Comedia de amor desesperado
En el ya congestionado carril que va de la Web al libro en papel, la publicación de la primera novela de Robertita (Buenos Aires, 1977) arriba como aire fresco al panorama de la así llamada nueva narrativa argentina. La autora es colaboradora en revistas y diarios, y su blog Treintañera (treintañera.blogspot.com), en el que se narran episodios de un grupo de amigos de clase media (tipo Friends ), cuenta con muchos seguidores. Robertita, la protagonista de la novela, tiene un Fotolog al que sube dibujos y textos, y parte de su vida fluye por los canales virtuales: msn, Facebook, chats ("Abro el msn medio zombie. No me importa nada más que mi msn. Mi msn es mi mejor amigo"). Cuando Rolando, un genio que escribió un libro (libro del que nunca sabremos más que eso, que lo escribió y que es genial), que tiene una banda de rock y que trabaja para una radio, le deja un mensaje, ella "flashea" e inicia un derrotero sentimental. Rolando tiene una ex novia que parece que aún es su novia, y Robertita, que quiere reemplazarla, aunque no exactamente ser su reemplazo, lo bombardea con sus gracias retóricas. La cuestión avanza hasta un beso, pero luego retrocede: sólo son amigos. A partir de entonces, Robertita se vuelve terapeuta, gurú, detective (hay una subtrama delirante con una admiradora anónima de Rolando), un pibe, una madre, coaching ; todo en función de él.
Ni los avatares de una loser ni el relato de las performances de una superestrella, la novela se ocupa de una relación imposible entre dos jóvenes de treinta y pico que a veces piensan, actúan y hablan como chicos de quince. Con materiales de descarte como la chatarra televisiva, la chick lit , el chat de madrugada y los latosos mensajes de texto, la ideología lunática de las revistas femeninas, los guiones de series de los años noventa y la literatura de autoayuda (que la protagonista lee y cita con fervor culpable), las canciones de Ricardo Montaner y una jerga adolescente de cincuenta palabras astutamente combinadas, la autora crea a una joven Frankestein, una golem dedicada a amar a Rolando y a sufrir por él. Sus amigos (entre ellos están los personajes más entretenidos: Seba, Lola y las siete chicas cools ) la aconsejan con sensatez y cariño y la soportan en interminables sesiones de msn. Novela de la "extimidad" (la intimidad hecha visible por medio de los medios electrónicos, según Paula Sibilia), Loser parece una interminable función de stand up , con chistes, altibajos, reflexiones nacidas al calor de la frustración amorosa y perogrulladas divertidas ("La Loca está loca"). Convencida de que los padecimientos de una chica "perdedora" rinden menos que los de un chico ídem, la autora presenta una antiheroína verborrágica, enfática, ciclotímica, a medio camino entre los personajes superados de Maitena y los vacilantes de Romina Paula. Quizá porque no queda otra, la voz de Robertita, que se asume como enamorada desesperada, amiga canchera, mujer suspicaz, paciente archineurótica, narcotiza al lector y transforma un argumento risible -también por lo mínimo- en una tragicomedia de la subjetividad.
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