Cifelli en Diputados: la Secretaría de Cultura quedará bajo el ala de Karina Milei
En un discurso “anticasta”, que los legisladores criticaron, el funcionario dijo que se había ejecutado el 51% del presupuesto del área y anticipó, otra vez, el arribo de la hermana del Presidente al organismo
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Este jueves a la mañana, el secretario de Cultura Leonardo Cifelli se presentó en la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, que presiden los legisladores Silvana Ginocchio y Hernán Lombardi, con un encendido discurso repleto de “títulos”. Confirmó que la Secretaría había ejecutado solo el 51% del presupuesto asignado y que en 2025 se concursarían cargos de dirección en museos nacionales.
A su turno, la diputada Marcela Passo lamentó el estilo acusativo del funcionario; otros legisladores también expresaron su disgusto (la diputada Natalia Sarapura le dijo que parecía “el secretario de la venganza”). El diputado Fabio Quetglas quiso saber si había un “código de censura” en la Secretaría de Cultura; Cifelli lo negó: “No hay ninguna bajada de línea de nada”.
La diputada Carolina Gaillard señaló que la cultura era una inversión y no un gasto, y remarcó que la Secretaría carecía de Sistema Administrativo Financiero (SAF), que le permitiría afrontar requerimientos de museos y centros culturales sin pedir permiso a la ministra de Capital Humano. Se estima que cuando Karina Milei se haga cargo del área de Cultura, como el mismo Cifelli anticipó el jueves, ese inconveniente desaparecerá.
Dos de las frases más resonantes del discurso fueron la referida a Tecnópolis, “una máquina de quemar plata”, y al gobierno anterior, que según el secretario había dejado un organismo repleto de “militancia y contenidos políticos”. Cifelli respondió algunas preguntas de los diputados y dejó otras sin respuesta. Al cabo de una hora y media, mientras tenía la palabra la diputada Sarapura, anunció que debía retirarse. La disertación se puede ver completa en el canal de YouTube de la Cámara de Diputados. Funcionarios y diputados degustaron alfajores catamarqueños.
Antes del discurso “anticasta” del secretario de Cultura, Ginocchio y Lombardi comentaron que los legisladores trabajaban en una ley de patrimonio cultural inmaterial “muy ambicioso”. “Hace mucho tiempo que no se daba media sanción a un proyecto de cultura, sin votos en contra -dijo Lombardi-. Es una ley muy trascendente que esperemos que el Senado apruebe con el apoyo del Ejecutivo”. Para tranquilidad del Gobierno, esta ley no tendría un impacto fiscal.
Cifelli asistió acompañado por la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Liliana Barela; el subsecretario de Gestión Cultural, Ignacio Luppi; el subsecretario de Promoción Cultural, Federico Brunetti, y el director de Integración Programática, Augusto Fugel. Recalcó que habían encontrado la Secretaría en un “crítico estado”. “Había una industria que creía que no podía sostenerse sin el apoyo del Estado”, dijo y afirmó que el gobierno anterior había “regalado” dinero a sus amigos y militantes y había dejado una deuda de siete mil millones de pesos.
Denunció una “estructura superpoblada”, deudas y una programación “repleta de militancia y contenidos políticos”. Y reveló que tenía una “lista” de los cantantes y actores que habían apoyado al gobierno anterior. “El kirchnerismo politizó la cultura”, resumió.
“Recibimos un espacio con una deuda superior a los 600 millones de pesos -dijo sobre Tecnópolis-. Se adeudaba pagos a todos los proveedores de servicios, empresas de seguridad e higiene, iluminación, mantenimiento. Pero eso se acabó”. Dijo que el Instituto Nacional del Teatro y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) financiaban “fracasos que no veían ni las familias” de los realizadores. “En 2024, el Incaa no solicitó ni un solo peso del Estado nacional”, se jactó.
