Cada vez más artistas procuran contagiar al público masivo su fuerte entusiasmo por enfrentar entre todos con acciones concretas el "punto de no retorno" marcado por el cambio climático
Una convivencia basada en la escucha, la inclusión y el respeto por todas las especies, que promueva la cooperación interdisciplinaria para crear entre todos "una ecología social, mental y ambiental" destinada a salvarnos de una crisis tan urgente como la del coronavirus: la que amenaza no solo a la humanidad, sino al planeta entero. Ése es el futuro por el que trabajan los llamados "artivistas", creativos que procuran contagiar al público masivo su fuerte entusiasmo por enfrentar con acciones concretas el "punto de no retorno" marcado por el cambio climático.
La urgencia del tema inspiró uno de varios diálogos intercontinentales organizados en los últimos meses por las principales instituciones culturales argentinas -desde el Malba, arteBA y Bienalsur hasta RAME, la flamante alianza de museos argentinos- para buscar respuestas a una inquietud central: cómo será la "nueva era" que parece haber comenzado antes del fin de la pandemia.
El trabajo en red es una de las claves. Mientras las fronteras físicas se cerraron para prevenir la expansión del Covid-19, las del conocimiento parecen más abiertas que nunca: muchos artistas, devenidos etnógrafos, se unen a expertos de diversas disciplinas para diseñar acciones que tengan un impacto concreto sobre el medio ambiente. Su trabajo inspira a construir nuevos vínculos en un mundo que demanda un cambio de paradigma: el pasaje de la competencia a la colaboración.
Entre los más conocidos se cuentan el argentino Tomás Saraceno y el danés Olafur Eliasson, ambos radicados en Berlín, ciudad pionera en generar conciencia sobre formas de vida más sustentables. Ambos fueron convocados por las Serpentine Galleries para participar del proyecto Back to Earth ("Volver a la Tierra"), destinado a celebrar sus cincuenta años con la mirada puesta en el futuro, a través de campañas ecológicas promovidas por más de sesenta artistas, arquitectos, poetas, científicos, cineastas, pensadores y diseñadores.
"¿Qué tipo de investigaciones y recursos compartidos, y prácticas de trabajo colaborativas se necesitan para dar respuestas complejas a problemas complejos?", se pregunta una de las instituciones artísticas más prestigiosas del mundo, que impulsa desde 2014 iniciativas interdisciplinarias relacionadas con la preservación del medioambiente y el impacto de las nuevas tecnologías. Los resultados pueden rastrearse en el sitio serpentinegalleries.org, que incluye una serie de podcasts dedicados al tema y da algunas claves de lo que pueden sumar los artistas al conocimiento científico: su capacidad de "imaginar y transformar" el entorno, y de mostrarnos otras formas de percibirlo.
Escuchar o no escuchar, esa es la cuestión
"¿Cómo podemos ejercer una influencia ante este panorama tan desolador?", le preguntó semanas atrás Gabriela Rangel, directora artística del Malba, a Hans Ulrich Obrist, su par en las Serpentine Galleries. "El concepto de la escucha es particularmente pertinente hoy en día, algo que tenemos que aprender en lo cotidiano", respondió el curador, mientras decenas de personas de distintos países silenciaban sus micrófonos del otro lado de la pantalla.
Se refería a una de las lecciones aprendidas de su mentor, el filósofo francés Édouard Glissant (1928-2011), cuyo legado sirvió también de inspiración para la actual edición de la Bienal de San Pablo. "Él decía que había que abogar por la ‘mundialidad’, un concepto que se aleja de la homogeneización globalizadora: un diálogo global que tuviera por objeto cambiar en base a la escucha y al intercambio con el otro, sin perder la propia identidad", sostuvo el director artístico de las Serpentine Galleries al referirse al "kit de herramientas para el siglo XXI" propuesto por este escritor nacido en Martinica y formado en La Sorbona. "Quería crear una institución que pudiera no solo hablar de las urgencias -agregó-, sino que también nos dijera cómo podemos responder a esas urgencias".
