Claudia Andujar trae las profundidades del Amazonas al Malba
La fotógrafa suiza radicada en Brasil convivió en la selva con los aborígenes Yanomami, a quienes retrató en la conmovedora serie Marcados
"Muchos recuerdos...", suspira Claudia Andujar al repasar las imágenes que desde hoy se exhiben en la muestra Marcados, en Malba, la primera dedicada en el país a su trabajo. Ahora tiene 80 años, pero su mente vuela rápido a los tiempos en que vivió en la selva para ayudar a la comunidad Yanomami con sus fotografías. Su obra es celebrada en el mundo desde hace algunos años, con exposiciones en Fondation Cartier de París, la Pinacoteca do Estado de São Paulo, la 12» Bienal de Estambul, adquisiciones del MoMA de Nueva York y el pabellón que le dedica el Instituto Inhotim, de Brumadinho, Brasil. Pero sus fotos en blanco y negro, donde los aborígenes le sostienen la mirada en profunda intimidad, fueron tomadas mucho antes, cuando Andujar ambicionaba para ese pueblo lo que nadie había podido hacer por el suyo: salvarles la vida.
Su nombre de nacimiento es Claudine Haas, hija de un judío húngaro que murió, junto con toda esa rama de la familia, en los campos de exterminio nazi. Su madre era suiza y protestante, y por eso Andujar sigue viva. Nació en Suiza, vivió en Austria y emigró a Estados Unidos, donde estudió Humanidades. Es fotógrafa desde que llegó a Brasil, en 1955, y activista por los derechos de los aborígenes desde que tomó contacto con ellos, en los 60, cuando trabajaba como fotoperiodista y pasó meses en el Amazonas realizando un gran ensayo para la revista Realidade. "Fue entonces cuando tomé la primera foto de los Yanomami y me enamoré de ellos. Eran muy amistosos y tenían sus primeros contactos con el mundo exterior. Llegamos a conocernos mucho gracias a nuestra mutua curiosidad", dice.
Después de ese viaje, comenzó la dictadura militar en Brasil, la revista fue cerrada y Andujar dejó el fotoperiodismo. "Decidí que quería volver con los Yanomami y pasar un tiempo interminable con ellos, para llegar a conocerlos y entender su cultura." Volvió por su cuenta en 1971. "Se convirtió en mi segundo hogar", afirma. Se quedó hasta 1978, y volvía a San Pablo periódicamente para revelar sus fotos. "Nunca habían visto una fotografía, un diario, libros... ni papel. Muchos años después llevé las fotos para que las vieran y no le dieron la menor importancia. No se reconocían a sí mismos."
Las fotos sirvieron para otro fin. A comienzos de los años 80 había grandes invasiones por parte de buscadores ilegales de oro, diamantes y estaño en su territorio, la cuenca del río Catrimani, estado de Roraima. Trajeron con ellos contaminación y enfermedades. "Dos jóvenes doctores de San Pablo se ofrecieron a acompañarme a intentar construir un proyecto sanitario. Los Yanomami no usan nombres propios, porque viven en grupos pequeños, donde todos están emparentados. Se llaman madre, hijo, abuelo, o por características: el de nariz grande, el vago... La persona no quiere oír esa denominación. Para la campaña sanitaria teníamos que encontrar una forma de distinguir a una persona de la otra. Yo tenía que tomar fotos de cada uno y usamos estos números en su cuello para identificarlos".
Así surgió Marcados, donde las personas portan un número que las marca para vivir. Todo lo contrario de sus recuerdos de infancia: "A los trece años tuve el primer encuentro con los «marcados para morir». Fue en Transilvania, Hungría, a fines de la Segunda Guerra. Cuando tomé esas fotos, no pensé en mí misma ni en mi historia personal, ni en usar estas fotos para nada más que para las cartillas sanitarias", cuenta.
La fotografía fue en su juventud una manera de entrar en comunicación con el mundo. Llegó a Brasil sin hablar portugués y sin conocer a nadie, y ese lenguaje mudo le permitió establecer lazos. "Para tomar fotos, siempre me tengo que sentir cerca de la gente. Si no, no significa nada para mí. Si una fotografía es capaz de transmitir lo que sentiste cuando la tomaste, entonces valió la pena hacerla." Andujar no formó familia, dedicada por completo a su labor, alternando estadías en la selva con campañas como activista y enfrentamientos con el gobierno, que más de una vez la expulsó del territorio. Pero no está sola: "Los Yanomami son mi familia".
Claudia Andujar
Fotógrafa
Edad: 80 años
Origen: Neuchatel, Suiza
Pasó su infancia en Rumania y Hungría. Durante la Segunda Guerra Mundial se exilió en Austria con su madre; su padre fue deportado al campo de concentración de Dachau. Emigró a Estados Unidos y se radicó en Brasil, en 1954
Marcados podrá hasta el 13 de junio en Malba. Hoy, a las 18 conferencia inaugural organizada en colaboración con Buenos Aires Photo
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