Coleccionista de arte y de buenas cepas
Éste es un pequeño homenaje a un gran hombre en todo el sentido de la palabra. Conocí a Mijndert Pon en Holanda, en el castillo de Nijkerk, cerca de Ámsterdam, con motivo de una muestra de pintura argentina organizada por Sara García Uriburu, galerista, amiga y consejera del holandés en temas de arte. Eran los años noventa y ya se hablaba de las fabulosas inversiones que pensaba concretar en la Argentina; del collar de estancias con pedigree que había formado y, por supuesto, de la intención de hacer del Valle de Uco un territorio para el buen vino como lo era Napa Valley, en California.
Mijndert no era hombre de medias tintas y no solo levantó una bodega escultórica para Salentein, al pie del Tupungato, firmada por la exquisita arquitecta Eliana Bórmida, sino que también se ocupó personalmente de seleccionar las obras para Killka, el pabellón-museo donde alternaba la exhibición de la colección permanente con muestras temporarias de artistas del interior.
Además de hacer un vino de exportación, un Petrus mendocino, mantuvo una activa política de difusión del arte argentino en el mundo; formó una colección personal y organizó muestras en galerías y museos para exhibir las obras de los pintores a los que admiraba. Visitaba los talleres y conversaba mano a manos con los artistas sin perder jamás el perfil bajo, algo muy holandés por otra parte.
Levantar un pabellón-museo al pie de la cordillera no es una empresa de todos los días; tampoco lo es levantar el listón de la calidad de los vinos, de las frutas producidas en el sur y del enoturismo, una novedad en el valle mendocino. La primera vez que vi a este holandés enorme, desmesurado en sus proyectos y en su manera de trabajar, venía pedaleando por el parque de Nijkerk con un canasto de naranjas para el desayuno de sus huéspedes argentinas. Antes de escuchar su voz escuché la risa, sonora y vital, la misma que acompañaba las largas sobremesas en la pampa y la vigorosa puesta en marcha de la "gesta" argentina en la que el arte resultó un pilar sólido e irreemplazable. Pocas semanas atrás, Minjdert Pon murió en su Holanda natal a los 82 años.
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