Esas mismas ideas inspiraron a Jacopo Crivelli Visconti, curador general de la 34a edición de la Bienal de San Pablo, a diseñar un formato expandido en tiempo, espacio y profundidad. "Lo que hemos vivido en la última década es una polarización brutal de las posiciones y un rechazo del diálogo, de la confrontación. Partimos desde el punto de vista de que es imprescindible crear una relación con el otro, por conflictiva y difícil que sea", dijo Crivelli Visconti a LA NACION el año pasado, cuando la pandemia aún no había radicalizado la crisis en Brasil. "Glissant y otros pensadores -agregó- son muy claros en el sentido de proponer una visión no monolítica, un pensamiento más rizomático, plural y diverso".
Generar un vínculo con el contexto cercano es fundamental, según el filósofo francés. "Tenemos que intentar ser más locales: viajar menos, circular menos", dijo en esa misma línea Crivelli Visconti en un encuentro virtual, convocado el mes pasado por arteBA para reflexionar sobre el futuro de las bienales. "Las propuestas más interesantes -agregó- responden a una necesidad local sin dejar de mirar al mundo".
El error que cometemos al hablar en plural "sin tener en cuenta las desigualdades" es algo que Saraceno señala muy a menudo. Lo hace una vez más en uno de los podcasts sobre arte y activismo disponibles en arteba.org, donde se refiere al proyecto Aerocene como "una nueva era para coexistir de otra forma".
Esa convivencia que "apunta a una ecología social, mental y ambiental" dio el ejemplo más reciente en Jujuy, a comienzos de este año, cuando el reclamo de los lugareños por la explotación del litio se elevó al cielo sobre un globo que permitió por primera vez a un humano volar sin combustibles fósiles. "El cambio climático está afectando a todo el mundo y de una forma mucho más violenta que este coronavirus. Las consecuencias van a ser mucho peores de lo que está pasando ahora", advirtió en abril a LA NACION este artista y arquitecto formado en la UBA, que ya trabajó con instituciones científicas como el MIT, la NASA y la Sociedad Max Planck.
Reciclar, generar nuevas formas de intercambio y construir acuerdos interdisciplinarios para transformar la sociedad son otras claves señaladas en los podcasts de arteBA por creativos de distintas disciplinas: el diseñador de moda Martín Churba, el estudio de arquitectura a77 y el grupo Cromoactivismo. Una tendencia que crece, según se pudo comprobar en varias obras y proyectos presentados en diciembre en Art Basel Miami, y dos meses después en Madrid, con la presentación a la prensa mundial de la muestra de Joan Jonas en la sede de Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21).
Esta institución, que cuenta con Eliasson y Ulrich Obrist en su consejo asesor, impulsa a través de TBA21-Academy "expediciones de descubrimiento colaborativo" a cargo de artistas, científicos y pensadores. Y advierte entre otras cosas sobre la elevación de los niveles del mar en las superpobladas costas de Asia, lo que está obligando a diseñar ciudades para un futuro próximo.
Otras palabras clave del nuevo diccionario
- Híbrido
"Va a ser híbrido: con una interacción entre el mundo digital y presencial que será muy beneficiosa". Así será el futuro de las ferias de arte según Noah Horowitz, director para las Américas y miembro del Comité Ejecutivo de Art Basel, la más importante del mundo.
- Streaming
Transmisión en vivo: ése es el formato preferido en estos días para realizar entrevistas con artistas o registros de performances. También el que usó Sotheby’s para impulsar un remate intercontinental que recaudó 363,2 millones de dólares y fue presentado como el comienzo de "una nueva era" en la historia de las subastas.
- AI
Mientras el año pasado se presentó en Oxford el primer "robot artista" y la primera obra de arte creada por Inteligencia Artificial (AI, en inglés) ofrecida en una subasta se vendió por casi medio millón de dólares, artistas como el estadounidense Ian Cheng la usan para crear "obras vivas" que ya integran la colección del MoMA.
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