Cartografía de una figura histórica
El crítico italiano Franco Moretti rastrea en El burgués el surgimiento de ese prototipo por medio de la literatura y las novedades lingüísticas y narrativas que lo reflejaron
Hubo un tiempo en que el burgués ocupó el centro de la literatura y de la historia. Hoy ni siquiera la palabra es frecuente en los medios masivos de comunicación. A partir de esta simple e inobjetable constatación, Franco Moretti (crítico literario italiano radicado hace años en Estados Unidos y, dicho sea de paso, hermano del cineasta Nanni Moretti) emprende un recorrido en busca de claves interpretativas que rindan cuenta de quién fue y cómo fue representado el burgués en la literatura occidental moderna.
En el seno de la literatura medieval, por muchos siglos, el centro de la narración estuvo reservado a los guerreros, los caballeros andantes, los religiosos igualmente intrépidos. Los hermanaba una misma sed de aventura y de vocación heroica de la vida. Para Moretti, el primer indicio de la irrupción de la mentalidad burguesa en la cultura europea fue la erosión de ese valor primordial. Brutalmente, recuerda, el Santo Grial fue sustituido por el mercado; la divina inspiración, por el trabajo; el honor, por el cálculo. El origen está en Florencia. El horizonte es el mundo entero.
Ahora bien, no hay nada novedoso en estas afirmaciones. La nueva perspectiva del crítico consiste, en cambio, en sondear los secretos recónditos del lenguaje burgués y desentrañar cuáles fueron los nuevos mecanismos narrativos y estilísticos que el ingreso de la figura del burgués conllevó para el desarrollo de la literatura moaderna.
Para ello, Moretti se ocupa de relevar en primer lugar las palabras claves de la literatura burguesa. Por tomar un caso, en torno a la palabra "útil" gira la epopeya de Robinson Crusoe, la novela de Defoe escrita en pleno siglo XVIII, ejemplo significativo del cambio de derrotero expresivo. La centralidad de la palabra útil, entonces, determina el uso de verbos de acción que contienen semánticamente la idea de una finalidad práctica. Es más, la observación minuciosa de la prosa de Defoe le permite al crítico hacer una hipótesis audaz. La prosa de la incipiente novela burguesa estaría organizada según una estructuración sintáctica fuertemente cargada de sentido. La siguiente frase de Robinson Crusoe puede ejemplificarlo claramente: "Habiendo superado esta dificultad, me esforcé por ver qué podía hacer para proveerme de dos cosas que echaba en falta". La frase, compuesta por un subordinada temporal acabada, una principal en pretérito perfecto simple puntual y un complemento final con valor de futuro, sería para Moretti el resumen más eficiente de la mentalidad que se va imponiendo: si en el pasado terminado se ubica la atestiguación del esfuerzo cumplido, en el pasado reciente la acción llevada a cabo, el complemento "para proveerme" implica esa indefinición futura que caracteriza la vida del burgués. La prosa burguesa está orientada hacia el futuro, pero toda acción planificada conduce a resultados incalculables.
Con esa misma prolijidad analítica, Moretti revisa todas las palabras que funcionan como pernos de nuevos campos semánticos: eficiencia, industria (en el sentido de ingenio), confort, serio, influencia, cosas. Interesante el caso de esta última. Se trata de la palabra "roba", que en italiano efectivamente significa "cosas". En la novela Mastro-don Gesualdo, de Giovanni Verga, un campesino deviene un parvenu, y toda su vida se pierde tras la tutela y conservación de las cosas acumuladas. Pero esas cosas son tan poco inocentes como el origen de la palabra misma. "Roba" deriva del alemán "Raub", que significa "botín, presa, saqueo". Ese es el sentido del capital burgués.
En segundo lugar, el libro se ocupa de los fenómenos narratológicos más frecuentes. Jane Austen describió como nadie la dimensión de lo cotidiano. La narración de aquello que sucede todos los días, sin solución de continuidad, es la clave de la vida burguesa acomodada, pero en esa regularidad aparentemente consoladora habitan la incertidumbre y la angustia, el miedo de la pérdida de la propia posición. En las cenas repetitivas de Madame Bovary y su marido anidan la traición, la catástrofe matrimonial y la explosión del deseo de Emma. Ese demorarse en lo cotidiano es, según Moretti, la gran invención narrativa del siglo XIX. Pero no por la precisión descriptiva, sino porque allí está suspendido el cierre de la historia.
Finalmente, El burgués analiza obras maestras de las literaturas inglesa, francesa y rusa del siglo XIX. Su intención es desbrozar en ese material narrativo los núcleos que organizan esa nueva literatura. Así, Moretti pasa revista a la racionalización semántica de la prosa, al papel objetivo del narrador, a la difusión del discurso indirecto libre como síntoma de la mentalidad triunfante. En este último caso, el crítico sostiene algo muy original. Dejando a un lado la disputa entre quienes postulan que el discurso indirecto libre es una forma objetiva del narrador y quienes dicen lo contrario, afirma que en esa forma de la narración entra a tallar la "doxa", es decir, la opinión común, el juicio de valor que la sociedad burguesa impone.
El burgués -un libro de verdad significativo, traducido además brillantemente- es deudor de categorías conceptuales que provienen de la sociología, la historia, la economía y la crítica marxistas -desde Weber hasta Schumpeter, de Marx a Gramsci, de Raymond Williams a Perry Anderson (a quien está dedicado el libro)-. Es también original desde el punto de vista metodológico. Moretti introduce lecturas de indagación textual que él mismo difundió en los últimos años en Italia y en Estados Unidos, es decir: la consulta periódica de bases de datos de miles de textos a través del uso de buscadores informáticos que rindan cuenta, por ejemplo, de la cantidad de veces que una palabra aparece en un corpus determinado o, también, la frecuencia en esos mismos textos de determinadas estructuras sintácticas. Pero, además, como él mismo ya había demostrado en su Atlante de la novela europea o en su señero volumen italiano sobre la novela de formación, o también en Il romanzo, cuatro monumentales volúmenes colectivos dedicados a ese género (publicados primero en Italia y después en Estados Unidos), la interpretación final de la literatura no puede prescindir en nuestros tiempos de mapas, gráficos, estadísticas, ilustraciones y demás fuentes culturales que sostengan una hipótesis de lectura. El burgués ha desaparecido del horizonte. Su figura no coincide exactamente con la del nuevo capitalismo. Thomas Mann ya lo había vislumbrado en LosBuddenbrook. El siglo XX ha cantado su fin, pero su parábola no ha terminado.
El burgués
Franco Moretti
Fondo de Cultura Económica
Trad.: Lilia Mosconi
242 páginas
$ 179