafa protagonizada por uno de los artistas y uno de los periodistas más destacados del país. Ahora bien, ¿cómo evitar comprar obras de arte truchas y perder miles y miles de dólares? Este martes, la abogada y esposa de Lanata, Elba Marcovecchio, dio a conocer un breve comunicado firmado por ella en representación del periodista y del coleccionista José Antonio David. “Hemos arribado a una justa composición de derechos, tras haber sido la Fundación yo víctimas de un desafortunado engaño, dejando a salvo el buen nombre y honor de la Galería Fundación Mundo Nuevo [a cargo de García Calvo], quien merece plena confianza como protagonista del arte argentino”.
“Todo es relativo, pero una de las cosas que te aseguran que las obras no son truchas es comprar obras a la familia o a los herederos que certifican que, si son gente decente, se aseguran de que no circulen obras falsas que bajen el valor de las auténticas -dice la historiadora del arte María José Herrera a LA NACION-. Esa es una de las reglas. La otra es comprar en galerías serias y no en mercachifles, a menos que uno tenga mucho conocimiento del mercado y del medio. Tiene que ser una galería de renombre que ponga la firma, la certificación y también la cara. Si uno le compra a una galería importante y por error resulta que la obra es trucha, la galería devuelve el dinero. No le conviene que eso pase”.
Herrera destaca que se pueden tomar otras medidas para no caer en la trampa de comprar fake art. “Llamar a peritos y especialistas que no son necesariamente los galeristas. Hay historiadores del arte, curadores y museólogos que trabajamos con obras. Nunca está de más que uno vea la obra se quiere comprar. Me ha pasado que me han llamado para evaluar una obra y, por la metodología y la materialidad, pude ver que era falsa. Si te dicen que tal obra es una acrílico de 1950 es falso, porque el acrílico no existía en esa época. Hay muchas formas de prevenir esto, pero siempre tratando con expertos, por más que te guste el arte y creas que sabés, hay cosas que tienen que ver con la materialidad, que manejan los conservadores, y con la iconografía, que manejamos los historiadores y curadores”.
En general, la primera certificación proviene de los artistas y, si el artista ha muerto, de los herederos. Luego está la certificación de los peritos, que es legal, a diferencia de la que hacen historiadores y curadores, “aunque algunos pueden haber hecho el curso de peritaje legal y tengan firma para certificar”, apunta Herrera. Al peritaje legal, sin embargo, se llega durante un juicio, cuando se quiere demostrar que uno ha sido engañado.
Herrera señala que incluso los galeristas a veces caen en la trampa y compran obras falsas. “Hace unos años participé como perito de parte del Museo Nacional de Bellas Artes en el caso de unos Ernesto Deira falsos y nos dimos cuenta de que eran truchos porque había figuras de distintas épocas de su producción en una misma obra -recuerda-. La hija también lo notó porque conoce la obra de su padre. No hay reglas de oro pero una es rodearse de expertos que no pongan en juego su propio prestigio. Es el mejor consejo”. Las obras históricas, es decir, de artistas que han muerto, son las que exigen mayor cautela a la hora de la verificación.
“Las galerías de arte contemporáneo somos agentes de comercialización en el mercado primario -afirma la galerista Gachi Prieto-. Esto quiere decir que en general trabajamos con obras que provienen del taller de los artistas, hasta en un 80%. La galería tiene la responsabilidad de garantizar que esas obras son auténticas; además, debe firmar los certificados de autenticidad junto con el artista. Ambos se hacen solidariamente responsables de que esa obra es de quien dice ser. Cuando una galería trabaja con una obra de mercado secundario, contemporánea o histórica, siempre se asegura de la procedencia de esa obra y de su autenticidad, sino no la toma en consignación y no la vende. Si hay una mínima sospecha de que puede no ser del artista al que se refiere, la galería prefiere ‘pasar’ de esa venta y no involucrarse”.
Según Prieto, las galerías de arte argentinas legitimadas y que pertenecen a algún tipo de asociación -como Meridiano en la ciudad de Buenos Aires, Faro en Córdoba y GIRO en Rosario- trabajan con un alto nivel de seriedad y compromiso con el mercado del arte local y latinoamericano. “Podemos garantizar a los compradores la procedencia y autenticidad de las obras -asegura-. Se está considerando la posibilidad de comenzar a utilizar los medios de NFT como forma de liberar los nuevos certificados de autenticidad para que puedan ser transferidos de un cliente al otro, y que son inviolables, pero aún es demasiado temprano para saber si será un instrumento útil”. Hasta el 16 de este mes en la galería Gachi Prieto (Uriarte 1373) se puede ver Caleidoscopio, muestra de la gran artista Nora Aslan.
El galerista Mauro Herlitzka coincide con Herrera. “Quien adquiera una obra de arte y quiera asegurarse de su autenticidad debe solicitar a los profesionales del comercio de arte reconocidos, galeristas, art dealers y responsables de casas de remates, su respectivo foto certificado de autenticidad, en el que conste la imagen de la obra, su descripción técnica, si está firmada o titulada, proveniencia y referencias documentales si las tuviere -detalla-. Estos profesionales son responsables de las obras que comercializan. Es importante para las obras históricas contar con la documentación correspondiente y es posible consultar en los centros de documentación como el de Fundación Espigas de la Universidad Nacional de San Martín”. Herlitzka remarca que esos certificados deben conservarse para la transmisión futura de la titularidad de la obra. En la galería Herlitzka + Faría, ubicada en Libertad 1630, se pueden ver obras -auténticas, desde ya- de dos reconocidas creadoras: Alicia Herrero y Ana Payró (1897-1980), hija del escritor Roberto J. Payró y hermana del destacado crítico Julio E. Payró y, más que nada, una pionera del arte argentino.
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