Carta abierta en defensa del Jardín Botánico: “La población debe hacer escuchar su voz”
Ambientalistas y defensores del patrimonio critican que en el Monumento Histórico Nacional se realice el show de luz y sonido “Secret Garden”; “En lugar de concientizar sobre el valor de este espacio verde, prima la banalidad”, sostienen
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Con la firma de reconocidos investigadores, paisajistas, historiadores, ambientalistas, arquitectos y patrimonialistas, se dio a conocer ayer una carta abierta en defensa del Jardín Botánico “Carlos Thays”, monumento histórico nacional desde 1996 y uno de los pocos “oasis verdes” de la ciudad de Buenos Aires, convertido durante julio en escenario del espectáculo inmersivo Secret Garden. Esta semana, la presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, la profesora Mónica Capano, había denunciado que el gobierno porteño había incumplido la ley 12.665 al no consultar al organismo antes de “alquilar” el Botánico a los organizadores de la muestra. “No todo monumento histórico puede ser un patrimonio turístico o comercial”, sostuvo.
La carta lleva la firma de defensores del patrimonio urbano y ambientalistas: Carlos Anaya, Ana Bas, Fernando Belvedere, Sonia Berjman, Gabriel Burgueño, Andreína Caraballo, María Alejandra Di Fabio, María Angélica Di Giacomo, María Rosa Gamondès, Mora Gutiérrez Cullen, Natalia Karbabian, Marcelo Magadán y Fabio Márquez. Se prevé un “abrazo” al Botánico, que este año celebra su 125° aniversario, para el 16 de julio a las 15 en la entrada principal del paseo (avenida Santa Fe 3951).
“Es uno de los pocos sitios de la ciudad en los que prima el verde vegetal vivo -se lee en la carta abierta-. A tal punto, que constituye un oasis de vida para la flora, la fauna y los seres humanos que buscan sosiego y calma en la ajetreada y ruidosa vida urbana. Es por el follaje frondoso de sus árboles y el suelo absorbente que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires lo ha designado primer refugio climático de la ciudad, para ser utilizado cuando el verano nos traiga temperaturas extremas. En este contexto, llama la atención que, en vez de ampliar esta manera de entender el espacio verde público a las plazas y parques, se haga el camino contrario, llevando al Jardín Botánico artificialidad, plástico y metal”.
Secret Garden, que se promocionó como una “experiencia lumínica y sonora”, se realiza de 18.30 a 22 y la entrada cuesta $ 4500. El día del estreno, los organizadores informaron que ya se habían vendido más de treinta mil localidades. Desde la Secretaría de Ambiente, que comunicó a LA NACION que la realización de un espectáculo “no modifica ni interfiere con el normal funcionamiento del Jardín Botánico”, no informaron aún el precio que los productores (Proactiv Entertainment y 6 Pasos) pagan por la locación del Botánico ni el destino de ese dinero recaudado. Dijeron, en cambio, que la nota de protesta de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos -enviada el 30 de junio- se había respondido de manera oficial y que había “compromiso y buena predisposición para trabajar de manera conjunta”.
“En el Jardín Botánico a la hora en que cierran los portones he visto con luces irisadas que a veces bailan, árboles y estatuas contagiadas, y no es una ilusión, no es la brisa ni el viento que les mueve el follaje y el pliegue de las túnicas -imaginó Silvina Ocampo, asidua visitante del paseo, en ‘La morada de los árboles’-. Se toman de las manos, se bañan en la fuente, penetran en la luz de grandes invernáculos hasta que el alba llega con su hábito celeste. Ah, quién podrá saber lo que dicen las plantas”.
El Jardín Botánico se puede visitar de martes a viernes, de 8 a 19, y sábados, domingos y feriados, de 9:30 a 19, en forma gratuita. En redes sociales, hubo críticas a las autoridades porteñas por habilitar el jardín para un espectáculo comercial e “invasivo”.
Una reseña de verdad pic.twitter.com/5eTZzNUAG1
— Buenos Paladaires (@buenospala) July 7, 2023
El Botánico fue declarado monumento histórico nacional por sus valores ambientales, históricos y culturales. “Hoy vemos, azorados, como un siglo y cuarto de trabajo de cientos de trabajadores y el afecto de tantas generaciones, es puesto en peligro por un espectáculo comercial, que no respeta a sus plantas, su fauna, sus edificios patrimoniales, su historia, ni la imagen del lugar que guarda el inconsciente colectivo”, sostienen los firmantes. “En lugar de concientizar sobre el valor patrimonial de este espacio verde, prima la banalidad de mostrar al público mariposas de plástico con luz, antes que a las verdaderas, atraídas por arbustos y entre flores vivas. El patrimonio del Jardín Botánico debe ser protagonista y no mero soporte de instalaciones artificiales”, dicen.
“La arquitectura y las obras de arte son banalizadas. El microclima y el ecosistema del Jardín Botánico -que deberíamos cuidar como el reservorio patrimonial que es- son perturbados por la falta de respeto a la flora y la fauna”, remarcan los firmantes, que se presentan como “profesionales y ciudadanos que vivimos, visitamos o transitamos la ciudad de Buenos Aires, que hemos dedicado parte de nuestras vidas a la defensa del patrimonio cultural de la ciudad”.
