Cartas de Victoria Ocampo
El legado de la escritora argentina abarca no sólo Villa Ocampo con sus obras de arte, libros y muebles, sino también escritos, entre los que se cuenta su correspondencia. Por gentileza de la Fundación Sur, se reproducen algunas de las cartas de la autora de Testimonios. En ellas, le escribe a su hermana Silvina sobre el feminismo; a la pedagoga española María de Maeztu sobre Virginia Woolf y al escritor francés Pierre Drieu la Rochelle sobre las semejanzas y diferencias entre ambos. La pasión que la había unido a aquél se había transformado en una amistad que terminaría el día del suicidio de Drieu. Además,Ivonne Bordelois se refiere en estas páginas a la labor cultural de Victoria que, a menudo, ha oscurecido la producción literaria de la fundadora de Sur
A Drieu La Rochelle
1932
[...] cuando estaba en Europa tenía la impresión de que mi alma no era algo que pudiera mostrar, ¿comprendes? Porque como decía Mademoiselle G., "La Pampa, ¿y qué? Es una llanura". Sí, una llanura, pero también otra cosa. Pero cómo explicárselo a gentes que no saben, por experiencia, que la dimensión cambia hasta la calidad...
En una de tus cartas encuentro esto: "Me gustas y me disgustas como el lago de Ginebra: un agua clara en que puedo moverme, extender mis cuatro miembros, escupir mi amargura". Detengámonos aquí: en esta literatura cuatro palabras son exactas: "extender mis cuatro miembros". Puedes tratarme de lago (con cierto desprecio) pero no se te ocurriría (por más que quisieras fastidiarme) tratarme de bañadera o pileta. A pesar de todo, tienes " l´esprit trop juste " para eso.
En Europa me sentía humillada por la falta de pintoresquismo de mi alma. Mi alma no es tampoco " un paysage choisi " [un paisaje selecto]. Lo pintoresco, en suma, es ver reunida en el menor espacio posible la mayor diversidad imaginable. ¿No?
Sorprendente que con las palabras de tantos idiomas que me son familiares, que con tanta música que me llega de los cuatro puntos cardinales y que me gusta con frenesí, delicia y glotonería; que con pensamientos franceses, ingleses, italianos, rusos, alemanes, españoles de España, indios; sorprendente, digo, que con tal mescolanza de colores se vuelva a componer en mí el blanco. Que el pintoresquismo se vuelva en mí monotonía pampeana, es decir, "en la mayor cantidad de espacio posible, la menor cantidad de diversidad posible".
Creo también en el estilo de casas desnudas, despojadas, " cambriolées " [desvalijadas] (como decía Cocteau), desérticas (y prueba de esto es lo bien que les sientan los cactus), con muros exteriormente o interiormente blancos y sin molduras, un tipo de casa que armoniza con mi inclinación; quiero decir que cierta monotonía y desnudez confieren un sentido tal vez único a la luz, a las sombras, a los menores reflejos, a un árbol solitario, a un caballo que duerme parado, a una silla que se vuelve más que una silla, como en un cuadro de Van Gogh.
¿Qué piensas de todo esto, querido Gilles de Watteau? ¿Recuerdas aquella noche en la sala verde y azul, la noche en que te aseguré, a propósito, para sacarte de juicio, que Watteau empalagaba? Era un poco para vengarme de tu ceguera ante la árida riqueza de otros paisajes. Pensaste que era por simple simpleza sudamericana, ¿no es cierto, Pierrot? Es otra cosa lo que quiero decir, sólo que me costaría trabajo decirlo y es mucho más fácil y divertido fastidiarte con un simple "Wateau es empalagoso".
Michaux sostiene con razón que la monotonía es una virtud desconocida. "La repetición de una cosa vale tanto como cualquier variedad de cosas; tiene una grandeza muy especial y que proviene sin duda de que la palabra puede difícilmente expresarla. El océano es la repetición de un poco de agua, la repetición considerable... y sin embargo nada es más fascinante que el mar en nuestro planeta. En el mismo sentido, la vida más monótona sería la más atractiva y hasta la más milagrosa."
(Traducción de Ivonne Bordelois)
A María de Maeztu
3 de diciembre
New Clarges Hotel-Halfmoon
Street
Piccadilly-London. W. I.
Querida María:
Me dicen que Ortega tiene idea de venir a Londres. ¿Es cierta la noticia? ¿Cuándo vendría? Tengo aún la debilidad de desear encontrarlo aquí o en Madrid, cuando yo vaya a la Residencia. Le ruego me diga algo sobre las intenciones de este meditador volage [volátil].
Lo paso muy bien en Londres. Los Huxley son muy afectuosos conmigo y gracias a ellos he conocido a Virginia Woolf -a quien me interesaba mucho conocer- y a Wells. Wells un poco decrépito ya... (que no me oiga). Me resultan más divertidos sus libros que su... cuerpo presente.
Virginia, ¡una inglesa extraordinaria! ¡Más novelesca que sus novelas! Y para quien el mundo real no existe. Fantástica mujer. ¡Pelo blanco, cara muy delgada y belleza conmovedora en medio de su frialdad glacial, como diría la bestia de Grau! ¡Pobre! Me ha preguntado hasta el infinito sobre mi vida, mi país, mi infancia etc., etc., todo con una pasión y una curiosidad totalmente impersonales. Como si yo fuera una cosa y no un ser viviente. Pero se lo perdono. También me divierte y me inspira una curiosidad que no es cruel, sino infinitamente más directa y humana. Me quedo en Londres por ella, más de lo que pensaba. Me fascina porque tiene todo lo que yo no tengo y porque tengo todo lo que ella no tiene. Y creo que la fascino por la misma causa. Y luego es tan extraña, tan wrapped up [ensimismada] en su mundo imaginario donde juego el papel de una inmensa mariposa dorada "sudamericana" -es decir, exótica- revoloteando a su alrededor, haciéndola soñar con un país que no quiere conocer sino en la forma en que se lo relata a sí misma... (no me lo ha dicho así, pero así lo siento). Las mujeres de talento me interesan, María, más que los hombres. Los hombres me interesan por otras razones... ¡Pero las mujeres! Quisiera desmontarlas pieza por pieza para no dejar escapar nada.
