Cincuenta artistas contemporáneos ponen nombre a las obras de Picasso
Una muestra en La Casa Encendida de Madrid reúne medio centenar de trabajos del último período del malagueño retitulados por creadores de todo el mundo; entre ellos, dos argentinos consagrados: Adrián Villar Rojas y Mercedes Azpilicueta
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MADRID.- Picasso no titulaba sus obras. Así lo afirma su nieto Bernard Ruiz-Picasso: “Sus amigos, agentes y comisarios lo hicieron por él”. Ese es el punto de partida que eligió la curadora Eva Franch i Gilabert para homenajear al pintor malagueño desde el arte contemporáneo y a partir de los temas que “están sobre la mesa” en Picasso: Sin Título. Un proyecto de La Casa Encendida (Madrid) en colaboración con Faba (Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso) que presenta 50 obras del último período del artista (1963-1973) retituladas, y por lo tanto resignificadas, por 50 artistas contemporáneos de todo el mundo.
El 2023 ha sido “el” año de Picasso; a medio siglo de su muerte se creó una Comisión Nacional de Conmemoración para programar, con el respaldo de instituciones culturales de Europa y Estados Unidos, 50 eventos (muestras, conferencias y congresos) para celebrar su obra y su legado artístico, pero también para pensar sus polémicas y contradicciones. La propuesta de La Casa Encendida, espacio cultural de referencia desde 2002 en el barrio madrileño de Lavapiés, forma parte del programa oficial y puede visitarse hasta el 7 de enero del próximo año.
Un gran espejo con el nombre de la exposición escrito en letras de neón fucsia es lo primero que ve el espectador al ingresar a la antesala. Además de una invitación a las selfies y los hashtags, la bienvenida refiere a esa capacidad del arte de “mostrarnos algo que llevamos dentro pero aún no hemos sido capaces de formular”, explica Eva Franch en el video curatorial.
Las cuatro salas que componen la exhibición están prácticamente a oscuras. En la primera pared se disponen los carteles originales de las obras, en desorden y en tamaño casi ilegible; del otro lado, las piezas de Picasso iluminadas a marco permiten al espectador tener una experiencia directa, sin mediación de paratextos. Al frente, dispuestas de forma simétrica, están las siluetas metálicas con los nuevos títulos junto a las carátulas que explican esa acción de renombrar. Se trata de textos que pueden parecerse a la crítica de arte, pero también ser un manifiesto, un poema o instrucciones para una performance.
“La dimensión de la exposición como artefacto es espacializar el pensamiento, pero también la emoción. Esta muestra específicamente utiliza el lenguaje de toda exposición (obra, cartel, texto expositivo) como lugar de partida, como contexto, para producir un espacio de familiaridad y extrañamiento”, explica la curadora, que también es arquitecta y ha sido directora de la Architectural Association School of Architecture de Londres, en diálogo con LA NACION. Las obras originales y los nuevos títulos tienen el mismo tamaño, el visitante puede así reconocer a través de la geometría la relación entre ambas piezas. “Esta simetría fuerza al visitante a escoger entre Picasso y las nuevas lecturas dando la espalda a Picasso o a la contemporaneidad”, explica.
Las nuevas lecturas están a cargo de cincuenta artistas elegidos por Eva Franch junto a Mónica Carroquino y Lucía Casani del equipo comisarial y directivo de La Casa Encendida. Realizaron un mapeo de la producción artística contemporánea que incluye pintores, coreógrafos, cineastas, escritores con colaboraciones humanas y tecnológicas y performers. “Desde una geografía global, transdisciplinaria y transgeneracional, el grupo de artistas seleccionados está constituido por más de veinte nacionalidades diferentes, con edades dispares, todos nacidos entre 1945 y 2002. Buscamos prácticas artísticas con una gran capacidad creativa sin tener ninguna conexión directa o inmediata al trabajo de Picasso para poder así entrar de una forma distante y fresca a un ejercicio complejo que requiere de valentía y espíritu crítico, con partes iguales de levedad, humor y rigor”, dice Eva French.
“¿Estamos ante la representación de una de las esposas o novias a las que trataba como si fueran una mierda? Yo es que esto de Picasso no lo entiendo. (...) Puede que resulte mono, puede que te haga sentir bien, pero no es ni profundo ni político. Picasso solo era un escorpio cachondo con Marte en la casa 12″, escribe en su intervención (sobre Plato decorado con una cara, 1965) la escritora y música coreana-estadounidense Johanna Hedva. Por su parte, Maria Hassabi, artista y coreógrafa nacida en Chipre, resignifica Desnudo sentado (1967) con sus “Instrucciones para una performance inmóvil”: “Mientras mantienes la pose, respira con tranquilidad e intenta no mostrar reacciones emocionales cuando los espectadores se acerquen a ti, aunque te miren fijamente o te hagan una foto. Mantén la calma y continúa con tu tarea. Sabes que nadie te va a tocar. Hay guardias a tu alrededor y Tú eres una obra de Arte”.
Entre la lista de artistas figuran el cineasta español Albert Serra ―quien retituló Tête d’homme (1972) como Cabeza de hombre con rasgos de mujer y perro y sombrero ligero con alguna reminiscencia de catite―, la música estadounidense Holly Herndon, la pintora iraní Tala Madani y dos argentinos consagrados: Adrián Villar Rojas y Mercedes Azpilicueta.
El grabado Busto de mujer con sombrero con flores fue la obra elegida para el rosarino Villar Rojas, representante argentino en la Bienal de Venecia en 2011, que decidió traducir a Picasso desde un código propio, en proceso, denominado “lenguaje panhumanx”.
Azpilicueta, artista visual y de performance nacida en La Plata, dudó mucho si participar o no en el proyecto. “Picasso ha sido foco de discusiones muy importantes en los últimos tiempos por su vida privada y su maltrato hacia las mujeres, y como artista feminista no podía dejar eso de lado”, explicó A LA NACION. Decidió, entonces, presentar un poema sin título que escribió en el taller de la poeta y traductora Laura Wittner y que hace hincapié en que “la vida personal y el trabajo no se pueden escindir, están interconectados, queramos o no”.
Comienza así: “Busco varias formas/ de nombrar/ pero todas/ se me escapan (...) ¿Qué motivos/ tiene que haber/ para dejar de abrazar a mi hijo/ o dejar de jugar con él a las escondidas?/ ¿Acaso seguir denunciando/ a un gran pintor/ por misógino y por cruel?”.
Picasso: Sin Título, además de reunir pinturas, grabados y cerámicas y exponer doce piezas nunca antes mostradas y veintitrés debutantes en galerías de España, logra su cometido: desmenuzar el mito y mostrar al creador del Guernica a la luz (y sombras) de la actualidad. Sobre el valor de esas últimas creaciones, Eva Franch añade: “Lo que he descubierto estudiando el trabajo de Picasso a lo largo de su vida es que su último período fue una confluencia de momentos del pasado, ofreciendo una lectura transversal de casi toda su obra. El último Picasso engloba casi todos los ‘Picassos’ que conocemos a través de una búsqueda reduccionista y esencialista de su propio legado”.