El texto completo de la carta abierta en defensa del Jardín Botánico
Nos hemos enterado por la prensa de que en el Jardín Botánico Carlos Thays de la ciudad de Buenos Aires se desarrolla una “Muestra Inmersiva Lumínica”, denominada Secret Garden. Al respecto, queremos recordar que un Jardín Botánico no es un jardín corriente. Es el Museo de las Plantas y su objetivo es científico, artístico, educativo y social. Así lo entendió Thays cuando lo proyectó y construyó. Luego de años de trabajo, pudo ser librado al público en 1898.
Es uno de los pocos sitios de la ciudad en los que prima el verde vegetal vivo. A tal punto, que constituye un oasis de vida para la flora, la fauna y los seres humanos que buscan sosiego y calma en la ajetreada y ruidosa vida urbana. Es por el follaje frondoso de sus árboles y el suelo absorbente que, el GCABA lo ha designado primer Refugio Climático de la Ciudad, para ser utilizado cuando el verano nos traiga temperaturas extremas. En este contexto, llama la atención que, en vez de ampliar esta manera de entender el espacio verde público a las plazas y parques, se haga el camino contrario, llevando al Jardín Botánico artificialidad, plástico y metal. Más aun cuando desde el punto de vista ambiental, tanto la luz artificial nocturna como el sonido alteran los ciclos de descanso de la flora y la fauna, provocando el quiebre de la necesaria tranquilidad y silencio.
Por sus valores ambientales, históricos y culturales el Jardín Botánico de Buenos Aires fue declarado en 1996 Monumento Histórico Nacional. Por lo tanto se debe cumplir con lo establecido en la ley 12.665 que determina que toda intervención en él debe ser aprobada por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. Sabemos, por declaraciones de dicha Comisión, que esta no fue consultada. Hoy vemos, azorados, como un siglo y cuarto de trabajo de cientos de trabajadores y el afecto de tantas generaciones, es puesto en peligro por un espectáculo comercial, que no respeta a sus plantas, su fauna, sus edificios patrimoniales, su historia, ni la imagen del lugar que guarda el inconsciente colectivo.
Tampoco se respeta su categoría de espacio público, pues se cobra entrada. Los organizadores dicen que se podrá continuar visitando el Botánico como siempre, de 9 a 17 horas, pero ¿en cuáles condiciones? ¿con los estanques cercados y rodeados de instalaciones? ¿con cables, artefactos lumínicos apagados, estructuras de alambre y plástico por doquier? ¿con instalaciones “camufladas” con ramas cortadas de árboles vivos? ¿con publicidades empresarias? ¿con foodtrucks? Estamos hablando de un espectáculo para cuya realización se requiere del montaje de escenografías, instalaciones de luz y sonido, redes de alimentación de energía, video, etc. con importante impacto patrimonial y ambiental.
La arquitectura y las obras de arte son banalizadas. El microclima y el ecosistema del Jardín Botánico -que deberíamos cuidar como el reservorio patrimonial que es- son perturbados por la falta de respeto a la flora y la fauna, por lo que consideramos totalmente fuera de lugar esa instalación. En lugar de concientizar sobre el valor patrimonial de este espacio verde, prima la banalidad de mostrar al público mariposas de plástico con luz, antes que a las verdaderas, atraídas por arbustos y entre flores vivas. El patrimonio del Jardín Botánico debe ser protagonista y no mero soporte de instalaciones artificiales. Si se tratara de homenajear al jardín y su creador podrían haberse planeado visitas nocturnas para apreciar los sonidos de la naturaleza, los aromas, la penumbra y caminar por los senderos apreciando la magnificencia del entorno a la luz de la luna.
Desde la Secretaría de Ambiente, se informó oficialmente que se “valora y respeta de manera irrenunciable el patrimonio que representa el Jardín Botánico Carlos Thays para la ciudad de Buenos Aires”. Por lo que vemos, es un modo extraño de hacerlo.
Cabe recordar que las autoridades del GCBA, Sra. Abogada Inés Gorbea y el Sr. Licenciado en Ciencias Políticas Ariel Álvarez Palma, respectivamente Secretaria de Ambiente y Subsecretario de Políticas de Infraestructura Verde Urbana y Desarrollo Sostenible, tienen entre sus responsabilidades:
• Reconocer y garantizar el cuidado del ambiente como patrimonio común de todos los ciudadanos.
• Velar por la preservación y restauración del patrimonio natural, urbanístico y de la calidad sonora, para que los vecinos puedan disfrutar de una Ciudad sustentable y a escala humana.
• Entender en el mantenimiento del Jardín Botánico Carlos Thays, sosteniendo y fomentando su riqueza biológica, trabajo científico y actividades educativas y recreativas.
El patrimonio de la ciudad pertenece, por herencia y derecho, a la ciudadanía que la habita, siendo los funcionarios públicos quienes deben garantizar el buen uso y conservación del mismo. Nos preocupa sobremanera el antecedente de impunidad que quedará para el futuro y nos preguntamos cuánto costará revertir, en los jóvenes y niños que concurran a este espectáculo, la falsa idea de que han visto un Jardín Botánico. Quienes esto firmamos somos profesionales y ciudadanos que vivimos, visitamos o transitamos la ciudad de Buenos Aires, que hemos dedicado parte de nuestras vidas a la defensa del patrimonio cultural de la ciudad y estamos convencidos de que es la población la que debe hacer escuchar su voz y velar por el bienestar común, cuando quienes tienen las responsabilidades ejecutivas y de gestión no lo hacen.
Invitamos a adherir a quienes compartan el dolor y estupor que sentimos.
Buenos Aires, 7 de julio de 2023.
Para adherir a la carta, clic en este enlace.