Colette, picante y popular, en 5 libros para leer antes de ver la película
Fina humorista, observadora ácida de las costumbres humanas, amante de los gatos y narradora sin igual, Sidonie-Gabrielle Colette nació en un pueblo de Borgoña en 1873. Con el tiempo, la chica de campo triunfaría como Colette. Según sus escritos autobiográficos, vivió una infancia feliz, rodeada de seres queridos, la naturaleza y los animales. Se declaró una nulidad en cuestiones imaginativas y atribuyó el éxito de sus ficciones a la memoria de vivencias propias. "¡Qué maravillosa vida tuve! Ojalá me hubiera dado cuenta antes", declaró con ironía en su madurez. Colette es un ícono de la cultura francesa.
El film recientemente estrenado, Colette: liberación y deseo, dirigido por Wash Westmoreland y protagonizado por Keira Knightley, se ocupa de los años de juventud de Colette. Secretos de la carne. Vida de Colette, de Judith Thurman; Colette. La ingenua libertina, de Jean Chalon, y Colette, de Herbert Lottman son biografías muy recomendables que fueron traducidas al español.
Muy joven, se casó con el escritor y crítico Henri Gauthier-Villars, varios años mayor que ella y casi sin escrúpulos para usufructuar el talento ajeno. "Willy" la introdujo en el mundo de los salones parisinos y la vida mundana, a veces depravada. Poco después de contraer matrimonio, descubrió la capacidad de la joven para la escritura novelesca. La serie de novelas de Claudine, que haría célebre a la autora, está basada en las experiencias juveniles de Colette. Ingeniosa y audaz, la protagonista participa primero de escenas de la vida de provincias y, luego, se radica en París. Su marido firmaba las novelas.
A pesar de que sus historias fueron consideradas picantes para la época, nunca dejaron de ser populares y bosquejaron a un tipo de heroína moderna, inteligente y en absoluto pasiva. Mientras las ganancias que daban sus primeras obras iban a parar al bolsillo del exmarido, del que se divorció recién en 1909, Colette trabajó duro para evitar la pobreza. En esos años se hizo amante de una marquesa, "Missy", con la que actuó en vodeviles en el Moulin Rouge y que la proveyó de aventuras para sus ficciones. Parte de esas experiencias aparecerían en La vagabunda, de 1910, y El obstáculo, de 1913.
En 1912 se casó con Henry de Jouvenel, editor del diario Le Matin, donde empezó a escribir crónicas teatrales e historias breves. En el libro Mis aprendizajes (1936), Colette estableció que sus publicaciones previas a 1920 pertenecían a una etapa de iniciación. Lo mejor, según la autora francesa, llegaría después. Por un lado, dio a conocer historias de la generación joven de la primera posguerra, protagonizadas por seres desdichados en ambientes de refinamiento, como ocurre en Chéri (1920) y El final de Chéri (1926). Por otro, volvió al territorio de su infancia encantada. La casa de Claudine (1922) y Sido (1930) se pueden leer en esa perspectiva.
Colette fue amiga de grandes artistas, entre otros, Jean Cocteau, Paul Valéry, Alfred Jarry, Jean Genet, Simone de Beauvoir y Marcel Schwob. Colaboró con Maurice Ravel en la composición de la ópera en un acto El niño y los sortilegios, de 1925. La escritora se ocupó del libreto, que originalmente contaba una fantasía protagonizada por una niña en un mundo de hadas. Ravel reemplazó a la niña por un niño.
En 1935, ya divorciada de Jouvenel después de un escándalo, se casó con el escritor Maurice Goudeket, varios años más joven que ella. Durante sus últimas dos décadas de vida, Colette escribió sobre el placer femenino, la sexualidad y las fantasías de las mujeres. En 1944 publicó Gigí, mitad novela romántica, mitad sátira social. Cuando la historia de la chica educada como cortesana por su madre, su abuela y su tía fue adaptada al teatro, la escritora quiso que Audrey Hepburn la interpretara. En 1958, el film homónimo de Vincente Minnelli , protagonizado por Maurice Chevalier, Louis Jourdan y Leslie Caron, hizo famosa a la heroína creada por Colette.
