Coleccionistas argentinos de Santamarina a Liprandi
Cuestión de status, de difusión y de mercado, coleccionar arte en la Argentina del siglo XXI se ha vuelto una actividad de un dinamismo vertiginoso, ubicada en las antípodas de lo que fue el primer coleccionismo del siglo XX.
Antonio Santamarina, político y coleccionista de raza, compró su primer cuadro en 1900, cuando tenía veinte años. Con el tiempo acrecentó su colección con obras de Rodin y de Toulouse Lautrec, de quien fue un devoto admirador hasta el punto de tener tapizada una habitación de su casa de la avenida Alvear con pinturas del francés célebre por sus afiches.
Poco antes de su muerte, en los años setenta, la familia Santamarina (o parte de ella) decidió enviar a subasta algunas obras que fueron rematadas en Londres en medio de una polvareda mediática registrada en las páginas de LA NACION de aquella época. Don Antonio Santamarina tenía más de noventa años y debe recordarse que además de subastar una docena de cuadros por 4 millones de dólares (hoy uno de ellos valdría diez veces más) fue un generoso benefactor del MNBA. Con su sobrina Mercedes donaron una parte medular de lo que constituye el patrimonio de arte europeo de nuestro museo mayor. Lamentablemente, varios cuadros de la colección Santamarina fueron robados en la Navidad de 1980. Solo se recuperaron tres.
Los coleccionistas del siglo XXI tienen otras urgencias. Ignacio Liprandi comenzó a comprar arte argentino en los noventa del siglo pasado. Hoy se ofrecerán en subastas Roldán lotes de su propiedad.
Ex broker de Merril Lynch, en el umbral del siglo XXI Liprandi se convirtió en uno de los más conspicuos compradores de arte contemporáneo argentino e internacional, formando una atractiva colección con obras de Julien Opie, Sophie Calle, Leandro Erlich, Marina de Caro, Nicola Costantino, Vic Muñiz, Ernesto Neto, Macchi y Kuitca, entre otros, que exhibe en un departamento francés de alta gama proyecto de Alejandro Bustillo.
Durante la campaña de Macri para jefe de gobierno fue mencionado como posible ministro de Cultura, cosa que finalmente no ocurrió. Se dice que por desentendimientos con Gaby Michetti. Desde hace un par de años dirige su propia galería de arte sobre avenida de Mayo, y, como lo hizo antes el galerista Alberto Sendrós, ha decidido enviar a subasta obras importantes de Siquier, Pombo y Sebastián Gordín que rematará Roldán con estimaciones de 15.000 a 22.000 dólares.
El modelo de los "nuevos coleccionistas" está más cerca del británico Charles Saatchi, promotor del niño malo del arte británico Damien Hirst, que del clásico coleccionista de espíritu filantrópico que compraba "para toda la vida".
En este punto no está demás recordar el latigazo lanzado por el crítico del Time, el australiano Robert Hugues en los noventa: "Los perdedores del boom del arte y de los altos precios serán los museos: ya nadie querrá donar sus cuadros".
En Twitter: @alicearte