Campeones del mundo: una semana a pura fiesta en Chaco, capital de la escultura
La nueva edición de la bienal de arte, en la que ganaron un rumano, un surcoreano y una alemana, volvió a confirmar el alcance de un encuentro que pone a la Argentina en el centro del mapa
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Resistencia, CHACO.- Se puede hacer una competencia de arte de nivel internacional y a la vez una fiesta popular. Así lo demostró la Bienal de Chaco durante una semana completa en las 14 hectáreas del parque 2 de Febrero, donde se realizó un encuentro de importancia global para la escultura, a la vez que se desplegaban una serie de congresos, recitales multitudinarios y maratónicas competencias en la que los concursantes tallaban su obra contrarreloj.
Si en la última edición, en 2018, habían pasado por ahí 600 mil personas, esta vez hubo muchas más: invitados de todas las provincias, maestros y artesanos desfilaban bajo un paraguas donde entran todas las artes. La densidad de las visitas se medía fácil por la cantidad de motos estacionadas en la calle de acceso: doble y triple fila. Adentro, por momentos era difícil caminar y muy fácil perderse. Los que estaban bien eran los perros del predio, con cuchas nuevas para la ocasión.
Lejos de las burbujas de champagne a las que se acostumbra en el mundo del arte, la noche de la premiación fue una celebración para miles de espectadores y familias enteras ansiosas por el resultado de la contienda principal. Todos eran miembros del jurado porque el público votó en uno de las categorías más anheladas. El elegido de la gente fue el compatriota Juan Pablo Marturano, con una pieza que remite al perfil del Cerro Mercedario de San Juan, Más allá de las nubes. “Fue una semana muy intensa. Muy contento por el acompañamiento y cariño de la gente”, dijo el escultor, que también es escalador. “Llevo ofrendas a las montañas en agradecimiento por dejarme llegar a sus cumbres y también las retrato”, contó. En la platea, mezcla de mates, chipá, copos de azúcar, y varios drones sobrevolaban las cabezas.
Con la obra Tensión en la naturaleza, el artista rumano Petre Virgiliu Mogosanu se quedó con el primer premio, además del que eligieron los chicos. “Es muy lindo participar en este encuentro. La gente se interesa mucho por nuestro trabajo, se acerca, pregunta cosas”, comentó a LA NACION. El segundo puesto fue para el surcoreano Choe Sodong, con la obra Permanencia 2050, y el tercero para la alemana Verena Mayer-Tashc con la obra Vestido. El champagne, sí, apareció, pero a la manera de la Fórmula 1: descorche y lluvia de espuma, festejo y alegría compartida.
“Es un orgullo haber quedado seleccionado. La bienal es un referente obligado en el currículum, donde aspiramos todos a llegar alguna vez”, dijo el representante de México, David Bucio. La competencia es entendida como el mundial para la disciplina. Participaron también Genti Tavanxhiu de Albania, de Verena Mayer-Tasch Alemania, Sodong Choe de Corea del Sur, Arijel Strukelj de Eslovenia, Jhon Gogaberishvili de Georgia, Ebru Akinci de Turquía y Ihor Tkachivskyi de Ucrania. El jurado estuvo integrado por León Saavedra Geuer de Bolivia, Francisco Gazitua de Chile y Todor Todorov de Bulgaria.
Pasión de multitudes
La escultura es pasión en esta ciudad, museo a cielo abierto que en cada esquina regala el encuentro con una mujer de Lucio Fontana o con el Hacherito de Carlos Schenone adentro de un cubo de cristal. Es el resultado de esta iniciativa generosa, que en cada edición suma diez nuevas piezas al espacio público y tiene un equipo que se encarga todo el año de la preservación de las 654 obras ya emplazadas. Lo reflejan sus habitantes, que durante una semana acudieron al predio para ver cómo los competidores iban extrayendo formas de los bloques de mármol travertino llegados de San Juan, de un metro y medio de alto. El primer centenar de piezas salió del Fogón de los Arrieros en los años 60. Desde 1988, cuando se organizó el primer concurso de escultores en la plaza principal de la ciudad de Resistencia, la bienal es organizada por la Fundación Urunday, con apoyo público y privado.
Los bienalistas fueron diez, elegidos entre 224 postulantes de 70 países. Pero había muchos artistas más. Una característica notable de estas jornadas es que no se distinguen jerarquías entre arte y artesanía, ni entre escultor extranjero, originario o artista contemporáneo. También hay un intenso trabajo de inclusión: las personas no videntes pudieron emitir su voto después de acariciar cada una de las piezas.
En la Exposición de Escultores del Norte Grande Argentino había obras de Daniel Sotelo (Corrientes), Gisela Bollini (Misiones), Jorge Balassi (Formosa), Juárez de la Cámara (Salta), Fernando Cerezo (Jujuy), Guillermo Rodríguez (Tucumán), Amalia Martínez Gramajo (Santiago del Estero), Carina Fabaro (La Rioja), Bruno Ceballos (Catamarca) y Fabriciano (Chaco).