Pero Virginia vive en la luna. No sé cómo hacer para aterrizarla. Y acaso esto sea inútil y hay que aceptarla como es, en la luna.
¿Ha leído Ud. sus libros? ¿Le gustan?
He visto un Hamlet sorprendente ayer noche. ¡Dios mío! No hay nada en las obras de teatro contemporáneas comparable a Hamlet ... " O my prophetic soul ". ¡Y qué bien que los actores digan simplemente las cosas a las cuales el tono y la envergadura nada pueden agregar! Y esa eterna duda que es la mía y acaso la suya, la de tantos seres.
Whether ´tis noble in the mind to
suffer
The slings and arrows of
outrageous fortune
Or to take arms against a sea
of troubles,
And by opposing, to end them
[Acaso es preferible padecer en la
mente
Los dardos y las flechas de una
suerte infausta
Antes que alzar las armas contra
un mar de tormentos
Y al enfrentarlos, terminar con ellos]
Fui a ver Hamlet sola y creo que habría llorado al oír ciertas cosas si no hubieran estado expresadas de un modo tan hermoso que vuelve imposibles las
lágrimas.
Si Ortega planea venir en lo inmediato a Londres, le ruego que me lo telegrafíe. Si no, escríbame a París, al Banco Español, como siempre.
La abrazo fuertemente.
Victoria
Virginia Woolf me dice: "¡Pero Ud. tiene la más fascinante vida que nunca he visto!" (¡Todo ocurre en su imaginación!)
A Silvina Ocampo
9 de septiembre 1976
San Isidro
Querida Silvina:
Te agradezco tu carta. Has visto muy bien que este ingreso mío en la Academia es un paso que nos beneficiará a todas. Unica y exclusivamente por esa razón he aceptado el nombramiento. No creo que tenga pasta académica.
En cuanto a lo que pensás sobre el feminismo, lo comprendo. Pero, ¿qué otro remedio queda frente a la realidad? Yo soy feminista. Contrariamente a lo que afirmás, no tengo la impresión de haber hecho por las Letras lo que he tratado de hacer por la mujer. La suerte de la mujer ha sido una preocupación continua en mi vida y si no lo he demostrado mejor, lo lamento.
Fui presidenta de la Unión Argentina de Mujeres. Hacia 1935 o 1936 arremetieron contra los pocos derechos obtenidos hasta esa fecha. Repetto, Tobal, Lafaille, Rivarola, Martínez Paz querían anular las poquísimas conquistas logradas. El nuevo panorama era pavoroso. En el papelucho cuya fotocopia te mando, lo verás. Tuve con Repetto una larga conversación (en casa de González Garaño, Marietta es testigo) que me indignó (con sobrada razón). Esta reforma regresiva del Código, ideada por un grupo de grandes señores de las leyes, fue combatida por unas cuantas mujeres: yo entre ellas, con todo ardor. Conseguimos anularla.
En esa época (1936 más o menos) llevaron presas a dos muchachas que vendían, en Florida, un folleto de protesta (moderada en sus términos) escrito por mí. Yo ya era viuda y no me metía en el berenjenal por razones personales. Hace de esto 40 años. Siempre he seguido protestando contra la infame ley de la patria potestad (no tengo hijos). La última vez que lo hice fue cuando la señora María Estela Martínez de Perón vetó la anulación de esa ley (ya votada). Durante el reinado de Evita (que se mofaba de las feministas y las ridiculizó en La razón de mi vida , y que impuso el voto femenino no por ser una medida justa, sino por motivos de conveniencia política) también protesté públicamente. Supongo que sabrás que pasé un mes en el Buen Pastor. Pero este reformatorio no me reformó.
Para mí hoy RIEN NE VA PLUS , como en la ruleta. No tengo ya nada que perder ni que ganar.
Me parece injusto que me acusés de no haber hecho por la mujer todo lo que hubiese podido hacer. Lo he hecho de acuerdo con mi manera de ver las cosas. Siento de veras haber fallado, si es que he fallado como vos decís. Pero no ha sido por falta de voluntad. Eso no.
Estoy segura de que has debido trabajar con tenacidad y ése es un mérito raro en las mujeres que no necesitan imponerse una disciplina porque la vida les ofrece otro tipo de facilidades.
A mí también me alegra el éxito de los demás y más aún si se trata de una mujer.
Gracias de nuevo por tu saludo y un abrazo
Victoria
Fragmento encontrado entre
sus cartas:
Rufino de Elizalde 2829
Julio 4, 1929
Nietzsche dice, no sé dónde: He salido siempre de casa de los sabios pegando un portazo. (Es algo por el estilo... pero como sentido nada cambio).
Yo también he salido siempre de casa de los sabios, de los filósofos, de los artistas y de los filántropos pegando un portazo.
¿A quién busco?
En casa de Dios espero que no podrán pegarse portazos porque no habrá puertas. Cómo me gustaría entrar en casa de Dios. Lo malo es que creo que he entrado sin saberlo. Y por averiguar en casa de quién estoy, me la paso averiguando en casa de quién viven los demás.
¡Con qué infinidad de ídolos que se derrumban y de heroworship [culto del héroe] que no dura me veo obligada a remplazar a Dios!