Claudia Hammerschmidt: "Marechal y Xul Solar perseguían un gesto lúdico"
Verdadera experta en la obra de Marechal, Claudia Hammerschmidt, de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, estuvo durante febrero de 2020 en Buenos Aires, Mar del Plata y otras localidades del país para continuar las investigaciones que lleva a cabo sobre la obra literaria del autor argentino. Entre el 27 de septiembre y el 25 de octubre de 2019, fue una de los disertantes en la inauguración de la exposición "Pan-visiones porteñas: Leopoldo Marechal, Xul Solar y la recepción secreta de los heterodoxos de la cultura argentina" en la Biblioteca Nacional de Maestros (BNM) en el Espacio ArteBNM. La exposición surgió a partir del proyecto de investigación alemán-argentino sostenido por DFG-Conicet que comenzó con la figura de Leopoldo Marechal y luego se expandió a Xul Solar. "El paradigma Marechal" o la "tercera posición" en la literatura argentina fue el eje inicial abordado por los equipos de estudio articulados de la Universidad Friedrich Schiller de Jena (Alemania) y la Universidad Nacional Mar del Plata–CONICET (Argentina).
–Más allá de haber sido amigos, ¿cómo se justificaría estudiar la relación artística entre Leopoldo Marechal y Xul Solar?
–Marechal y Xul no solo se destacan, ya dentro del grupo martinfierrista, por sus posiciones extravagantes y heterodoxas, sino que persiguen el gesto lúdico de dislocación, destrucción y reconstrucción o resignificación a lo largo de toda su vida. Los dos artistas adhieren al peronismo, tratan de inventar la identidad argentina (Marechal) o latinoamericana (Xul) a base de una constante reescritura de tradiciones locales y globales, y construyen una obra multifacética, de gran heterogeneidad genérica, donde posiciones anti-modernas (neoplatónicas), modernas (vanguardistas) y posmodernas (paródicas) se cruzan constantemente para imposibilitar toda llegada a un final e impulsar siempre a un recomienzo de la búsqueda estética, filosófica, política. Pero sobre todo se justifica estudiar la relación artística de Marechal y Xul por su mutua inclusión o presencia en las respectivas obras, evidente en el caso de la presencia de Xul en Marechal , menos visible quizás, pero reconocible, en el de Marechal en Xul.
–¿Resultaría posible una lectura de la obra de Xul Solar a la luz de la obra de Leopoldo Marechal? Pienso en el Descenso y ascenso del Alma por la Belleza, entre otros textos.
–Sabrina Gil ha demostrado que no solamente inventos de Xul como el panajedrez se encuentran en la obra de Marechal, sino que también se pueden leer algunas obras de Xul como transposiciones casi directas de la poética de Marechal. Esto es especialmente el caso en el retablo Pan Altar Mundi de Xul de 1954, que retoma varias de las reflexiones poético-filosóficas y neoplatónicas del Descenso y ascenso del Alma por la Belleza marechaliano. Las más notorias de estas reflexiones vueltas plásticas en Xul, que visibilizan la teoría marechaliana de los dos movimientos o espirales centrífugas y centrípetas necesarios para acceder al conocimiento, son el mástil de Odiseo devenido cruz cristiana en la imagen central del Pan Altar Mundi abierto, el descenso y ascenso simbolizadas en las dos escaleras pintadas en las alas del Pan Altar Mundi cerrado, el hombre como puente entre el mundo material y el espiritual en las alas del Pan Altar Mundi abierto, y la verticalidad de la estructuración total del Pan Altar Mundi abierto.
–En "El panjuego de Xul Solar, un acto de amor", Marechal sostiene que el panjuego afirmado por su amigo podría analogarse con el jugar divino. ¿Habría alguna idea similar en la obra del autor de Adán Buenosayres?
–En Adán Buenosayres, el protagonista Adán, poeta idealista de inspiración neoplatónica, que busca hacer coincidir las palabras y las cosas en la mejor tradición del "hablar adánico" como lo describe Umberto Eco en su Ricerca de la lingua perfetta, defiende su poética en los famosos diálogos durante el banquete en la glorieta de Ciro Rossini. Allí explica que el poeta, en un acto de amor hacia sus próximos, debe evadirse de las manifestaciones concretas y concentrarse en su forma abstracta para así captar su esencia. Según Adán, el modus operandi del poeta consiste entonces en la imitación por denominación, acercándose así a la creación demiúrgica, o al Verbo o jugar divino, que crea nombrando. Después de un primer movimiento, la fase de inspiración provocada por la belleza contemplada en la que todo virtualmente es posible, es necesaria una segunda fase del acto poético, que es la expiración o gran caída, que lleva del reino de lo posible al reino de lo concreto a través de la materialización artística. Este descenso es necesario: primero, en un nivel individual, el poeta no existiría sin la denominación; segundo, en un nivel colectivo, por participar de la belleza, por comprenderla y poder inspirarse en ella, el poeta está obligado por las leyes universales del amor a comunicarla a los que no la saben ver. Se convierte entonces en vidente o poeta-vate que tiene la misión de guiar a los demás, de posibilitar su ascenso hacia las formas ideales a través de la palabra poética.