César Aira, protagonista de un diario de Facebook y de una biblioteca en Flores
El Museo Barrio de Flores inauguró la Biblioteca Pública César Aira, que funciona los sábados de 16 a 19; además, el libro “Los años Aira”, del crítico y escritor Alberto Giordano, reúne reflexiones sobre el universo literario del autor de “Cómo me hice monja”, entre otros títulos
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El “universo Aira” se expande en los libros de otros autores. El crítico y escritor Alberto Giordano (Rufino, 1959), personaje de una novela de César Aira, reflexiona en Los años Aira (Neutrinos) sobre la obra del autor de La luz argentina, y reconstruye su amistad con él, a quien conoció en Rosario en el otoño de 1991. Giordano fue uno de los primeros académicos en destacar la originalidad y el valor de la obra aireana. “Para algunos es un faro; para otros, un fraude. Para sus lectores, una ocasión siempre renovada de alegría”; así respondía Giordano un cuestionario periodístico, a la vez que acercaba un amago de definición del escritor más mentado de la Argentina, luego de Jorge Luis Borges.
En las páginas de Los años Aira se conocen detalles de la trastienda del oficio literario. “Un domingo a la noche, septiembre u octubre de 1992, recibí una llamada telefónica de Aira. Quería saber si yo aceptaba convertirme en protagonista de su próxima novela. ‘Un folletín rocambolesco’, fue lo único que anticipó”, cuenta Giordano (que aceptó con entusiasmo la propuesta) en la entrada del 22 de septiembre de 2019 en su muro de Facebook. Esa novela sería Los misterios de Rosario, que empeiza así: “Una tarde a comienzos de octubre del año pasado, un joven profesor de literatura, Alberto Giordano, caminaba rumbo a la Facultad de Humanidades...”.
En su libro, que agrupa publicaciones hechas en Facebook entre 2014 y 2022, Giordano comparte ideas y planteos de Aira sobre distintos aspectos. Por ejemplo, su opinión de que la literatura argentina ocuparía el tercer puesto de las letras latinoamericanas, detrás de la brasileña y la mexicana; su rechazo al adjetivo “prolífico” que le endilgan con frecuencia los reseñistas de sus libros; su reprobación de los profesionales de la salud mental, a los que considera “charlatanes”; la admiración que siente por Manuel Puig (”No hay nada ni remotamente parecido en la literatura argentina”) y la imposibilidad de enviar mensajes de audio; ”Pienso que se necesita mucha presencia de ánimo para ponerse a hablar solo delante de un teléfono”, le comenta (por escrito) a Giordano en plena pandemia.
También aparecen figuras de la escena literaria, como los escritores Juan José Saer y Alan Pauls, el ensayista Jorge Monteleone (a quien está dedicado Los años Aira y quien, si el autor cumple su palabra, será el próximo protagonista de un libro suyo), la investigadora Judith Podlubne (pareja de Giordano); la pareja de Aira, la escritora Liliana Ponce; la crítica literaria Nora Avaro, el editor, escritor y músico Francisco Garamona, el crítico cultural Daniel Molina y el presidente del Museo del Barrio de Flores, el periodista Roby D’Anna, entre muchos otros.
“Ricardo Strafacce, ‘Richard’, sería su amigo más normal; ‘Ernestito’ Montequin, el más extravagante -se lee en la entrada del 11 de julio de 2022-. A esa conclusión habían llegado con Liliana, después de recordar anécdotas graciosas de uno y otro. Cuando se lo oí contar, me pregunté qué lugar ocuparía yo en esos extremos”. Aira y Giordano se conocieron en Rosario en el otoño de 1991.
“Por sus páginas pasan, y traté de que lo hicieran con vida, o al menos con gracia, la vez que César conoció a mi papá en General Villegas; la vez que Aira me convirtió en protagonista de una de sus novelas; la vez que lo llevé a César a la mejor librería de la Argentina [que ya no existe: la Ross]; las veces que escuché hablar a Aira de literatura, de la suya y de la de otros, o contar anécdotas de la vida literaria; la vez que César jugó con Emilia, mi hija; las novelas de Aira que le regalaba a Judith en 1992, el año en el que nos enamoramos, y ‘en el que ocurrió todo’ -dice Giordano a LA NACION-. Como el que recuerda o registra también es un crítico con veleidades de ensayista, algunos apuntes de Los años Aira comentan aspectos de su obra, y de la de otros escritores, como Georges Simenon, Adolfo Couve o Alejandra Pizarnik, que participan de la misma constelación”.
