Caracoles artistas, obras con perfume y unicornios por la diversidad en el Centro Cultural San Martín
Hasta fin de mes se pueden visitar en el espacio del centro porteño tres exposiciones fuera de lo común, con temáticas de la nueva agenda: ecología, interactividad y diversidad sexual
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Caracoles artistas, obras sin imágenes que evocan fragancias y una manada de unicornios por la diversidad habitan los espacios de arte del Centro Cultural San Martín hasta finales de diciembre. El área de Artes Visuales está al cuidado de Alejandro Cejas y las muestras se pueden visitar hasta fin de año de jueves a domingo de 15 a 21, con entrada libre y gratuita.
El edificio, de 51 años, necesita una urgente “puesta en valor” (hay escalones de mármol rotos, baños cerrados y vidrios vandalizados); según informaron a LA NACION, este objetivo ha sido considerado por las autoridades del gobierno porteño, aunque se encuentra retrasado por la pandemia y la quita de coparticipación del Gobierno nacional a la ciudad de Buenos Aires, un argumento que citan a menudo. “Cambiamos toda la luminaria, adecuamos las salas a los procolocos Covid-19, recuperamos la Plaza de las Américas y la fachada, pero es verdad que el edificio requiere de un mantenimiento especial -dice Diego Berardo, director general de la institución-. El Ministerio de Cultura de la ciudad está trabajando en un plan de refacciones, que podría durar cuatro años”.
La incomodidad de lo que nos rodea, de Pablo Logiovine (Buenos Aires, 1976), reúne en el Hall AB un conjunto de ocho paneles con imágenes del calendario del Museo Metropolitano de Nueva York, que reproducen obras de Van Gogh, Gauguin, Matisse y otros artistas carcomidas por caracoles. “Es un proyecto iniciado en cuarentena -explica el artista-. Mientras limpiaba el jardín de mi casa, como no sabía qué hacer con los muchos caracoles que me encontré y debía buscarles una nueva ubicación para evitar que acabaran con mis plantas, decidí colocarlos en macetas en el escritorio de mi taller. A los pocos días, el almanaque que se encontraba cerca apareció completamente agujereado. Al principio, este hallazgo me produjo cierta molestia, pero rápidamente comencé a admirar la dedicación con la que los caracoles se alimentaban con una selección de fragmentos del almanaque con las mejores obras del Met”.
Logiovine, que también es bandoneonista, diseñó un espacio -una especie de atelier- para los caracoles masticadores de arte impreso “El cuidado de la colonia fue cobrando importancia -cuenta-. Nuestra convivencia dio como resultado varias obras en las que despliego formatos de exploración que incluyen diferentes hábitats, objetos y registros en fotografía y video”. El proyecto se desarrolló en el marco de la Maestría de Artes Electrónicas de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y una clínica de obra con Manuel Ameztoy. Además de los paneles y un video con los caracoles cilíndricos (rumina decollata, también llamados “degollados”), en el piso superior se puede conocer a estas animalias en plena faena; son más de cuatrocientos en un invernadero con un dispositivo tecnológico de observación. El registro del proceso de los caracoles se puede ver en este enlace.
“Tuve que investigar acerca de esta subespecie particular con la que me había encontrado en mi jardín -dice el artista-. Se trata de un tipo especial, el rumina decollata, que es originario de Europa. Este caracol es muy resistente y soporta fuertes cambios de temperatura”. Los caracoles no solo viven de arte: Logiovine los alimenta, además, con lechuga, rúcula y una mezcla de cáscara de huevo con harina. “Fue muy interesante encontrarme con cientos de videos en YouTube en los que se muestran cómo alimentar y cuidar e incluso tratar como mascotas. Hay un aspecto importante que tiene que ver con la crianza. En cada terrario o pecera diseñé un espacio hueco y en oscuridad, que es el tipo de espacio que necesitan para depositar los huevos”. Los terrarios se riegan diariamente y Logiovine visita la colonia cada dos o tres días.
