Llegó desde Asia e hizo estragos al avanzar por Italia, Francia, Inglaterra, Alemania. La pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, que provocó decenas de millones de muertes en el siglo XIV, arrasó también con el pueblo de Ceppaloni, afectado por otro brote tres siglos después.
Allí vivían los ancestros de Clorindo Testa, nacido en 1923 y emigrado a la Argentina apenas meses más tarde. Además de convertirse en uno de los arquitectos más destacados de América Latina, llegaría a retratar las múltiples formas de la peste: hace más de cuatro décadas, sus dibujos y pinturas alertaron sobre los síntomas de una vida urbana que ya se revelaba enferma.
"Las condiciones sociales en que vivimos, la modificación arbitraria de la ecología, pueden producir catástrofes peores de las que narran los libros de historia al describir las plagas naturales", escribía Jorge Glusberg en el catálogo de La peste en Ceppaloni, muestra de Testa en la galería de Jacques Martínez, en 1978. Un año antes el artista había participado con La peste en la ciudad del envío del CAyC premiado en la Bienal de San Pablo.
"Cuando la peste se fue de Ceppaloni, la gente lavó su ropa, pero el rastro-rostro de la enfermedad había permanecido porque era indeleble", escribió Testa en 1979, en un cartel presentado junto al tendedero doméstico de la casa/galería de Ruth Benzacar. De allí colgaban telas cuadradas, sobre las cuales había pintado escalofriantes retratos con aerosol.
"Tendederos de la peste" se llamó aquella serie, que en 2016 sería exhibida por Jacques Martínez en arteBA y en la sede de Avenida de Mayo, en una muestra titulada La peste. El humanismo de Testa a través de Camus. Esas y otras imágenes de obras alusivas fueron publicadas en las últimas semanas en las redes sociales de la galería, en una exposición virtual que relacionó su legado con el del autor francés y la crisis actual.
Cobró así nueva vigencia la mirada del arquitecto que contribuyó a crear monumentales edificios como el Banco de Londres y la Biblioteca Nacional -y la sede de la Fundación Andreani, inaugurada el mes pasado en La Boca-, pero nunca olvidó que el urbanismo debía contemplar las necesidades del hombre.
Esa sensibilidad quedó demostrada de múltiples maneras desde que realizó su primer cuadro, en una pensión de Sevilla, hasta su muerte en 2013. Tanto su última muestra en Del Infinito como la colección de moda que realizó con Martín Churba se inspiraron en los primeros trazos que realizó en una escuela Montessori, con marcadores de colores.