Carmen Balcells: la literatura ya extraña a la Mamá Grande del boom latinoamericano
BARCELONA.– No le gustaba que la llamaran Mamá Grande, pero con ese apodo pasará a la historia. Será recordada como la matriarca indiscutida del reino de Macondo. O como la matrona que dio a luz en los 60 a la literatura latinoamericana, hasta entonces una gran desconocida, y la paseó por el mundo. Según Dasso Saldívar, biógrafo de Gabriel García Márquez, fue Mario Vargas Llosa –o Varguitas, como a su vez llamó ella al Nobel peruano hasta el fin de sus días– quien la bautizó de esa forma, en referencia al cuento de Gabo Los funerales de la Mamá Grande (1962).
Pero a diferencia de ese personaje de ficción o el de Úrsula Iguarán, la soberana absoluta de Cien años de soledad (1967) que muere ciega a los 122 años envuelta en olor de santidad, la verdadera Mamá Grande, la de carne y hueso, la agente literaria catalana Carmen Balcells, una de las más grandes en lengua castellana, falleció ayer a los 85 años, de manera discreta e inesperada, en su casa del Ensanche barcelonés, en el piso superior de la finca donde había forjado un imperio, aún en su poder: la agencia literaria que lleva su nombre.
Tan temida -incluso odiada por muchos editores- como amada por sus autores, Carmen Balcells, la inventora del llamado boom latinoamericano, abandonó la escena, pero no el trono, aunque éste fuera en sus últimos años una silla de ruedas desde la cual recibía y despachaba asuntos en su casa, ataviada con imponentes túnicas blancas. Una costumbre que adoptaría por consejo de su amigo Gabo, el Nobel colombiano Gabriel García Márquez. Porque a pesar de la anunciada fusión de su imperio, a comienzos de 2014, con el del otro superagente mundial, el neoyorquino Andrew Wylie, no en vano apodado "el Chacal", la agente literaria más poderosa e influyente de la literatura hispánica conservó el completo control de su reino hasta el último momento.
De allí la reacción ayer de sorpresa del mundillo literario que quizás esperara de ella una longevidad más propia del realismo mágico. Como la de Claudio López Lamadrid, el director literario de Penguin Random House: "Hace 15 días comíamos con ella y el crítico Ignacio Echevarría. Se la veía llena de energía, era un hervidero de ideas, pensando siempre en sus autores, en sus intereses y en nuevas formas de contrato. Me alegra que haya muerto sin dolor, rodeada de los suyos, y que la agencia continuara siendo suya hasta el final. Fue tan irrepetible y única que le caben todos los epítetos maximalistas". O las declaraciones de su viejo compañero de ruta Jorge Herralde: "Le tenía una gran aprecio, la conocía desde fines de los 60. Éramos los últimos en activo de nuestra generación editorial", recuerda el editor de Anagrama en referencia a ese grupo de amigos como Carlos Barral, Esther Tusquets y Beatriz de Moura, conocido como la gauche divine, que renovaron la edición hispánica. "En los últimos años nuestra relación fue más intensa. Era una mujer difícil y dura, pero a la vez un personaje demasiado complejo para despachar en cuatro palabras. Sin embargo, supimos aparcar nuestros desacuerdos profesionales. Carmen oscilaba entre lo genial y lo genialoide, con unos criterios a veces incomprensibles. Y contemplábamos su última etapa de la agencia con dolorido estupor, porque no se veía nada claro cómo finalizarían sus interminables y variables negociaciones", completa.
Lo cierto es que todo había comenzado a fines de la década del 50, cuando una muchacha de baja extracción de la Cataluña profunda (Santa Fe de Sagarra, 1930) y poca formación (era sólo perito mercantil), pero férrea voluntad, comenzó a trabajar -tras dar sus primeros pasos con el agente literario rumano Vitila Horia- con el mítico Carlos Barral, encargada de gestionar los derechos en el extranjero de sus autores. Y en cierto modo fue el impulso del Premio Biblioteca Breve el creador de la bête noir de los futuros editores, porque para 1960 Balcells fundó su propia agencia junto a la mujer de Barral, Yvonne Hortet -que siempre se arrepentiría de haberle vendido poco después su 50% de las acciones-, y en poco menos de una década no sólo crearía de la nada su imperio, sino que además cambiaría para siempre las reglas de la edición con su agresivo estilo: reduciendo el tiempo de los contratos, fraccionándolos geográficamente o incluso multiplicándolos al eliminar la cláusula de exclusividad del editor.
Una revolución que permitiría la profesionalización de una serie de autores que pasarían a la historia de la literatura. Entre los primeros, Vargas Llosa, flamante ganador del Biblioteca Breve, pero también un ignoto reportero colombiano que por entonces escribía el manuscrito de una obra que prometía, Cien años de soledad, de la que Balcells se enteraría por el soplo de José Caballero Bonald.
