Carolina Biquard: "Avelluto no cree en la autarquía del Fondo"
La exfuncionaria dice que Cultura pidió fondos al FNA: "Es como usar un escarbadientes de muleta"
Arrolladora como una tromba entusiasta, de alto perfil, en los casi tres años que pasaron desde que Carolina Biquard asumió en la presidencia del directorio del Fondo Nacional de las Artes, el organismo se despertó de una siesta y, de alguna forma, se contagió de esa visibilidad pirotécnica. Recaudaciones récords devinieron becas récords, subsidios y concursos, entre otras acciones que adquirieron gran notoriedad. No es difícil de imaginar, entonces, que una diferencia de criterios pueda haberla dejado afuera del Gobierno. Con un "Informe de impacto" en una mano y el celular candente en la otra -desde allí abre y comparte datos públicos y estadísticas tanto como videos sobre casos de transformación social-, la exfuncionaria conversó ayer con LA NACION pocas horas después de que se oficializara su salida del Gobierno.
"Pablo Avelluto me pide la renuncia porque tenemos miradas distintas sobre la autonomía del Fondo -sintetiza, con calma, agradecida a su vez por la experiencia de este tiempo en la gestión-. Lo que pasó es que el FNA es como una isla, por esa maravillosa autarquía que tiene, pero está mal clasificado: no toca un peso del presupuesto nacional, funciona con lo que recauda [dominio público pagante] y sus inversiones, pero figura como si perteneciera al presupuesto de Cultura, y ahí es donde Pablo cree que no es autárquico. No es igual que la Biblioteca Nacional ni que el Teatro Cervantes".
-¿Entonces la Secretaría de Cultura pidió dinero al FNA y se lo negaste?
-Hemos financiado algunos proyectos de la Secretaría de Cultura el año pasado, como Becar y el programa de movilidad, y pudimos hacerlo porque recaudamos más. A Pablo le parecía que si necesitaba financiamiento para otros programas era una decisión de la secretaría y no que el directorio del Fondo podía tener una opinión distinta. Ya había un plan definido y armado para el año que viene. Sintió que el organismo no estaba tan alineado.
-¿Te sorprendió la decisión? ¿Vos te querías ir?
-No, teníamos planes muy importantes. Veníamos de un desgaste por este tipo de situaciones sobre la autonomía y podía pasar esto, pero pensé que como los logros eran muy buenos lo íbamos a conversar.
-¿Afectó que hayas trabajado con gente que no se alinea políticamente con el Gobierno?
-No, no viene por ahí. Es un año difícil financieramente y entonces con esta mentalidad la secretaría habrá sentido los recortes y le habrá parecido razonable que el FNA la financie. Es algo que no tiene lógica, es como usar un escarbadientes de muleta. Un organismo que tiene 200 millones de pesos frente a uno que tiene 5000.
-¿Esos 200 millones es la recaudación que tuvieron este año?
-Vamos a cerrar con 220 millones, un récord. Ejecutamos el 99% del presupuesto y estamos mandando 20 más a las reservas, que podemos discutir para qué hay que usarlas. Yo creo que es mejor invertir en artistas que en LETE, sobre todo cuando recaudás impuestos. Son decisiones políticas.
-¿Y cuánto es el que pedía la Secretaría de Cultura?
-Son 19 millones de pesos.
-En el directorio del FNA ingresó en lugar de Alberto Manguel Mariano Roca, quien ahora va a sucederte en la presidencia. ¿Su perfil te hace pensar en un cambio o en una continuidad?
-No es un perfil parecido al mío, pero lo conozco muy poco; sé que fue editor de Tusquets y en reuniones lo vi dos o tres veces.
-Hablás de la tríada Estado, empresa y sociedad civil, lo que puede remitir a la forma de trabajo de una fundación; vos venís de ahí, de la Fundación Compromiso. ¿Pensaste al FNA como una fundación?
-No, el Fondo no es una fundación, es el Estado, son fondos públicos y el mío es un cargo político. Pero sí claramente es la mirada del trabajo en una organización sin fines de lucro como el Estado. En eso son hermanos.