Clorindo vive. La nueva obra póstuma de un prócer de la arquitectura argentina
De cara al Riachuelo, avanzan las obras de un nuevo hito arquitectónico de la ciudad. Hormigón, paredes de chapa, patio interior y colores vivos definen lo que será una referencia contemporánea a la construcción del conventillo, proyecto ideado años antes de su muerte por un prócer de la arquitectura argentina: Clorindo Testa, autor de otros emblemáticos ligados a la cultura como la Biblioteca Nacional y el Centro Cultural Recoleta.
La nueva construcción será la sede de la Fundación Andreani, un proyecto que darán a conocer públicamente hoy, y mira al futuro como un nuevo espacio cultural vecino de la Fundación Proa y Caminito, en una expansión del Distrito de las Artes. El terreno de La Boca donde se asienta no carece de historia: la vieja casona fue conventillo, restaurante, empresa de mudanzas y estudio de otra figura nacional: el artista plástico Rómulo Macció.
"Después de años y años, seguían llegando facturas y correspondencia a nombre de Macció. Durante una época, él tuvo su estudio en la parte de arriba de la casa", explica Carlos Santa Cruz, arquitecto y uno de los supervisores del proyecto.
María Rosa Peralta de Andreani, creadora de la Fundación, cuenta que Macció dijo en una ocasión que era para él "un placer haber pintado en el mismo lugar que Fortunato Lacámera", pintor de la escuela de La Boca cuyo cuadro Desde mi estudio, que alberga el Museo Nacional de Bellas Artes, algunos afirman que fue pintado en la misma cuadra. "Macció admiraba mucho a Lacámera y hablaba de ese cuadro que mostraba la misma vista que él veía, desde la ventana, en la época en la que en el Riachuelo había barcos", recalca Peralta.
Lacámera, Macció, Andreani, Testa; hijos de la emigración italiana que llegaba a la Buenos Aires de los conventillos y moldeaba el paisaje de La Boca. Con una implícita evocación a la austeridad y simpleza en el uso de materiales que marcaron la impronta del barrio, cuando sus habitantes levantaban las casas con las chapas de los contenedores de los barcos y los pisos con los adoquines de contrapeso de los navíos, o aprovechaban la pintura sobrante del naval para sus viviendas, Clorindo Testa bocetó a lo largo de varios años su idea de edificio para la "Casa viva" del arte que proyecta Andreani.
El empresario adquirió la casona – situada en Avenida Pedro de Mendoza 1981– en el año 2000 para ubicar allí la sede de la Fundación. Para rehabilitarla, se convocó a arquitectos a un concurso de honorarios: Jacques Bedel, Luis Benedit, Arquitectónica (Estados Unidos), Clorindo Testa. Llegó la crisis y se paralizó el proyecto. Simpatizaban con la propuesta de Testa y él, a pesar de que no lo habían contratado, avanzaba en su idea. La inversión se estima en 50 millones de pesos y el plazo de la obra, en 14 meses.
"Cada vez que lo íbamos a ver, cada dos años, nos mostraba cosas", señala Santa Cruz. Andreani barajó otras opciones, pero en 2009 le encargó la obra. El inmueble data de antes de 1890 y, como su estado era delicado y las condiciones del suelo en una zona tradicionalmente inundable, Clorindo optó por la demolición de la estructura, aunque conservando elementos identitarios, principalmente la fachada. Esta irá sola, apuntalada al frente con arcos arbotantes y separada del nuevo edificio por un patio abierto, de cinco metros. "La fachada es de composición italianizante, un cuadrado donde podés inscribir un círculo y hacer divisiones que coincidan con las ventanas, como se hacía en los viejos edificios europeos según las proporciones que trabajaban Miguel Ángel y Leonardo", explica el arquitecto.
Testa decidió preservar otras huellas del pasado, como restos de mampostería. "El toque artístico de Clorindo era que iba a las obras mientras se estaban haciendo y decía: dejá esto, sacá aquello, poné esto. Esas decisiones ahora las tomará la gente de su estudio, Oscar Lorenti y Juan Fontana, según lo que él les dijo".
Qué habrá en el nuevo centro cultural
Ambos arquitectos explican que la obra origina un diálogo entre la nueva arquitectura y los vestigios del pasado. El edificio tendrá cuatro alturas con sala de exposiciones en la primera, un primer piso que será auditorio y área de usos múltiples, una segunda altura para oficinas y terraza con biblioteca y restaurante.
Para permitir las vistas al Riachuelo, como ocurre en Proa, Testa propuso llevar las oficinas avanzando por encima del patio hasta la fachada. Sobre este saliente, la terraza también llega a esa línea. Las salas del edificio serán diáfanas y las paredes, de chapa, con colores y ventanas irregulares.
"El patio de acceso es un espacio de transición entre la calle y el edificio nuevo, luego de atravesar la fachada original", explican Fontana y Lorenti. "El sello de Clorindo estará en la especialidad de la obra, en su relación con la ciudad y su contexto inmediato, y en la austeridad y franqueza en el uso de los materiales", señalan.
La Casa Andreani será la primera obra de Testa en La Boca, junto a una proyectada residencia para investigadores, y forma parte de su última etapa de producción, un período en el que "la economía de recursos, la libertad en el manejo del espacio y la relación con el contexto dan una obra característica de su visión. Consideramos esto un gran aporte cultural", recalcan los profesionales que trabajaron a su lado hasta su muerte, en 2013..
El edificio exhibirá algunos tics de Testa: su estructura de colores vivos, las formas de las ventanas, rejas colocadas de formas raras. Para la vereda propuso un árbol de hormigón como escultura y un diseño para el suelo con tiras de mármol "sueltas y aleatorias".
Clorindo realizaba sus bocetos a mano con fibras de colores y así son los que hizo de la casa. "Los primeros días que lo fuimos a ver dibujaba rectangulitos con hombrecitos como hacía Le Corbusier al fijar las medidas antropomórficas", cuenta Santa Cruz.
La demolición de la vieja estructura ya comenzó. En una fase previa, se realizaron excavaciones en el terreno dirigidas por el arqueólogo Marcelo Weissel, que permitieron sacar a la luz unos cuatro mil objetos (hueso, cerámica, clavos de barcos, botellas de ginebra) y con ello se elaboró informes que reconstruyen la historia del barrio. El material está guardado a la espera de ser exhibido.
El bus turístico de la Ciudad tiene su parada final de la Milla Cultural sur justo frente a la casa, donde la Fundación expondrá de forma permanente su colección privada, que incluye piezas de artistas argentinos como Elba Bairon, Diego Bianchi, Eugenia Calvo, Max Gómez Canle, Mónica Heller, Guillermo Iuso, Federico Lanzi, Lux Lindner y Gimena Macri.
Creada en 1990, la Fundación Andreani trabaja en tres ejes: educación, cultura y solidaridad, y promueve el desarrollo de artistas plásticos argentinos. Organiza un premio anual nacional y giras de arte. Para la nueva casa, proyecta muestras, seminarios, proyecciones, un mercado con producciones locales y capacitaciones en oficios, arte, cocina, danza, fotografía y botánica.
- LA FICHA DEL PROYECTO
- Terreno: 12 metros de altura y 12 de ancho, en Pedro de Mendoza 1981
- Inversión: 50 millones de pesos (crédito de Banco Ciudad)
- Plazo de la obra: 14 meses y dará trabajo a cien personas
- Colección privada: Se expondrán obras contemporáneas de la Fundación Andreani de Elba Bairon, Diego Bianchi, Lux Lindner y Gimena Macri, entre otros artistas.
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