Chaile y Costantini, en Venecia: “Esto es un cimbronazo para el arte contemporáneo argentino”
La opinión del galerista de Barro, que concretó la venta de las cinco esculturas del artista tucumano, señala la gran oportunidad que representa esta compra para el mercado local
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La alegría es general: Gabriel Chaile es un artista querido adonde vaya. Hoy está en Venecia y el éxito es suyo. Toda su instalación de cinco esculturas monumentales pasará a integrar una de las colecciones más prestigiosas del país. “Acá estoy muy contento. Vamos a comer con amigos y a una fiesta”, dice a LA NACION y el audio sigue grabando mientras se escucha que lo paran, lo saludan, lo abrazan y lo felicitan.
La adquisición de Grupo Familiar por parte de Eduardo Costantini tiene muchas implicancias. La primera: una venta fenomenal para el artista, que según versiones que se oyen en los pasillos de la bienal se acercó bastante al récord para un artista argentino vivo, que aún ostenta Guillermo Kuitca con la venta en 2016 en Christie’s de Deng Haag – Praha. Aquel tríptico de colchones con dibujos de mapas de Europa se vendió por US$511.500 y era otra obra bienalista, presentada en 1989, en San Pablo.
“Esto es un cimbronazo para el arte argentino contemporáneo. Un espaldarazo no sólo a Chaile, sino a todo el arte: levanta el techo. Cuando se corría el rumor de que Eduardo iba a comprar una escultura, vino la gente del Centro Pompidou de París y de otras instituciones de Japón y Portugal, para comprar una ellos también, y ya estaban todas vendidas. Costantini se vuelve a posicionar como un gran coleccionista del arte argentino contemporáneo”, analiza Nahuel Ortiz Vidal, galerista de Barro.
“Fue increíble. Compró las cinco esculturas gigantes. Teníamos una pieza vendida a un coleccionista que había venido especialmente de la Argentina, pero cuando Eduardo quiso el grupo entero, fue un caballero y soltó la obra”, cuenta el galerista. “Gabriel [Chaile] le explicó que las figuras representaban a su familia y entonces le pedí a Costantini que no las separara. Y compró toda la instalación”, continúa.
“Yo venía trabajando con el departamento educativo del Malba en un proyecto –cuenta Chaile, tucumano, de 36 años–. Más allá de eso, es muy lindo este gesto. Hace sentido que esta obra quede en el país. Son investigaciones que hice allá”.
Las obras monumentales que se construyen in situ en bienales pocas veces se vuelven a ver, porque es más caro trasladarlas que volverlas a hacer. Por ejemplo, así sucede cada vez que Adrián Villar Rojas presenta sus enormes instalaciones de cemento en alguna parte del planeta. De tan rotundamente materiales, se vuelven efímeras a martillazos. Pero esta vez, la obra de Chaile amasada en barro llegará en barco, a fines de diciembre, desmembradas. “Una patriada”, remata el galerista. “Es una noticia enorme para el arte argentino y da la vuelta al mundo. Se derrama en los artistas de Barro y en los artistas de la galería de Gabriel, NVS, que hoy vendieron varias obras también. Les da exposición a los artistas argentinos. El sol sale para todos o no sale para nadie. Fue algo hermoso, increíble. No pensé que pudiera pasar. La pieza central mide 6,5 metros”, explica.
La celebración fue en el Partido Comunista de Venecia, y ahí se acercaron para brindar con el artista la curadora de la bienal, Cecilia Alemani, y el flamante comprador con su mujer y curadores de Malba. Para muchos, Chaile es una gran esperanza cuando llegue la hora de los premios.
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