Fue nombrada miembro de la Real Academia Belga en 1935, y de la Academia Francesa Goncourt diez años después. Obtuvo la medalla oficial de la Legión de Honor, reconocimiento que rara vez recibían las mujeres. En 1948 su esposo empezó a editar las obras completas de Colette, que superan las mil quinientas páginas. El humor y el atrevimiento, más una bienvenida suspensión de los juicios morales en las relaciones sentimentales, caracterizan su obra. Al morir en 1954, si bien la Iglesia le negó un funeral católico por su vida de costumbres liberales, el Estado francés la despidió con los honores que merecía.
Cinco libros de Colette en cinco líneas
Claudine en la escuela (1900)
Narrada en primera persona por una adolescente tan vivaz como seductora, la novela tiene en verdad un protagonista colectivo. Estudiantes, profesoras y profesores, chicos del colegio vecino y padres integran el elenco de un relato entretenido y desbordante de frescura. Es la "precuela" de Claudine en París. La serie fue tan exitosa que provocó un fenómeno social en la moda y las costumbres de las mujeres francesas. Con el nombre de la protagonista se lanzaron colecciones de vestidos, jabones, accesorios y perfumes. En los primeros años del siglo XX los libros de Colette aún aparecían firmados por su primer marido.
Chéri (1920)
Léa de Lonval, una cortesana, se ocupa de la educación su amante, Fred Peloux, apodado "Chéri". Cuando ella se entera de que Fred se casará por conveniencia con otra mujer, Léa decide poner fin a la relación. Sin embargo, el deseo que los une es demasiado intenso para mantenerlos separados. En la novela, una de las más admiradas de la autora, Colette retrata con ironía las costumbres de la alta sociedad francesa de principios del siglo XX, a la vez que cuestiona los estereotipos masculinos y femeninos. Chéri fue llevada al cine por Stephen Frears en 2009, con Michelle Pfeiffer en el papel de Léa, y también tiene una versión coreográfica que hace unos años se presentó en el teatro Maipo, con Alessandra Ferri y Herman Cornejo.
El trigo verde (1923)
La historia del amor adolescente entre Vinca y Philippe, amigos de veraneos desde la infancia, es la excusa argumental de Colette para hacer actuar otra vez a dos personajes destinados a tomar caminos diferentes. Mientras inicia una exploración por el erotismo, que en la narración se acompasa con descripciones del mar y la naturaleza, la joven se arriesga más que el chico en la experiencia íntima. No será la última vez que en su obra presente a un personaje femenino que desoye la recomendación de no disfrutar de manera excesiva de los placeres terrenales.
Lo puro y lo impuro (1932)
Publicado originalmente con el título de Esos placeres, el volumen reúne una serie de testimonios y relatos autobiográficos de la escritora. De los amoríos inconsecuentes o profundos de juventud a precisos análisis de arquetipos eróticos, y de suicidas por despecho a triángulos amorosos en entornos fastuosos, Colette revisa su pasado bisexual sin prejuicios. En sus palabras, la obra representa "una contribución personal al tesoro del conocimiento de los sentidos". En el tercer volumen de El genio femenino, Julia Kristeva le dedica especial atención a este libro.
Mis aprendizajes (1936)
También en un registro autobiográfico, la autora evoca sus años de juventud a partir del casamiento con "monsieur Willy". En esa mirada retrospectiva abundan las típicas descripciones de la escritora y el retrato de personajes célebres, entre ellos su gran amigo Marcel Schwob, Claude Debussy o Mata Hari, junto a otros poco conocidos, en la París de principios del siglo XX. La bohemia y el mundo en que se movían los artistas e intelectuales parisinos no serían lo mismo sin la escritura de Colette. Y viceversa.
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