Antônio José de Barros de Carvalho: tunga, un alquimista del arte contemporáneo
Se llamaba Antônio José de Barros de Carvalho e Mello Mourão, pero el mundo lo conocía como Tunga. Uno de los principales referentes de la escena artística contemporánea brasileña falleció ayer en Río de Janeiro, a los 64 años, víctima de un cáncer. Perteneció a una generación de artistas de su país que traspasaron fronteras tras el reconocimiento global del trabajo de Hélio Oiticia y Lygia Clark.
Su obra abarcó performances, instalaciones, esculturas, videos y poesía, y conquistó espacios destacados como las bienales de Venecia (1995 y 2001), Gwangju (2000) y San Pablo (1981), y la décima edición de la Documenta de Kassel (1997). También participó de la exposición Brasil: Cuerpo y Alma, en el Guggenheim de Nueva York, y otros importantes museos le dedicaron muestras individuales, como el Louvre, de París. En 1999, en Buenos Aires, expuso en el Centro Cultural Recoleta.
Sus instalaciones Almas laminadas y A la luz de ambos mundos se vieron en el MoMA en 2008.
Aunque nació en Palmares, Pernambuco, en 1952, Tunga desarrolló su carrera como artista en Río de Janeiro, donde exhibió su primera muestra individual en el Museo de Arte Moderno a los 22 años. Esa exposición, Museo de Masturbación Infantil, ya adelantaba entonces que el erotismo que estaría presente en toda su obra.
Con los años, experimentó con materiales e investigó en profundidad los misterios de la alquimia. A tal punto que la artista Adriana Varejão declaró ayer que su colega "era un alquimista".
"Centradas en sus investigaciones alrededor de un tema principal, la alquimia –escribió sobre su trabajo la historiadora Patricia Avena-Navarro–, sus instalaciones no son sólo experiencias, sino también el descubrimiento de los materiales relacionados con la piedra filosofal; una reflexión sobre la fragilidad física y psicológica del ser humano y su búsqueda perpetua de la idea de lo absoluto."
Ayer, en Brasil, gran cantidad de integrantes de la comunidad artística se expresó por la pérdida de Tunga. El curador Leonel Kaz observó: "Fue uno de los pocos artistas que recogió los restos de Brasil y tradujo la materia prima proveniente de los sentimientos políticos de la esclavitud y de la tortura en una fuerza lírica extraordinaria".