En los espacios Maestros Artesanos Argentinos y Maestros Artesanos de Pueblos Originarios, también había producciones de artistas contemporáneos como Gustavo Mendoza y Richar De Itatí. En el Río Negro, era posible sentarse a tomar mate mirando la obra flotante de Fabiana Larrea, hecha con una tonelada de tela plástica reciclada en la planta que se instaló ahí especialmente. “Tejimos pétalos gigantes, de veinte metros, que hicimos flotar. Nosotros diseñamos el paisaje de manera inconsciente. Acá hice florecer el río en un destello. La tonelada de material volverá a reciclarse después”, dijo. Con el mismo plástico el artista Sergio Falcón hizo una performance de pintura y diseño. También había escultores de los pueblos originarios tallando madera a la vista de todos, como Gerardo Aranda, que con los días extrajo la forma de un chajá de adentro de un tronco.
Derrumbe, un muro del chaqueño y contemporáneo Juan Sorrentino, se descascaraba de una cara con la vibración grave de dos parlantes instalados en la otra. A unos metros, Andrés Alegre animaba su stand de figuras de cerámica con conciertos de acordeón. El artista Alejandro Arce, un invitado recurrente, esta vez modeló en arena un oso que fue un gran atractivo. También estuvieron invitados a crear obras en vivo los artistas Norma Siguelboim (un ensamble de maderas que se instalará en el aeropuerto local), Mónica Souza, Máximo Vargas Gómez y Gerardo Suter -radicado en México, dará el viernes una conferencia en la Fundación Andreani de La Boca sobre Atlas del neoTrópico (relatos intermediales sobre el desplazamiento forzado en América Latina)-. “La bienal es encuentro y movimiento, lo estoy disfrutando mucho”, dijo Siguelboim.
El recuerdo de Fabriciano Gómez, fundador de la quimera de convertir a Resistencia en la meca de los escultores, estuvo presente todos los días. Fallecido en septiembre pasado, se hizo verso cuando el escritor e historiador Marcelo Nieto leyó un poema en su honor. Y se materializó con una gran escultura camino al aeropuerto, El Legado, realizada por Santiago Guarnieri. Sus sueños siguen animando el devenir. En el predio funcionó “una granja de impresoras 3D”, como el la denominó cuando la imaginó. Se imprimían réplicas de la Virgen modelada por el famoso escultor para la Catedral de Resistencia. Pronto se hará realidad otro de sus más ambiciosos anhelos: coronar el Domo de la Bienal con la réplica de la figura del David. “Esperamos reproducirlo en el verano, los 5,18 metros. Fabriciano me lo pidió porque es la obra universal, no hay otra, me dijo”, contó Rubén Betbeder, director del Museo Ernesto de la Cárcova, que aportó una selección de 40 calcos (incluida la cabeza de David) de obras de la historia de Europa, íconos de América y de Oriente para muestra itinerante Cuatro mil años de historia, que se puede ver en el Instituto Superior del Profesorado de Enseñanza Artística De Bellas Artes Alfredo Pértile de Resistencia, junto con obras actuales de Tadeo Muleiro, Chiachio & Giannone y Mariana Shapiro.
Un lollapalooza de la escultura
Organizar este concierto de actividades debe ser mucho más complejo que armar un Lollapalooza. En menos de diez días se concentraron la XII Bienal Internacional de Escultura, el VIII Encuentro de Escultores Invitados, el VIII Concurso de Escultura para Estudiantes de Artes, III Congreso Internacional de Artes, el II Seminario de Arte, Derecho, Patrimonio y Urbanismo, el primer Congreso Internacional de Derecho del Arte, el IV Festival Filarmónico Juvenil (participaron 120 jóvenes en un campamento a orillas del río Negro, junto a profesores de Argentina, España, Estados Unidos, Austria y Alemania), el V Encuentro de Maestros Artesanos Argentinos (con 90 referentes) y el VII Encuentro de Artesanos de Pueblos Originarios (con más de 350 expositores). Cada evento con sus invitados, su público, su grilla de actividades, su locación.
“Esta es la bienal de Fabriciano y sin Fabriciano. El desafío es pensar en la continuidad de este modelo. Tenemos la suerte de contar con una ley de mecenazgo provincial que funciona, y nos permite articular lo público y lo privado. Es un modelo virtuoso, una construcción colectiva y así se siente. Es una primavera en medio del invierno”, dijo el presidente de la Fundación Urunday, José Sebastián Eidman. También lo fue en sentido literal: la temperatura los últimos días rondó los 27 grados. “Desde hace diez años pensamos una estructura institucional que le dé soporte al proyecto en el futuro”, señala Gaspar García Daponte, director de desarrollo institucional. La nueva generación de organizadores incorporó novedades como la certificación de su modelo de gestión bajo la norma ISO 9001, mediciones de huella de carbono del encuentro y lineamientos de la Red de Accesibilidad Cultural en infraestructura, comunicación y contenido.
Próxima cita, 2024. Pero antes, Chaco tendrá su primera feria de arte contemporáneo, llamada 3500 como el código postal de la ciudad, en el Club Social de Resistencia, del 2 al 4 de septiembre. El arte es un motor social en Resistencia.
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