“Los años Aira es un ensayo, no el sentido de un texto argumentativo sino en el de una tentativa y un experimento -define su autor-. Mezclé las convenciones de distintos géneros autobiográficos, como el diario y la correspondencia, las memorias y el autorretrato, para escenificar, por la vía del recuerdo o del registro circunstancial, algunos de mis encuentros con Aira a lo largo de tres décadas. ‘Los años Aira’ son, por una parte, los que van de 1991 a 2012, las dos décadas en las que Aira visitó periódicamente Rosario, para leer, en eventos académicos, ensayos escritos a pedido de un grupito de profesores atraídos por su ética y su invención literarias. Los otros ‘años Aira’ son los que van de 2014 a 2022, el tiempo en el que llevé en Facebook un diario de intimista espectacular que incluye entradas con registros fragmentarios de los encuentros con César en cafés o restaurantes de Buenos Aires. Entre esas dos secuencias se sitúa un acontecimiento más o menos excepcional, sobre el que el libro vuelve en dos ocasiones: la vez que viajamos juntos a Lima, para participar en un coloquio sobre escrituras del yo, y César tuvo que hacer de asistente terapéutico”.
Entre las anécdotas de encuentros con Aira en bares porteños, claustros rosarinos y hoteles limeños, Giordano acerca sus propias hipótesis sobre la poética del escritor. “Los años Aira construye o imagina las huellas que habría dejado en mi sensibilidad y mi conciencia de aprendiz la presencia del ‘Monstruo de Flores’, criatura abigarrada y por lo general inasible, mezcla de autor prodigioso, personaje público inestable y amigo fiel, el más amable y generoso, si no lo asalta el demonio de la maledicencia -dice Giordano-. Menos un ‘Aira tal y como yo lo imagino’ que un ‘¿En qué me convirtió la frecuentación de Aira?’”.
Una biblioteca pública con libros de Aira, en su barrio
Según informó el presidente del Museo Barrio de Flores, Roby D’Anna, desde este mes funciona en la institución ubicada en Ramón Falcón 2207 la Biblioteca Pública César Aira, que estará abierta los sábados de 16 a 19. Los usuarios podrán acceder de manera totalmente gratuita, y llevarse en calidad de préstamo alguno de los libros del escritor. “Se lo pueden llevar a su casa o leerlos en el museo, mientras toman un cafecito”, dice D’Anna a LA NACION.
Si bien Aira nació en Coronel Pringles en febrero de 1949, vive en Flores desde 1967. Quince de sus novelas -entre ellas, El sueño, La villa y Las noches de Flores- transcurren en ese barrio porteño. Es, además, amigo del museo y de su presidente, que también aparece como personaje en sus ficciones.
Cuando el Museo del Barrio de Flores abrió sus puertas en 2018, tenía reservada una sala para exponer la colección de libros de Aira, junto a fotografías y objetos. Incluso se ambientó ese espacio como si fuera el estudio donde trabaja el escritor (aunque se sabe que le encanta escribir en bares). Actualmente, la colección de libros asciende a más de doscientos ejemplares, editados en más de diez idiomas. “Es el primer y único lugar en el mundo donde se exhibe esta cantidad de obras de Aira”, dice D’Anna con orgullo.
En la primavera de 2022, el Museo del Barrio de Flores organizó un festival literario para entronizar a Flores como el barrio de los escritores. En esa ocasión, las calles del barrio se vieron empapeladas con fragmentos de la obra de Aira que formaban un recorrido que desembocaba en el museo. Allí, D’Anna y el escritor Diego Cano (que administra la página de Facebook Todo Aira) debatieron con el público sobre la producción del autor de El panadero y contaron anécdotas.
Los vecinos de Flores (y de otros barrios cercanos) ya saben adónde dirigirse para descubrir y disfrutar la obra del Premio Formentor 2021.
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