Este es el primer proyecto en el que Logiovine investiga en profundidad el trabajo entre especies. “Sin embargo, desde 2016, año en que realicé la obra Cartografías del tercer tipo, estoy trabajando con obras que involucran pintura u objetos sumergidos e instalados en terrarios: sumergidos en tierra y en convivencia con plantas e insectos”. Su obra se asocia con los planteos de Simbiología, en el CCK. “Aunque no participo de la muestra, veo como una bella coincidencia haber estado desarrollando este proyecto en sintonía con esa gran muestra; creo que La incomodidad de lo que nos rodea trata en especial de las estas posibles relaciones entre seres humanos y no humanos”.
En el entresuelo de El Cultural San Martín, Cecilia Catalin (San Nicolás, 1985) expone la serie Capturas olfativas, un conjunto de afiches negros con leyendas donde se busca evocar la sensación del olfato a través de las palabras. Entre ellos, un panel blanco y aromático impregna el espacio de la microsala con perfume. “Es casi un ejercicio que apela a un camino inverso donde nuestra capacidad de construir y sentir un olor se produce a través del lenguaje -dice la artista a LA NACION-. Esta forma de acercamiento a la sensación de olfato se potenció con el contexto del Covid, cuando muchas personas perdieron la capacidad de oler por un tiempo y en uno de los tantos testimonios que estoy compilando para una futura obra una persona comentaba que imaginaba cómo iba a ser volver a oler el café que tomaba todas la mañanas”. La anosmia puede convertirse en materia estética. “Es algo que sucede en mis muestras, el tema de que cada objeto que coloco supone estar aromatizado por mí, más allá del olor propio de la materia”, agrega.
El acercamiento a las obras a través del olfato caracteriza el trabajo de Catalin. “La idea es que el espectador huela y que él mismo proyecte sobre el lienzo en blanco la imagen que le evoca ese olor. Mi intención con esto es no imponer una imagen sino generar el contexto para que el espectador la produzca con sus propias memorias”. La única obra con olor de la muestra está preparada con un aroma destilado de la “paleta odorífera de Olores de la Memoria Colectiva, que son todos aquellos olores con los que convivimos diariamente y que su primera corporización es a través de las palabras que elegimos para nombrarlos, por ejemplo, olor a caro u olor a guardado”. La muestra está al cuidado de Paola Fontana, que en el texto de sala señala que Catalin “suspende la imagen y engaña a nuestro sentido más usado, mientras el olor, conducido a través del lenguaje, se vuelve una escena nítida de la que participamos”. Capturas olfativas invita a los espectadores a oler y, proustianamente, asociar aromas con palabras.
En la Sala Vertical de Sarmiento 1551 se expone la segunda edición de “Esculturas para la diversidad”, al cuidado de Feda Baeza. Se trata de una iniciativa de la asociación civil Únicx que busca, mediante la intervención artística de unicornios impresos en 3D, visibilizar al colectivo LGBTTQI+ y, al mismo tiempo, contribuir (a través de lo recaudado por sus ventas) con diferentes poblaciones de la comunidad. En esta ocasión, se recaudan fondos para el programa de “Empleabilidad para población travesti trans”. Los quince unicornios quedaron en manos de artistas como Marcelo Pombo, Lolo y Lauti (cuya intervención consiste en darle al unicornio en blanco un soporte con libros de celebridades locales como Mirtha Legrand, Silvia Süller y Valeria Lynch), Marina Daiez, Carlos Herrera, Cartón Pintado, Cinthia Paraíso, Mabel, Carrie Bencardino, Ulises Mazzucca, Nube y Ari Nahón. En la página web de Únicx se pueden ver y comprar las obras solidarias, que cuestan 150.000 pesos cada una.
Para agendar
Las muestras de El Cultural San Martín se pueden visitar de jueves a domingo, de 15 a 21, con entrada libre y gratuita, en Sarmiento 1551. Hasta el 30 de diciembre.
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