Casi el 40% de los estudiantes cree que eligió mal la carrera
Sin embargo, sólo el 20% considera cambiar o abandonar los estudios
Al terminar el primer año en la Universidad, cuatro de cada diez estudiantes piensan que se equivocaron de carrera, aunque la mitad asegura haber elegido "por vocación". Sin embargo, sólo el 20% considera cambiar o abandonar los estudios. Además, casi el 55% cree que la Universidad es muy diferente de lo que se imaginaba.
Los datos provienen de una encuesta a 1007 estudiantes de primer año de universidades públicas y privadas, realizada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (Copub) para conocer cómo eligen los jóvenes su futuro profesional. Según el estudio, lo hacen sin orientación vocacional ni mayor influencia de los padres, con información, pero sin entenderla completamente, y confundiendo la vocación con las materias que les gustaron en el secundario.
Los resultados contribuyen a explicar por qué en la Argentina, según cifras oficiales, el 43% de los nuevos ingresantes abandona las universidades antes de terminar su primer año, y pone en palabras de los estudiantes el abismo que separa la escuela secundaria de la educación superior.
"La adolescencia se ha extendido, los chicos maduran más lentamente y el colegio no los ayuda a orientarse. Tienen información, pero carecen de la madurez para procesarla y entenderla. Además, muchos no tienen espacio en sus familias para plantear que se equivocaron y pensar en cambiar de carrera", resumió a LA NACION Orlando D´Adamo, director del Copub y decano de la Facultad de Humanidades de la UB. "Los adolescentes se ven obligados a tomar una decisión adulta sin herramientas. No están preparados para definir mejor su vocación, para ingresar en una etapa diferente, ni para estudiar de manera autónoma", completó Virginia García Beaudoux, integrante del equipo que realizó el estudio, que incluye también a María Pastore.
Según el trabajo, aunque sólo el 60,9% se muestra conforme con la carrera elegida, el 80% no piensa en abandonar ni cambiar. De ese modo, "casi uno de cada cinco estudiantes estará en el aula a desgano y con una muy baja motivación", lo cual puede derivar directamente en el bajo desempeño académico y en la deserción.
A esto se suma que la mayoría (53,6%) reconoce que la universidad es muy diferente de lo que había imaginado, sobre todo por la cantidad de horas que debe dedicar al estudio y el volumen del material que debe leer, se indica en el informe.
Desorientados
Entre las razones para elegir la carrera, casi el 50% citó la vocación, seguida por el gusto por las materias y el plan de estudios (17,2%).
"Hay que ver a qué llaman "vocación". Es probable que confundan interés con aptitud, es decir que relacionen la elección profesional con las materias que más les gustaron o en las que les fue mejor en el secundario", dijo D´Adamo. "Además, cuando los chicos eligen tienen en mente la idea del profesional trabajando, y nada es más distinto del primer año en la universidad", afirmó.
En tanto, la influencia de los padres y los amigos en la decisión se reduce: sólo el 17,8% afirmó haber elegido la misma profesión de sus padres y apenas un 13,1% se inspiró en la elección de un amigo.
El 10,7% se imaginó trabajando en la profesión elegida y apenas el 3,3% siguió la recomendación de un test vocacional.
Por otra parte, a pesar de la difusión de los servicios de orientación vocacional, casi el 60% no la recibió en la escuela secundaria y el 72,8% tampoco tuvo acceso a ella fuera del colegio. El dato cobra relevancia cuando se lee que para el 80% que sí la tuvo funcionó como una herramienta que fue de "bastante" o "mucha" ayuda. La carencia de orientación vocacional se notó mucho más en los estudiantes provenientes del interior.
Casi todos los chicos (96,7%) afirmaron haber contado con información a la hora de elegir. Sin embargo, el medio más frecuentemente mencionado para obtenerla fueron las conversaciones con estudiantes universitarios (45,1%). El 24,4% consultó guías del estudiante y el 15,7% se acercó a una universidad, en general los que optaron por una institución privada. Los que eligieron una pública se sintieron más inhibidos de acercarse y consultar.
"Muchos afirman que la universidad les da miedo, que se sienten perdidos, que no saben a quién recurrir. Quieren informarse, pero terminan recurriendo a la comunicación interpersonal con sus pares y no a los mecanismos institucionales", dijo García Beaudoux.
Mientras tanto, el 10% consultó a profesores del secundario para obtener datos sobre las carreras y sólo un 4,6% utilizó Internet, a pesar del acceso y la familiaridad que muchos adolescentes tienen con la Web.
"La cantidad de información no es garantía de la calidad de la elección, porque no tienen categorías ni madurez para procesar los datos que reciben", aseguró D´Adamo.
Por otra parte, muchos estudiantes afirmaron que pudieron conseguir mucha información de tipo administrativo, pero que no contaban con datos sobre el perfil de la carrera o los planes de estudio.
Sin transición
Con este panorama, se abren las dudas sobre el momento en el que el sistema educativo obliga a los adolescentes a tomar una de las decisiones más trascendentes de su vida ya adulta, en un marco económico de incertidumbre y con las falencias en la formación media, que ya se han vuelto un dato que no se discute.
"Para la mayoría, el fin del secundario no es el momento más adecuado para elegir el futuro profesional. La universidad y las escuelas deberían trabajar juntas en una fase intermedia, de transición, que les permitiera optar por un campo disciplinar y retrasar la elección de la carrera", consideró D´Adamo.
El investigador recomendó, además, "desdramatizar la elección, sacarle el contenido trágico y no pensar que equivocarse en la primera opción es un fracaso. En estas condiciones, lo raro es que elijan bien", dijo.
"Un tiempo de transición sacaría presión y les permitiría elegir con más tranquilidad", aportó García Beaudoux.
Sin garantías
- Sólo el 2,2% de los estudiantes afirmó haber elegido la carrera por la salida laboral. Además del "idealismo propio de los jóvenes", los investigadores atribuyen este dato a los efectos del desempleo estructural en los imaginarios sociales. "Se ha quebrado en estos años la idea de que un título garantiza un trabajo. Esta falta de seguridad probablemente explique también que no opten en general por la profesión de los padres", dijo García Beaudoux.