Comienzo con el pie derecho: ya se vendieron obras que se verán en arteba la semana próxima
Varias galerías que participarán de la feria ya registraron compras o reservas al anticipar a sus clientes lo que exhibirán en el Centro Costa Salguero, del 30 de este mes al 1 de septiembre
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A comienzos de año, todo indicaba que arteba no tendría una edición 2024. Los presupuestos de los proveedores parecían tan imposibles de definir como el cálculo de la inflación anual. Y sin embargo, en el peor contexto, la feria se dispone a sorprender una vez más: varias galerías ya registraron ventas días antes de que abra sus puertas al público, del 30 de este mes al 1 de septiembre en el Centro Costa Salguero.
“Estuvimos compartiendo el preview, y ya hicimos tres ventas previas de lo que vamos a llevar a arteba. Ya se vendió una obra de Claudia Fontes, una de Fernanda Laguna y una de Juan Tessi. Van a estar en la feria de todas maneras”, anticipó Nora Fisch la semana pasada a LA NACION. Un par de horas más tarde, llegó otro mensaje: “Seguimos distribuyendo el dossier y en este rato nos reservaron otra obra de Tessi y una acuarela de Sofía Bohtlingk”.
“Empieza a verse un fenómeno que antes no se veía acá: el deseo de tener una obra en particular, de no perderla –agregó la galerista, a la hora de evaluar una tendencia confirmada luego por LA NACION con varios colegas-. En otros mercados es muy común ese apuro, por ejemplo cuando se abren las puertas en Art Basel Miami y todos corren a entrar. Tal vez es una buena señal de que nuestro mercado del arte se está expandiendo. Frente algo bueno y que el comprador desea, existe la percepción de que ‘si no me apuro, lo pierdo’. Indicaría una sofisticación y conocimiento creciente del coleccionista argentino”.
Por otra parte, Fisch arriesgó otra hipótesis: “Creo que le teníamos tanto miedo a esta edición de la feria –confesó-, que implica un riesgo de inversión importante y sucede en un contexto de incertidumbre económica, que tanto los artistas como nosotros nos esforzamos muchísimo para presentar obras incuestionables. Suele decirse que durante épocas difíciles o cuando hay una percepción de crisis, como viene sucediendo en nuestro país, el arte se vuelve mejor, como si hubiera una mayor concentración e intensidad en ese momento de diálogo del artista con la obra. Y también una mayor necesidad de quienes compran de rodearse de arte en su entorno privado”.
Claro que también influye la iniciativa de algunos galeristas de anticipar a sus clientes lo que van a exhibir en la feria, lo cual parece despertar la ansiedad de los interesados ante otras posibles ofertas anticipadas. En el caso de Rolf Art, por ejemplo, acaba de confirmarse una venta al Museo Nacional de Bellas Artes que llevó meses de gestión. Se trata de El cóndor y el águila (2017), un tríptico de gran formato realizado por Graciela Sacco poco antes de morir; fue exhibido por la galería en arteba el año pasado, cuando se cumplieron tres décadas de sus primeras intervenciones callejeras.
“Era nuestra intención que la obra quedara en el acervo del museo y lo va a permitir el programa Matching Funds, por un valor súper simbólico, porque gran parte es una donación de la familia y de la galería”, explicó a LA NACION Florencia Giordana Braun, directora de la galería. Se refería al sistema auspiciado por Zurich, que permite que cuatro museos argentinos puedan adquirir obras durante la feria mediante un fondo de inicio: la compañía de seguros aporta 3000 dólares a cada institución, que a su vez debe conseguir un monto igual o superior para concretar la compra. En este caso, la suma restante la aportó la Asociación Amigos del MNBA.
“Es el resultado de un trabajo por adelantado, no es que sea frecuente”, aclaró Giordana Braun, que además ya está negociando con “una institución internacional” la venta de una obra de Marcelo Brodsky y Fernando Bryce, de la serie Territorios (2022).
También comenzaron las negociaciones y reservas en galerías como Ruth Benzacar y Del Infinito. “No solemos anticipar nada, solo a algunos clientes a los que les interesan piezas que no se encuentran en mercado fácilmente -explicó Julián Mizrahi, director de esta última-. Y por supuesto a instituciones que necesitan evaluar con tiempo. Una vez que tenemos consolidado el stand, se les mandan las obras más importantes disponibles”.
Ese ejercicio, que parece expandirse cada año entre las galerías locales, demostró dar sus frutos. El stand que compartirán la galería porteña Isla Flotante y la parisina Jocelyn Wolff, que incluye en su staff a artistas argentinos, inaugurará esta edición de la feria con varios de los puntos rojos que indican ventas: ya no están disponibles una escultura de Diego Bianchi y tres dibujos de Tobías Dirty.
Con el mismo entusiasmo comenzará la galería Barro, que celebrará sus diez años con “las mejores obras” de sus artistas. Entre ellas se contará un imponente banco de Pablo Reinoso, argentino residente en Francia, que se incorpora al staff poco después de haber presentado una instalación ondulante que facilita el acceso al Palacio del Elíseo. “Ya le vendimos una obra a Arthaus y se está realizando otra para Consultatio, para el nuevo proyecto de Oceana Nordelta”, anticipó Nahuel Ortiz Vidal, director de la galería.
“Hicimos magia”, reconoció esta semana Larisa Andreani, presidenta de la fundación arteba, que no se cansa de decir que el arte funciona como “un refugio emocional”. Días atrás, durante el lanzamiento de la próxima edición, había admitido ante cientos de invitados: “Este año comenzó con cambios, y con desafíos particularmente profundos. Hace apenas unos meses parecía muy difícil llevar a cabo la feria. Sin embargo, siendo una institución con más de 30 años de historia, hemos podido superar muchos obstáculos y vaivenes en el país, siempre apostando al crecimiento de nuestra escena del arte contemporáneo”.
“¿A qué herramientas recurrieron para lograrlo?”, quiso saber LA NACION. “A la flexibilidad, la adaptación y la continuidad –respondió Andreani-. Además de una misión muy clara, que es que los artistas argentinos vivan de su trabajo, hay una altísima responsabilidad en el uso de los recursos. Todos los presidentes de arteba tuvieron su crisis. Con ganas de generar una huella nueva, tomaron como base lo que ya se hizo y siguen cuidando la institución. Generamos el círculo de expresidentes como órgano consultivo del Consejo de Administración, y son realmente muy activos: arteba es un modelo virtuoso, porque realmente hay una vocación de dar al otro. Y creo que eso es lo más potente”.
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