Célebres son ya algunas de sus frases: "Yo no tengo amigos, tengo intereses", o la perla que regaló a Antonio Lucas en 2010 en una de sus contadísimas entrevistas: "Valgo más por lo que callo que por lo que digo". Como también la conversación telefónica en la que aquel muchacho colombiano le preguntaría: "¿Me quieres, Carmen?". "No te puedo contestar, eres el 36,2% de nuestros ingresos".
Lo cierto es que aquella dama de hierro se convirtió, pese a su rudeza, en una verdadera Mamá Grande que cuidó de sus polluelos con celo. Se ocupaba de buscarles casa en Barcelona, del colegio de sus hijos, de la cobertura médica, les hacía de cajero automático en una época en que no los había e incluso los socorría en sus líos de faldas. Sólo dos anécdotas bastan para ilustrar ese saber hacer maternal. Desde que un arruinado Gabriel García Márquez le pidiera 3000 dólares como regalo de cumpleaños, Balcells se los continuaría enviando a cada aniversario hasta su fallecimiento. Y las palabras con que Carlos Fuentes se acercó a ella ya lo dicen todo: "Carmen, ¿quieres ser mi mami? Prometo respetarte y saludarte los días de mayo", le confesó a Xavi Ayén, autor de la biografía colectiva Aquellos años del boom (RBA).
Eso explica el exponencial crecimiento del imperio Balcells durante las décadas del 70 y 80. Para los 300 representados que atesora hoy su cartera de clientes, y para su legado, el futuro es incierto. Como lo es el de su archivo de originales, cartas y bibliotecas de autor, que había vendido al Ministerio de Cultura español en 2011 por tres millones de euros, porque la agente jamás dio puntada sin hilo. En la incertidumbre que le sigue a la muerte, quien probablemente se relama hoy sea el temible Chacal Andrew Wylie.
Recuerdos escritos con ñ
La relevancia de Balcells para las letras hispanoamericanas
Isabel Allende
Autora chilena
"Durante 34 años la llamé «madraza». Era magnífica, abundante, sentimental. Me tomó bajo su ala cuando yo era una aspirante a escritora desconocida que venía del fin del mundo. Le debo mi carrera. Todos los autores que representó la extrañaremos enormemente. Sin Carmen yo me siento perdida"
Mario Vargas Llosa
Premio Nobel de Literatura
"Gracias a ella los escritores de lengua española comenzamos a firmar contratos dignos y a ver nuestros derechos respetados. Nos cuidó, nos mimó, nos riñó, nos tiró las orejas y nos llenó de comprensión y de cariño en todo lo que hacíamos, no sólo en aquello que escribíamos"
Jorge Herralde
Editor de Anagrama
"Hasta el último momento ha estado en pie de guerra y nunca mejor dicho, con las múltiples conversaciones sobre las asociaciones o ventas de su agencia literaria"
Rosa Montero
Escritora española
"Maga de las letras, nos defendió a los autores como nadie. Gracias por todo, genia"
Nos hemos quedado sin Carmen
Eduardo Mendoza
Escritor español
Comimos mano a mano, en su casa, hace apenas unas semanas. Había preparado, como de costumbre, un banquete descomunal para mí y un plato minúsculo y apenas nutritivo para ella. Como de costumbre, se comió su ración y la mitad de la mía. Estaba animada y divertida, hablamos de todo, lo pasamos bien, salí contento del encuentro. Siempre pensé que si un día escribía sobre Carmen Balcells llenaría varios volúmenes. Ahora que me pongo a hacerlo, no tengo palabras. A los que piden que diga algo, sólo puedo ofrecerles mis disculpas. Me he quedado mudo. Mi amistad con Carmen se remonta a 1965 y ha sido y es mi agente desde hace casi cuarenta años. Durante este tiempo, nunca se me ocurrió leer una sola cláusula de los contratos que me pasaba a la firma, como nunca dejé de cumplir a ciegas los consejos que me daba, en el terreno literario y, sobre todo, en el terreno personal. Y puedo asegurar que Carmen ha intervenido en los momentos más importantes de mi vida. Lo demás es del conocimientos general y son sólo palabras: la perspicacia como lectora, el talento para los negocios, la generosidad desbordante, la ocurrencia genial, la anécdota extravagante, la lágrima fácil, la risa constante, la autoridad intelectual y moral. Sin otro material que la inteligencia, la energía y la entrega construyó algo equivalente al imperio romano y lo mantuvo día a día y piedra a piedra. Ahora no es el momento de la historia ni de la valoración ni del elogio, sino del desconsuelo.
300
escritores
- La cartera de clientes que deja como legado Carmen Balcells tiene a los premios Nobel Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Camilo José Cela ?y Miguel Ángel Asturias.
- Además, la escudería cuenta con grandes nombres de la literatura latinoamericana como Rulfo, Onetti, Cortázar, Donoso, Skármeta; y españoles como Marsé y Cercas, entre otros.
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