“El presidente Alberto Fernández nos dejó un país devastado y la cultura no fue la excepción”, insistió, y anunció que “hoy Tecnópolis ya no genera gastos en vano y con los alquileres que están comprometidos hasta diciembre de 2023 se le aportará al Estado más de 627 millones de pesos. Aunque aún no alcanza para pagar el desastre que nos dejaron”. Remarcó que se había reducido en un 42% la estructura jeráquica y que se habían dado de baja más ochocientos contratos y más de veinte programas.
Por otro lado, sostuvo que en los museos nacionales se trabajaba en un “cambio de paradigma”; dio como ejemplo que las asociaciones de amigos colaboraban con los gastos corrientes de los espacios. Los presupuestos del Centro Cultural Borges y el Palacio Libertad, dijo, habían sido los mismos que en 2023.
También presentó un plan de acción para 2025: “Tal como lo pidió el presidente Javier Milei, establecimos mecanismos transparentes, eficientes, reordenamos las prioridades y auditamos todas las áreas -dijo-. Nuestra batalla cultural es romper con la corrupción que tenían como regla, en la que se beneficiaba a unos pocos”. Y agregó: “Bajo la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei, vamos a profundizar la presencia argentina en el mercado internacional, trabajando en conjunto con Cancillería, la Agencia Argentina de Inversiones y Marca País. Volveremos a visitar ARCOMadrid, acompañando a las galerías y artistas de nuestro país para que tengan más oportunidades de negocios; y vamos a seguir adelante en el tratamiento, modificación o eliminación de leyes fundamentales para la libertad de las industrias culturales”.
Los diputados quisieron saber por qué la Secretaría de Cultura solo había ejecutado un 51% del presupuesto, en qué programas culturales se invierte el dinero obtenido por alquileres de espacios públicos (”Cuando llegue el dinero, lo vamos a decidir”, respondió Cifelli), por qué habían desaparecido las “cajas chicas” de los museos y a cuánto ascendía el dinero invertido en acciones culturales de las provincias. Al diputado Maximiliano Ferraro, Cifelli le aclaró que los montos de los alquileres los fija la Agencia de Administración de Bienes del Estado (y el Tribunal de Tasaciones de la Nación, aclaró Luppi).
Cuando fue consultado por el polémico cierre del Museo Nacional de la Historia del Traje, que motivó un rechazo unánime, respondió que la institución no “desaparecía” sino que la colección pasaba a depender del Museo Histórico Nacional. “Es un edificio que tiene un montón de problemas”, dijo.
La subsecretaria de Patrimonio Cultural, Liliana Barela, afirmó que en los debates se tomaba a la ligera “las noticias que salían en los medios” y que “el diálogo y la red” con los directores de los museos nacionales estaba “intacto”. “Se dicen cosas por desconocimiento de las leyes -acotó-. Se cree que el Estado debe restaurar un edificio cuando es Monumento Histórico Nacional, pero según lo establece la ley el que paga es el propietario, y cuando digo eso me refiero, por ejemplo, a todas las iglesias de este territorio. De los feligreses deberá salir el dinero para arreglar la iglesia”.
El subsecretario Federico Brunetti invitó a los presentes a entrar en la plataforma de Mercado de Industrias Culturales Argentinas. “Tenemos que asegurar transparencia en los movimientos económicos”, le dijo a Ferraro. Augusto Fugel, director de Integración Programática, remarcó que el presupuesto vigente de la Secretaría tenía su corrección por inflación. “La ejecución presupuestaria es correcta para esta altura del año”, agregó.
La diputada Passo indicó que el Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca) no había publicado ningún indicador desde el arribo de Cifelli al área de Cultura, cuando son esos indicadores los que permiten planificar políticas culturales. El diputado Pablo Carro opinó que la Secretaría no era “una inmobiliaria” para alquilar espacios; quiso saber además cuál era la situación presupuestaria de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, institución creada hace más de 150 años por el nuevo mentor del Gobierno (después de Alberdi), Domingo Faustino Sarmiento.
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