Cada vez más accesibles, los museos educan contra el prejuicio, la discriminación y la indiferencia
Varias de las principales instituciones culturales de Buenos Aires impulsan iniciativas destinadas a personas con discapacidad, para llegar a públicos diversos y promover la empatía
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No es el típico posteo de Instagram. Victoria Garrahan llama la atención en silencio: hace gestos con sus manos y la boca, parada en un pasillo del Malba. Debajo del video de la educadora, en subtítulos, se lee: “Las dos pinturas de Frida Kahlo presentes en esta exposición se encuentran en una sala dedicada especialmente a la artista”.
Quiso la casualidad que esta reciente iniciativa del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires para ampliar la accesibilidad de toda la comunidad al museo, y estimular de esa manera “el diálogo, la imaginación, la reflexión y el pensamiento crítico”, coincidiera con la trágica historia de la pintora mexicana. Por los efectos de un grave accidente, Frida se vio obligada a crear desde su cama; pero antes había sufrido bullying por tener una pierna más corta que la otra como consecuencia de la poliomielitis.
Impulsar actividades que lleguen a públicos diversos y promuevan la empatía es una tendencia que crece en muchas instituciones culturales en Buenos Aires. A tal punto que el Moderno, museo reconocido a principios de este año con la distinción de Directrices de Accesibilidad por el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, impulsará ahora el “Festival Museo Accesible”.
Desde mañana hasta el miércoles, la sede de la Avenida San Juan 350 alojará talleres, visitas guiadas y encuentros de formación centrados en personas con discapacidad. Habrá por ejemplo un recorrido con interpretación en lenguaje de señas por la exposición A 18 minutos del Sol, una actividad táctil con reproducciones de obras en 3D donadas por la Fundación Nínawa Daher y una capacitación en experiencias accesibles ofrecida por especialistas de la UBA.
En el Museo Mitre, en tanto, el jueves y el viernes se realizarán jornadas dirigidas a trabajadores y profesionales de la cultura sobre “museos y autismo”, con el objetivo de que estos espacios sean “más abiertos y accesibles para infancias, adolescentes y adultos con Trastornos del Espectro Autista (TEA)”. La idea es reflexionar sobre “cuáles son las barreras con las que se encuentran las personas con esta discapacidad a la hora de acceder a las exposiciones principales y temporarias de nuestros museos”
Para esto se están capacitando en el Museo Nacional de Arte Decorativo, donde ya se realizan visitas guiadas para personas con discapacidad intelectual y visual. “Estamos trabajando con el Área de Accesibilidad e Inclusión de la Dirección Nacional de Museos para desarrollar contenido para personas con discapacidad auditiva”, anticipó además Daiana Roldán, del área de guías especializadas del MNAD.
“Las obras de arte son muy diferentes entre sí. ¡Como las personas!”, dijo con entusiasmo en la última edición de arteba Francisco García Díaz, el guía de un grupo de visitantes con discapacidad intelectual que recorrió la feria antes de la apertura al público en el Centro Costa Salguero. Él, de 19 años, era uno de ellos: los médicos diagnosticaron que, por su trastorno del espectro autista, no podría hablar ni ir al colegio. Recibido de Bachiller en Comunicación, y mientras otros guías hacían lo propio con personas con discapacidad motriz, sordas y no videntes, aclaró al iniciar el recorrido que “cualquiera puede visitar la feria; no importa si sabés mucho, poco o nada de arte”.
“El arte cura”, asegura Regina del Carril, creadora del Proyecto Wonder. Madre de Iñaki, un adolescente con parálisis cerebral, en 2021 presentó en Casa Foa su “Dormitorio de un niño extraordinario” y el año pasado impulsó este “programa de convivencia” junto con la Fundación arteba. La iniciativa continuará en la próxima edición de la feria, a comienzos de septiembre. “Muchas instituciones están a favor de hablar más sobre el hecho de que todos somos distintos y necesitamos cosas distintas –agrega-, el problema es la infraestructura y la falta de recursos”.
Coincide con ella María Casado, directora de la “Home Gallery” que creó hace dos décadas para estar cerca de su hija: Isabel “Ichi” Güiraldes, que tiene una discapacidad similar a la de Iñaki. “Lo más importante es hablar del tema porque nos beneficia a todos al generar empatía y respeto –opina-, pero también empezar a mirar desde el ángulo de la dificultad los accesos y los baños”.
La perspectiva para acercarse a las obras también puede cambiar: El beso de Rodin y otras doce esculturas se vuelven por ejemplo relato en una de las audioguías producidas por el Museo Nacional de Bellas Artes y la Fundación Nínawa Daher. “Esta obra representa el momento en que los amantes, desnudos, se abrazan y funden en un beso apasionado –describe la voz de Gladys Benítez en el sitio del MNBA-. Se encuentran sentados sobre una roca de relieve irregular, sin otro elemento más que un esbozo de libro en la mano izquierda de Paolo. Él, erguido, posa su mano derecha sobre la cadera de Francesca, mientras ella, desde una postura algo recostada, lo toma del cuello con su brazo izquierdo”.
Las historias, los personajes, los lugares vinculados con las obras de arte y los materiales utilizados para crear las obras forman parte de “Compañía de afectos”, ciclo impulsado por el Malba dirigido a jóvenes y adultos con discapacidad intelectual o motriz. Lo que se busca, en este caso, es que “las obras sean el punto de partida para establecer relaciones con los intereses y cotidianeidad” de los participantes. “Realizar estas acciones concretas para la accesibilidad –explica el museo en su sitio web- posibilita generar conciencia acerca del prejuicio, la discriminación y la indiferencia hacia las personas con discapacidad, en pos de favorecer su autonomía, deseos y elecciones propias”.
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