Huevos, harina, botellas vacías: los restos de los festejos post graduación habían convertido una vez más el patio del pabellón III de la UBA en un basurero, que Carlos Trilnick se dispuso a limpiar. Con ese gesto, el director de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido demostraba hace dos años lo importante que era para él cuidar el espacio público.
"Lo vi desde la escalera, limpiando todo como si fuera su casa. Fue un obrero que abrió muchos espacios. Es notable cómo lo recuerdan sus alumnos", dice ahora Gabriel Valansi, artista que compartió con su colega dos décadas de trabajo. Se contó también entre las más de 150 personas de distintos países que se encontraron en forma virtual semanas atrás para despedirlo, horas después de su muerte. "Él hubiera estado encantado: no fue algo solemne, sino una reunión para recordar al amigo -agrega-. En otras circunstancias hubiera sido imposible juntar tanta gente".
Quiso el destino que esa despedida fuera posible gracias a la tecnología, columna vertebral de su trabajo multimedia. "Era muy exigente en los trabajos que pedía, y riguroso con la demanda de que docentes y alumnos nos mantuviéramos actualizados -recuerda el artista Andrés García La Rota, que también trabajó con Trilnick durante más de veinte años-. Inculcaba a la vez la actitud transgresora y la responsabilidad; era una combinación entre un artista punk y un ancianito muy formal".
"Fue un gran habilitador de cosas. Tenía el ego muy trabajado, era desprendido; sabía liderar equipos", agrega Marcela Römer, ex directora del museo Castagnino + Macro de Rosario, ciudad natal de Trilnick. Con ese espíritu humilde y abierto construyó una carrera internacional, impulsó el proyecto IDIS (Investigación en Diseño de Imagen y Sonido) y abrió muchas puertas para el videoarte en la región desde el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI). "Dio visibilidad a artistas como Andrés Di Tella, Juan Pablo Ferlat y Charly Nijensohn", coincide García La Rota.
Ese don visionario lo acompañó hasta el último día. "Mucho de lo que se está viviendo en cuarentena será lo cotidiano y establecerá las pautas culturales del siglo XXI, que recién ahora se está por iniciar. Es la era de la virtualidad, donde todo se intercambia y transmite desde las redes, donde lo raro es el intercambio social directo", escribió poco antes de morir, como consecuencia de un cáncer que lo tomó todo. Intuyendo, tal vez, que así sería también su despedida final.
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